¿Cómo Manejar Las Emociones En Personas Con Enfermedades Cerebrovasculares?

Según los estudios realizados hasta ahora, las enfermedades cerebrovasculares pueden afectar el control emocional de una persona. De hecho, las lesiones a nivel cerebral imposibilitan el control de las emociones. Sin embargo, existen algunas técnicas que han demostrado su efectividad para gestionarlas.

De este tema, que afecta a un elevado porcentaje de la población, voy a hablar a solicitud de Emma. Ella es una seguidora de Carolina del Norte, madre de familia y maestra de escuela primaria.

Emma me comentó, que su vida cambió a raíz de un acontecimiento que involucró a su suegro. Él sufrió un ictus a inicios de la primavera, sin embargo, no fue de gravedad y ha estado recuperándose. Para ella, significó un cambio brusco, porque su suegro pasó de ser un amigo cariñoso a un ogro refunfuñón.

Ella en varias ocasiones se lo comentó a su esposo, y él no le creyó hasta que también fue maltratado por su padre sin razón aparente. A raíz de estos acontecimientos, su suegro fue trasladado donde su médico tratante y comentó que este tipo de reacciones eran normales luego de alguna afección cerebrovascular.

Al considerar la prevalencia de esta dolencia, creí importante compartir información del impacto de las emociones en las personas con enfermedades cerebrovasculares y cómo manejarlas.

Un acercamiento a las enfermedades cerebrovasculares      

Según los especialistas de la Clínica Cleveland, la enfermedad cerebrovascular engloba las patologías que afectan el flujo sanguíneo cerebral. Entre ellas destacan la enfermedad de la arteria carótida, hemorragia cerebral, ictus y aneurisma cerebral.

Hemorragia cerebral

Según la ciencia, cuando los vasos sanguíneos cerebrales están debilitados presentan anormalidades o están sometidos a tensiones muy elevadas, existen altas probabilidades de que ocurra un accidente cerebrovascular hemorrágico (ACV). Esta condición es denominada también derrame cerebral o ictus hemorrágico.

Los ACV pueden ocasionar un tipo de hemorragia en el interior del cerebro, por ejemplo, la hemorragia intracerebral. Además de ello, la hemorragia también puede presentarse entre las capas interna y media del tejido que recubre el encéfalo. Dicha área es denominada espacio subaracnoideo, por ello el nombre de hemorragia subaracnoidea.

Enfermedad de la arteria carótida

Según los especialistas de la Clínica Mayo, la enfermedad de las arterias carótidas es ocasionada por placas de grasa. Estos cuerpos lipídicos obstruyen estos vasos sanguíneos que llevan sangre a la cabeza, incluido el cerebro. Este efecto incrementa sustancialmente el riesgo de padecer un ictus.

Por lo general, la enfermedad de la arteria carótida es un proceso gradual. Su primer signo suele ser un accidente isquémico transitorio (interrupción temporal de la irrigación sanguínea cerebral). Usualmente esta patología suele tratarse empleando fármacos, modificación en el estilo de vida y ocasionalmente cirugía.

Ictus

Un ictus isquémico se produce cuando se interrumpe o reduce el riego sanguíneo a una parte del cerebro, impidiendo que el tejido cerebral reciba oxígeno y nutrientes. Las células cerebrales empiezan a morir en cuestión de minutos. Esta dolencia, es considerada una urgencia médica y debe ser tratada de forma inmediata.

De hecho, si se actúa a tiempo, es posible reducir el daño a nivel cerebral.  Se debe resaltar, que cuando la sangre no fluye adecuadamente, la zona cerebral involucrada podría sufrir daños transitorios y en ocasiones irreversibles.

Aneurisma cerebral

De acuerdo a los especialistas, un aneurisma cerebral se considera un punto débil a nivel de las arterias cerebrales. Por lo general, esta zona se abomba y se llena de sangre, ejerciendo presión sobre el tejido cerebral y los nervios. Incluso podría llegar a reventarse, ocasionando una hemorragia en el tejido circundante.

Cuando ocurre la ruptura de un aneurisma cerebral, se producen graves daños sobre la salud. Ello incluye, daños cerebrales, ictus hemorrágicos, estados de coma y en ocasiones pueden ser mortales.

Algunos aneurismas cerebrales, sobre todo los muy pequeños, no ocasionan sangramiento ni ningún otro problema. Por lo general, estos tipos de aneurisma son detectados, durante pruebas con imágenes realizadas para estudiar otras afecciones médicas.

De acuerdo a los expertos, un aneurisma que crece y alcanza un gran tamaño, suele mostrar los siguientes síntomas:

  • Dolor por encima y en la parte posterior del globo ocular
  • Entumecimiento
  • Dilatación pupilar
  • Debilidad
  • Parálisis en uno de los lados del rostro
  • Modificación en la percepción visual, llegando incluso a presentarse visión doble.

Las emociones en personas con Enfermedades Cerebrovasculares

Las enfermedades cerebrovasculares pueden provocar cambios en el estado de ánimo, personalidad, comportamiento y  habilidades cognitivas de las personas que la padecen. Estos cambios pueden dificultar el manejo de las emociones y generar estrés, ansiedad, depresión, ira, frustración o aislamiento social.

De acuerdo a los especialistas, la enfermedad cerebrovascular ocasiona una serie de alteraciones emocionales o del estado de ánimo. Dentro de ellas destacan:

  • Depresión post ictus (PSD)
  • Ansiedad posterior al ictus
  • Incontinencia emocional posterior al ictus (PSEI)
  • Propensión a la ira posterior al ictus (PSAP)
  • Fatiga posterior al ictus (PSF).

Es de señalar, que los factores subyacentes y predictores de estas alteraciones del estado emocional se solapan parcialmente, pero son diferentes.

Por ejemplo, la fatiga posterior al ictus (PSF) posee efectos contraproducentes sobre los resultados funcionales posteriores al ictus. Además de ello, minimiza la calidad de vida, impide el empleo eficiente de los servicios de rehabilitación e incrementa la mortalidad.

Cabe señalar, que los efectos negativos generales de  incontinencia emocional posterior al ictus (PSEI)  y propensión a la ira posterior al ictus (PSAP) son menos marcados que los de depresión post  ictus (PSD). No obstante, se ha demostrado que ocasionan angustia y vergüenza, deterioran diversas áreas de la calidad de vida de los pacientes e incrementan la carga de los cuidadores.

Modificaciones de conducta en personas con enfermedad cerebrovasculares

Según los estudios realizados hasta ahora, se sabe que después de un ACV las personas tienden a modificar su comportamiento. Ello ocurre porque los daños a nivel cerebral, afectan las emociones y conducta. En muchos casos, esto no es fácilmente asimilado por los familiares.

Dentro de los comportamientos que se presentan con mayor frecuencia destacan:

Cambios de personalidad

De acuerdo a los expertos, existen algunos cambios de personalidad que requieren una vigilancia más estrecha. Entre ellos destacan, la depresión, la actitud centrada en sí mismo, la apatía y la inestabilidad emocional.

De hecho, es frecuente que los familiares y cuidadores observen ciertos problemas de conducta. Por ejemplo, ciertas actitudes impulsivas, pudiendo incluso mostrar agresividad física.

Labilidad emocional

Muchas personas que han padecido un ACV, presentan variaciones extremas en su estado de ánimo. Esto ocurre, por la incapacidad de controlar los estados emocionales. Por lo general, estas emociones siempre están a flor de piel y son difícilmente controlables.

De igual manera, pueden ocurrir cambios de la alegría a la tristeza en pocos minutos. Incluso, las reacciones de estas personas ante las circunstancias de la vida rutinaria suelen ser imprevistas.

Actitud centrada en sí mismo

Muchas personas con enfermedad cerebrovascular, tienden a centrarse principalmente en su propia situación. Es posible que muestren falta de empatía, es decir, la incapacidad para comprender los sentimientos de los demás.

Esta tendencia egocentrista, es bastante habitual y según los expertos incluye un componente cognitivo que se acerca al concepto de “Teoría de la mente”. Muchas veces quienes les rodean deben adivinar sus deseos, estado de ánimo, intenciones y esto tiende a generar mucho malestar.

Apatía

Según los especialistas, la apatía es la falta de motivación. A diferencia de las personas con cansancio o depresión, quienes tienen apatía, muestran muy superficialmente los sentimientos y las emociones.

Así mismo, con frecuencia pierden el interés para realizar ciertas actividades. Por lo general, una disminución de las iniciativas y la indiferencia emocional, son características relevantes de la apatía. Este aplanamiento emocional impide el sufrimiento del paciente, pero suele exasperar a las personas más cercanas.

Depresión

Se debe señalar, que la depresión post ictus (DPI) es uno de los trastornos afectivos más frecuentes tras un ictus. Además de ello, se considera el factor que ocasiona mayores limitaciones para la recuperación y rehabilitación de los pacientes. Incluso, posee la capacidad de incrementar hasta en diez veces, la factibilidad de la mortalidad.

Según los estudios, la depresión post ictus (DPI) se presenta en uno de cada tres pacientes con ictus. Pero desafortunadamente, en más de un 50% de los casos no se diagnostica ni se trata. Este proceso, está imbricado con diversos mecanismos de índole social, conductual y biológica.

Sugerencias para manejar las emociones en personas con enfermedades cerebrovasculares (ECV)

Estos síntomas suelen ser angustiosos tanto para los pacientes como para sus cuidadores, e influyen negativamente en la calidad de vida del paciente. Sin embargo, existen estrategias que pueden ayudar a las personas con ECV a manejar sus emociones de forma más efectiva y mejorar su calidad de vida. Algunas de estas estrategias son:

1. Solicitar ayuda

Después de padecer un ictus, se deben afrontar muchas consecuencias.

Es importante señalar, que los problemas emocionales muchas veces pasan desapercibidos para los médicos. Incluso algunos de ellos, no suelen tomarlos en serio. Sin embargo, es importante que el paciente confíe en que puede reconocer mejor que nadie lo que está experimentando.

Las personas deberían estar consciente, que es normal que quienes padecen ECV se sientan tristes, asustados o enojados. Por ello, expresar las emociones adecuadamente, podría ayudarles a aliviar la tensión y facilitar el afrontamiento.

Según los expertos, contar con el acompañamiento de un psicólogo, un médico, un terapeuta ocupacional o un trabajador social puede ser muy beneficioso para recibir orientación, información y tratamiento. Además de ello, compartir los sentimientos y experiencias con familiares, amigos o grupos de apoyo puede brindar consuelo, comprensión y ánimo.

2. Practicar actividades que otorguen bienestar físico y mental

Se ha comprobado que, practicar ejercicios adaptados a las capacidades y necesidades de cada persona puede mejorar la circulación, la fuerza, la coordinación y la autoestima. Asimismo, se debe procurar mantener una alimentación saludable y un sueño reparador.

Se debe evitar el consumo de alcohol, tabaco u otras sustancias nocivas. Además, es muy recomendable realizar pasatiempos placenteros y estimulantes, como leer, escuchar música, pintar, jugar o meditar.

3. Aprender técnicas de relajación y manejo del estrés

Existen infinidad de estudios, que demuestran la importancia de realizar algunas técnicas comprobadas para relajar el cuerpo y la mente. Entre ellos destacan la respiración profunda y visualización positiva,

Mediante estas técnicas se ´podrá combatir la ansiedad y mantener un adecuado equilibrio sobre la presión arterial y ritmo cardíaco. De hecho, la mayoría de ellas puedes implementarlas en cualquier momento y lugar, cuando el paciente requiera calmarse y relajarse.

Se ha comprobado, que la relajación puede ser especialmente útil para tratar la ansiedad tras un ictus.

4. Adaptarse a los cambios y plantear metas realistas

Según los expertos, es necesario que encuentres nuevas metas que alcanzar, porque una gran cantidad de personas experimentan una pérdida del sentido de la vida cuando tienen una Enfermedad Cerebrovascular.

Este sentimiento podría afectar en gran medida la autoestima y ocasionar desánimo. Por ello, es importante mantener el contacto con las personas y los proyectos de vida, en la medida de las posibilidades. No se niega que esto puede resultar difícil, puesto que ya no podrá atender adecuadamente todo lo que hacías antes.

No obstante, existen algunas cosas que si se podrá llevar hacia adelante y se debe centrar en ellas. Eso sí, asignarse pequeños objetivos, que deberá alcanzar paso a paso.

Cabe destacar, que una gran cantidad de personas descubren que participar en actividades de voluntariado, en investigaciones o encontrando nuevos intereses, les ayudan a sentirse útiles nuevamente después del ictus.

5. Mantenerse activo

La actividad debe estar adecuada para la capacidad física, por ello no necesariamente implica que deberá correr o nadar. De hecho, a veces un paseo corto o mantener activo su hobbie de jardinería, puede brindar muchos efectos positivos.

Para quienes no puedan levantarse, es posible practicar ejercicios de fisioterapia o algunos ejercicios diseñados para realizar en las sillas.

Cabe destacar, que los ejercicios de respiración consciente toman en cuenta diversos componentes de atención plena y relajación. Esto puede animar a concentrarte en el cuerpo y respiración.

6. Aliméntarse adecuadamente

Evita comer comida chatarra, gaseosas, alimentos ultraprocesados, estos alimentos incrementarán el cansancio y desequilibrarán algunos procesos metabólicos, entre ellos los cardiovasculares y digestivos. Es fundamental evitar bebidas con cafeína y alcohol porque pueden alterar el estado de ánimo, e impedir un sueño reparador y profundo.

Según los expertos, es fundamental incluir en la alimentación  verduras, carbohidratos saludables, grasas saludables, frutas y pescados grasos.

Sugerencias para los familiares y cuidadores 

Es difícil enfrentarse a los cambios de personalidad de un ser querido. No se debe olvidar, que son consecuencia de los daños producidos por el ictus. Por ello es importante:

  • Evitar comparar a la persona cómo era antes y cómo es ahora
  • No abandonar su propia vida y  proyectos. El enfocarse en su propia vida, ayudará a sobrellevar la carga que recae sobre los cuidadores de personas afectadas con enfermedades cerebrovasculares (ECV).
  • Mantener informados a los especialistas, acerca de los cambios de personalidad que experimenta el familiar o ser querido. Es importante resaltar, que el neuropsicólogo es el profesional idóneo para evaluar y elaborar un programa de intervención para rehabilitar al paciente que padece ECV
  • Apoyar la independencia de la persona que se está cuidando: por lo general, siempre se está dispuesto a ayudar a quien sufre ECV, sin embargo, es mejor estimularlo y animarlo para que realice cosas por sí mismo
  • Ayudarles  a mantenerse activos: procurar mantener el ánimo del amigo o familiar. De hecho, ejercitar juntos será muy favorable para mejorar su estado de ánimo
  • Mostrar paciencia, pues se debe recordar que el familiar o amigo no se comporta de esta forma intencionalmente
  • Hacerle saber a otros familiares y amigos que las personas afectadas por ECV presentan dificultad para controlar sus emociones
  • Felicitarlo cuando haga algo por los demás o muestre un gesto afable con otras personas.

Concluyendo

De acuerdo a lo presentado, una lesión cerebral que restringe el flujo sanguíneo puede estar influenciada por diversos factores. Entre ellos destacan: el estrechamiento de los vasos (estenosis), coágulos (trombosis), obstrucción (embolia) o rotura de vasos sanguíneos (hemorragia).

Todos estos factores impiden el flujo sanguíneo adecuado, afectando el tejido cerebral.

En ausencia de oxígeno y nutrientes, las células cerebrales se inutilizan o mueren en pocos minutos. Debemos enfatizar, que la muerte de las células cerebrales impide su regeneración y ello puede ocasionar daños irreversibles. Esto puede conllevar al padecimiento de deficiencias mentales, cognitivas y físicas.

Diversos estudios han logrado demostrar, que todos estos factores negativos repercuten negativamente en los resultados clínicos de los pacientes. Entre ellos destacan los trastornos emocionales y del estado de ánimo.

Afortunadamente, existen diversas estrategias que permiten tratarse o prevenirse las emociones negativas con alternativas diferentes a las farmacológicas.

Entre ellas destacan: solicitar ayuda, practicar actividades físicas, aprender técnicas de relajación y manejo del estrés, adaptarse a los cambios y plantear metas realistas, mantenerse activo y alimentarse adecuadamente. Además de ello, se deben tomar en cuenta una serie de sugerencias que permitirán mantener elevada la autoestima y el ánimo del paciente.

Para Emma la información recibida, la cual comparto en el post, fue de mucha utilidad. De hecho, ella me comentó que su esposo se sintió un poco avergonzado al escuchar las recomendaciones para cuidadores. Principalmente porque muchas veces sin quererlo, llegó a perder la paciencia con su padre.

Afortunadamente, ya han logrado comprender un poco más toda la carga de sufrimiento de quien padece una enfermedad cerebrovascular.”

“De los muchos trastornos posteriores al ictus, la depresión, la ansiedad, la incontinencia emocional, la propensión a la ira y la fatiga son síntomas frecuentes e importantes. Estos síntomas son angustiosos tanto para los pacientes como para sus cuidadores, e influyen negativamente en la calidad de vida del paciente. Por desgracia, estas alteraciones emocionales no son aparentes y, por lo tanto, suelen pasar desapercibidas para los atareados clínicos”

Dr. Jong S. Kim

Universidad de Ulsan, Seúl, Corea

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