La fructosa, a pesar de que forma parte de la sacarosa o azúcar de mesa, constituye en la actualidad una bomba de tiempo. Este tipo de azúcar aislada, actualmente es empleada en diversos productos comestibles y bebidas. La ciencia ha logrado desvelar algunos de sus efectos nocivos sobre la salud, que es importante conocer.
De este tema, que comienza a causar preocupación en muchos consumidores, voy a hablar a solicitud de Lou, una seguidora de Carolina del Norte. Ella es una joven profesional de la ingeniería dedicada actualmente a ganar experiencia laboral. Lou actualmente es soltera y se independizó hace poco de su núcleo familiar.
Ella me comunicó, que por su apretada agenda empleaba diversos productos comestibles que vienen listos para ser utilizados. Entre ellos destacan las salsas, aderezos, jugos, cereales desayunar, refrescos y comida procesada. Para ella, esta es una forma práctica de agilizar su movilización a su sitio de trabajo.
Lou me comentó, que desde que empezó a vivir de forma independiente, a pesar de que come menos proporción de alimentos que en su casa paterna, empezó a engordar. Ella se extrañó mucho por eso y decidió hacer contacto conmigo para que le asesorara acerca de este problema.
Le destaqué que se trataba de la fructosa, un tipo de azúcar empleado masivamente en la actualidad. Al tomar en cuenta los diversos problemas ocasionados por la fructosa, consideré apropiado compartir este artículo en el cual hablo acerca de sus generalidades. Además de ello, incluí el listado de algunos comestibles donde se encuentra frecuentemente y sus efectos sobre la salud, aquí en mi blog.
Generalidades acerca de la fructosa
Científicamente hablando, la fructosa es un monosacárido, es decir, un azúcar simple que forma parte de azúcares más complejos.
Dentro de los monosacáridos más conocidos destacan la fructosa, glucosa y ribosa. Cabe destacar, que el término monosacárido, desde el punto de vista etimológico, significa “sacárido único”.
Así, un sacárido hace referencia a la estructura unitaria de los carbohidratos, por ello un monosacárido es un carbohidrato compuesto por una sola unidad de sacárido. Son también denominados azúcares simples.
El azúcar de uso común proveniente de la caña de azúcar o de la remolacha azucarera se denomina sacarosa. Este tipo de azúcar es un disacárido formado por una unidad de glucosa y otra de fructosa.
En la naturaleza, la fructosa se encuentra presente en las frutas, verduras y miel. De hecho, coloquialmente es conocida como azúcar de la fruta. Se ha logrado evidenciar, que la proporción de fructosa varía de forma importante entre una fruta y otra.
Por ejemplo, 100 g de manzanas poseen seis gramos de fructosa, mientras que la misma proporción de albaricoques solo contiene un gramo de fructosa. Incluso, las proporciones de los distintos azúcares (fructosa, glucosa, sacarosa) también varían en función de la madurez de la fruta.
Estas proporciones no debe causar inquietud, porque se ha demostrado que el consumo de fruta en un régimen alimenticio es saludable. Por ello, no hay por qué preocuparse por la fructosa proveniente de las frutas, porque se está incorporando con otros componentes presentes en ellas.
Así, al morder, masticar y mezclar la fruta con el resto de alimentos, facilita su digestión. De hecho, cuando se realiza de esta forma, los compuestos de la fruta, incluyendo la fructosa, se incorporan lentamente al organismo. Pero este no es el caso de la fructosa añadida a diversos alimentos hoy en día.
La fructosa en la industria alimentaria actual
Ahora bien, al consumir un zumo de fruta aunque sea natural, su efecto es diferente sobre el organismo. En primer lugar, se está ingiriendo una mayor cantidad de fructosa, que cuando se come la fruta entera.
Igualmente, la fructosa presente en el jugo no va acompañada de otros componentes importantes como la fibra, ocasionando una absorción muy rápida de la fructosa. La fruta se come, no se bebe.
La fructosa fue incorporada masivamente en la industria de los alimentos en la década de 1970, en sustitución de la sacarosa. Para ello, empleó un jarabe de alta fructosa derivado del maíz. Este producto posee un mayor poder edulcorante que el azúcar de caña o el de remolacha azucarera.
Asimismo, posee ciertas propiedades fisicoquímicas que le hacen muy competitiva a nivel industrial. Entre ellas destacan su elevado poder higroscópico, que le permite atraer el agua y favorecer la condensación. Además de ello, se solubiliza a bajas temperaturas.
Por esta razón, es considerada un excelente agente humectante para la elaboración de productos de panadería, galletas y confitería.
De acuerdo a los expertos, las versiones más comunes de jarabe de maíz alto en fructosa poseen entre el 45 y el 55% de fructosa. En los Estados Unidos, suelen designarse como JMAF-45 y JMAF-55.
Ejemplo de algunos alimentos de empleo frecuente con altos niveles de fructosa
- Productos de repostería, bollería, pastelería, panecillos y confitería (incluye las tartas)
- Refrescos
- Bebidas energéticas
- Bebidas deportivas
- Cereales de desayuno
- Barritas energéticas
- Mermeladas
- Zumos de fruta (naranja, uva, granada, manzana)
- Frutos deshidratados (arándanos, dátil medjool, higos, ciruelas pasas, albaricoques)
- Miel
- Jarabe de agave
- Jarabe de arce
- Yogurt de frutas azucarado
- Comidas rápidas (hamburguesa, pizza congelada, sándwich)
- Salsas (salsa para pastas, teriyaki, barbacoa, mostaza, tomate, agridulce, aderezos para ensaladas).
Ahondando acerca de la mala fama de la fructosa
El elevado poder edulcorante de la fructosa no está asociado con su valor energético. Ello significa que, en proporciones iguales, ella genera la misma cantidad de energía que otros azúcares (4 kcal por gramo).
Si prestas atención a las etiquetas de muchos de los alimentos que adquieres, podrás observar que el JMAF está presente en muchos de ellos.
Según los especialistas, en las últimas cuatro décadas el consumo de azúcar se ha incrementado progresivamente en la dieta estadounidense. Ello podría estar influenciado por la tendencia desmedida por parte de la industria alimentaria del JMAF.
Este compuesto se emplea en la actualidad no solo para realzar el sabor de los alimentos dulces, sino el de una gran variedad de productos.
Hace pocas décadas, la grasa de la dieta era considerada un peligro potencial para la salud. Sin embargo, cada vez más se corrobora, que añadir azúcar a los alimentos, en especial fructosa, promueve la presencia de elevados niveles de enfermedades hepáticas, diabetes tipo 2 y obesidad.
Tal como señalamos, al comparar las calorías observaremos que tanto la glucosa como la fructosa son exactamente iguales. No obstante, lo que ocasiona que la fructosa sea más perjudicial, se relaciona con la forma en que se metaboliza.
Es decir, a diferencia de la glucosa, que puede emplearse como fuente de energía a nivel de las células, la fructosa debe primero metabolizarse a nivel hepático. Sin embargo, cuando la fructosa es metabolizada en el hígado, favorece la síntesis de grasa.
Para algunos científicos esto se relaciona con nuestra historia evolutiva, en la cual eran poco frecuentes los alimentos dulces. Por lo general, el hombre antiguo solía encontrar fructosa en una colmena o en algunos frutos de temporada. Pero generalmente esto servía como fuente de energía, solo en aquellos momentos cuando los alimentos escaseaban.
La fructosa ahora es omnipresente
Según los expertos, en la actualidad el jarabe de maíz alto en fructosa está presente en la mayoría de los alimentos.
Se cree, que esto se asocia a la eliminación de la grasa de muchos productos, a inicios de la década de 1990, a fin de evitar el incremento de las enfermedades cardiovasculares.
Y lamentablemente, estos cambios se observan en la dieta estadounidense actual, porque hace unos dos siglos, el consumo promedio de azúcar era de solo un kilogramo al año.
Sin embargo, en la actualidad, se estima que los estadounidenses consumen un promedio de 55 g de fructosa diariamente.
No obstante, esta sustitución condujo a exacerbar la acumulación de grasa a nivel hepático y en el sistema circulatorio.
Este efecto por supuesto, atenta contra la integridad del sistema cardiovascular. Vale destacar, que según las investigaciones actuales, un consumo diario por encima de los 50 g tiende a elevar el nivel de lípidos sanguíneos.
Dado que el consumo excesivo de fructosa, puede acarrear efectos negativos sobre la salud, los expertos recomiendan moderar la ingesta de alimentos procesados con elevados niveles de fructosa y optar por fuentes más saludables.
Un ejemplo puede ser la ingesta de frutas enteras donde se aprovechen todos sus nutrientes. Sin olvidar incluir en la dieta, legumbres, verduras, hortalizas de frutos, raíces y rizomas.
El metabolismo de la fructosa afecta la salud
De acuerdo con la ciencia, la fructosa ingresa al torrente sanguíneo a través de las vellosidades del intestino delgado. Desde allí, a través de la sangre llega hasta el hígado, donde es transformada en ácidos grasos, glucosa, lactato o glucógeno.
Como se sabe, la glucosa provoca la liberación de insulina para que el organismo pueda utilizarla como fuente de energía. No obstante, la fructosa no promueve la generación de la insulina ni de las hormonas que muestran a nivel cerebral que nuestro cuerpo no tiene hambre.
Según las investigaciones realizadas hasta ahora se ha establecido que, este efecto puede ocasionar una ingesta excesiva de alimentos. A su vez, esto puede acarrear incrementos excesivos de peso y, por lo general, sus consecuencias sobre la salud son negativas.
Los investigadores han logrado detectar, que la fructosa se convierte en glucosa a nivel hepático.
Pero si los niveles de fructosa son elevados, el hígado genera además ácido úrico y grasa en forma de triglicéridos. Según los expertos, esto podría incrementar la propensión a padecer enfermedad de hígado graso, gota y cardiopatías.
Cabe destacar, que los excesos dietéticos de fructosa ocasionan que las células se vuelvan menos sensibles a la insulina. Ello lamentablemente dificulta el control de la glucosa, promoviendo ciertas patologías como diabetes tipo 2 y síndrome metabólico.
Según estudios recientes, la fructosa ha sido asociada con diversas complicaciones metabólicas, como la hipertensión. Incluso, como la fructosa no estimula la producción de leptina, la sensación de saciedad se ve alterada y con ello la propensión al incremento de peso.
Asimismo, algunas personas presentan intolerancia a la fructosa, lo cual ocasiona ciertos desequilibrios digestivos. A saber, dolor abdominal, diarrea, gases y distensión. Por ello, se recomienda evitar o reducir el consumo de comida rica en fructosa.
Concluyendo
Vale destacar, que un tipo de monosacárido denominado fructosa empezó a posicionarse desde hace décadas en la industria alimentaria. De acuerdo con lo planteado, las tendencias actuales de los comestibles con elevados incrementos de azúcar han provocado grandes desarreglos en el sistema de salud.
Esto ha exacerbado la epidemia de la obesidad, con todos los efectos negativos que ello conlleva. Vale destacar, que se han detectado hasta ahora una serie de patologías ocasionadas por el consumo excesivo de fructosa. Dentro de ellas destacan hígado graso, hipertensión, gota, cardiopatías, diabetes tipo 2, síndrome metabólico y resistencia a la insulina.
Asimismo, los excesos de fructosa dietética causan diversos efectos adversos y desarreglos. Se destacan el dolor abdominal, procesos diarreicos, flatulencia, gases y distensión.
Dentro de los alimentos más comunes que presentan elevados contenidos de fructosa y se expenden en la actualidad destacan los productos de repostería, bollería, pastelería y confitería. Se incluyen también los refrescos, barritas y bebidas energéticas, cereales de desayuno, zumos de fruta, yogurt saborizado, aderezos y salsas.
Para Lou la información recibida, la cual comparto en el post, fue muy bien apreciada. Ella tan pronto la recibió se comunicó conmigo muy emocionada por haber podido percibir una serie de elementos que desconocía.
Lou mencionó que nunca hubiera imaginado que al industrializar la obtención de un azúcar originalmente natural como la presente en las frutas ocurrieran tantos desordenes sobre la salud.
Para ella muchas cosas comenzaron a cobrar sentido. Al hacer un chequeo de los alimentos más frecuentes de su régimen alimenticio, observó que ellos contenían jarabe de maíz alto en fructosa.
De esta forma, ella pudo corroborar que su incremento de peso fue ocasionado por un desequilibrio alimentario. Lou actualmente se encuentra transitando una nueva etapa de su vida donde afortunadamente la fructosa no es el ingrediente central.
“La fructosa, ya sea por sí misma o como componente del azúcar doméstico común, desempeña un papel especial, ya que se metaboliza principalmente en el hígado. El consumo individual de azúcar puede reducirse sustituyendo los productos azucarados, como refrescos azucarados, zumos de fruta y batidos, por agua como bebida y fruta fresca”
Dr. Sebastian Stricker, M.D.
Universidad Justus-Liebig de Giessen, Alemania
Si te ha gustado este artículo y tienes un interés sincero en aprender cómo puedes vivir más sano, me gustaría regalarte una copia de mi último libro #Yo Puedo con la Dra. Cocó.
Sí la página te da un mensaje de error es porque no has entrado la dirección bien. Vuélvelo a intentar, asegurando no haber dejado ningún espacio antes, después o entre las letras de tu dirección.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8188419/
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9951991/
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2991323/
https://ajcn.nutrition.org/article/S0002-9165(23)04099-6/fulltext
https://www.healthline.com/nutrition/is-fruit-good-or-bad-for-your-health#takeaway
https://www.biologyonline.com/dictionary/monosaccharide
https://www.farmprogress.com/corn/the-science-behind-high-fructose-corn-syrup