El síndrome de intestino permeable es una condición que se caracteriza por una alteración de la barrera intestinal. Ello permite el paso de sustancias nocivas al torrente sanguíneo, provocando algunos procesos indeseables, incluyendo enfermedades autoinmunes e intolerancias alimentarias.
Por ello es importante conocer, que existen tratamientos que pueden favorecer la reparación de la microbiota y la mucosa intestinal.
De este tema, que afecta a una cantidad importante de personas a nivel mundial, voy a hablar a solicitud de Beatrice, una seguidora de Ohio. Ella me comentó, que a inicios de la primavera presentó infección en la garganta y el médico le prescribió antibióticos.
El tratamiento resultó muy bien, sin embargo, al poco tiempo comenzó a padecer de estreñimiento y fuertes dolores de cabeza. Ella se lo atribuyó a los antibióticos y por ello decidió comunicarse conmigo. Beatrice quería que yo le corroborara si efectivamente esto había ocurrido a causa de los antibióticos.
De hecho me solicitó algunas alternativas para evitar estos desagradables efectos de los antibióticos. Yo le comenté, que efectivamente los antibióticos al igual que el consumo de alcohol y otros factores, pueden desencadenar este tipo de reacciones intestinales.
Efectivamente, muchos de estos síntomas reflejan un problema mayor denominado síndrome de intestino permeable.
En esta oportunidad hablaré de las generalidades y consecuencias del intestino impermeable, así como en ciertos tratamientos naturales comprobados. Dada su recurrencia en la sociedad actual, consideré importante compartir este artículo en mi blog.
Una mirada acerca del Síndrome de Intestino Permeable
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el síndrome de intestino permeable no es una enfermedad reconocida oficialmente, sino un síntoma de otras afecciones subyacentes.
Este síndrome es una condición que afecta la integridad de la mucosa intestinal, permitiendo el paso de sustancias nocivas al torrente sanguíneo. Esto puede provocar inflamación, alergias, intolerancias alimentarias y enfermedades autoinmunes.
Como se ha dicho en muchas oportunidades, el sistema digestivo está formado por un tubo que va desde la boca hasta el ano. Este tubo que es un músculo debe estar sellado. Por eso se dice que todo empieza desde el momento en que se consumen los alimentos.
Los alimentos pasan al esófago y luego al estómago. Al tragar los alimentos, los músculos del esófago se relajan y se abre una compuerta en su parte inferior. Al estar la válvula relajada, los alimentos masticados, pasan al estómago.
El estómago
El estómago es un órgano muscular en forma de bolsa del tubo digestivo. Se encuentra ubicado en el lado izquierdo de la parte superior del abdomen. Tiene forma de la mitad de un merey, situándose esa área más ancha a la izquierda.
Esa parte superior izquierda del estómago generalmente está llena de aire que ingresa al tragar. Al ingresar la comida al estómago, se desmenuza, se mezcla con las enzimas y los jugos gástricos para ser predigeridas. Al salir del estómago, los alimentos predigeridos van al intestino delgado.
El estómago recibe la comida del esófago, la mezcla y descompone para pasarla al intestino delgado. Los alimentos deben ser debidamente masticados para que tengan un buen paso y se descompongan bien en el estómago.
Para eso se requiere la acidez correcta en el estómago. El pH debe ser de 1 a 2,5 para que los jugos gástricos puedan mezclarse bien.
La función de los intestinos
Como se sabe, el intestino tiene la función de absorber los nutrientes de los alimentos y eliminar los desechos. Para ello, cuenta con una barrera protectora formada por la mucosa intestinal, que impide el paso de bacterias, toxinas y antígenos al organismo.
No obstante, esta barrera puede verse alterada por diversos factores como el estrés, la mala alimentación, uso de medicamentos o infecciones.
Cuando esto ocurre se produce una mayor permeabilidad intestinal, es decir, se abren espacios entre las células de la mucosa que permiten el paso de sustancias que normalmente no deberían entrar al organismo. Estas sustancias pueden desencadenar una respuesta inmune y una inflamación crónica, que a su vez pueden afectar a otros órganos y sistemas.
Dicha alteración puede estar relacionada con diversas enfermedades tanto intestinales como extra-intestinales. Sin embargo, algunos estudios sugieren que el síndrome de intestino permeable puede tener una prevalencia significativa en la población general.
Algunas de las enfermedades asociadas al síndrome de intestino permeable son la artritis reumatoide, diabetes tipo 1, enfermedad celíaca, síndrome de fatiga crónica, autismo y depresión.
Sin embargo, es importante resaltar que uno de los trastornos funcionales gastrointestinales más comunes que se asocia con el síndrome de intestino permeable es el síndrome de intestino irritable (SII).
Síntomas frecuentes del Intestino Permeable
La prevalencia del síndrome de intestino permeable no está bien establecida, ya que muchos médicos y profesionales de la salud no lo reconocen como una afección diagnosticable. El síndrome del intestino irritable, que puede ser un síntoma del síndrome de intestino permeable, afecta al 10-20% de la población en los Estados Unidos, Europa y Asia.
Algunos de los síntomas más frecuentes del intestino permeable son:
- Dolor abdominal
- Gases
- Procesos diarreicos
- Estreñimiento
- Fatiga crónica
- Falta de energía
- Problemas de concentración
- Dolores de cabeza y migrañas
- Problemas de memoria
- Erupciones cutáneas
- Acné
- Eczema y psoriasis
- Alergias alimentarias
- Intolerancias a ciertos alimentos como el gluten, lácteos o azúcar
- Ansiedad
- Depresión
- Cambios de humor e irritabilidad
- Artritis, fibromialgia, lupus y otras enfermedades autoinmunes
- Infecciones recurrentes
- Inflamación y problemas autoinmunes.
Comida proinflamatoria que debe evitarse en los casos de intestino permeable
El intestino permeable es una afección que se produce cuando las aberturas en las paredes intestinales se ensanchan, y permiten que sustancias dañinas pasen al torrente sanguíneo. Esto puede causar una respuesta inmunitaria exagerada y una inflamación crónica en el cuerpo.
No obstante, el intestino permeable tiene solución y se puede curar con algunos cambios en la alimentación y cambiando a un estilo de vida saludable. Estos cambios dietéticos incluyen evitar los alimentos proinflamatorios intestinales. Dentro de ellos destacan:
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Grasas trans
Las grasas trans son un tipo de grasa que se forma cuando los aceites vegetales se someten a un proceso de hidrogenación para hacerlos más sólidos y resistentes al enranciamiento. Sin embargo, las grasas trans tienen efectos negativos sobre la salud, especialmente sobre el intestino.
Este tipo de grasa se encuentra en productos como margarinas, bollería industrial, snacks y comida rápida. Estas grasas aumentan el nivel de colesterol malo y favorecen la formación de radicales libres, que dañan las células y los tejidos. Son generadores del estrés oxidativo que ocasiona el envejecimiento prematuro.
En el intestino se alberga una gran cantidad de microorganismos que forman la microbiota intestinal. Dichos microorganismos cumplen funciones importantes para el sistema inmunológico, el metabolismo y el estado de ánimo.
Lamentablemente, el consumo de grasas trans altera el equilibrio de la microbiota intestinal. Ello tiende a favorecer el crecimiento de bacterias nocivas, además de disminuir la diversidad de especies beneficiosas.
Al ocurrir este desequilibrio, se puede producir inflamación, permeabilidad intestinal, síndrome metabólico, obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Por eso, es importante evitar el consumo de grasas trans y optar por fuentes de grasas saludables, como el aceite de oliva, frutos secos, semillas y pescado azul. De esta forma se mantiene cuidado el intestino y la salud en general.
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Azúcar y jarabe de maíz
El azúcar y jarabe de maíz son sustancias que se añaden a muchos alimentos procesados para mejorar su sabor, textura y conservación. Sin embargo, estos aditivos pueden tener efectos negativos sobre la salud del intestino y el metabolismo. Esto genera un estado de estrés oxidativo e inflamación crónica sistémica en el organismo.
El azúcar y el jarabe de maíz están compuestos por dos tipos de moléculas: la glucosa y la fructosa. La glucosa puede ser utilizada por todas las células del cuerpo como fuente de energía. Sin embargo, la fructosa solo puede ser metabolizada por el hígado, por lo que un exceso podría sobrecargarlo.
Esto puede generar inflamación, resistencia a la insulina y enfermedad hepática. El consumo elevado de azúcar y jarabe de maíz puede alterar la composición y actividad de la microbiota intestinal. Ello favorece el crecimiento de bacterias patógenas o inflamatorias, disminuyendo la diversidad y abundancia de bacterias beneficiosas.
Este efecto negativo puede afectar la integridad de la barrera intestinal. Cuando esta barrera se daña, se produce un aumento de la permeabilidad intestinal, lo que permite el paso de toxinas y microbios al torrente sanguíneo.
Asimismo, se producen respuestas inflamatorias sistémicas que pueden dañar otros órganos y tejidos. Dichos desequilibrios se asocian con la presencia de diversas patologías como sobrepeso, obesidad, diabetes, hiperlipidemia, enfermedad cardiovascular, algunos tipos de cáncer y caries dental.
Estas enfermedades también se relacionan con el desequilibrio de la microbiota, la digestión e inmunidad.
Dado el efecto perjudicial del azúcar y el jarabe de maíz, se recomienda limitar su consumo y optar por fuentes naturales de azúcar.
Entre esas fuentes están las frutas, que además aportan fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes. Dichos compuestos pueden contrarrestar los efectos negativos de la fructosa, favoreciendo el equilibrio de la microbiota intestinal.
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Carbohidratos refinados
De acuerdo con los especialistas, los carbohidratos refinados son aquellos que han sido procesados para eliminar parte de su contenido natural de fibra, vitaminas y minerales. Dentro de ellos destacan el azúcar, harina blanca, arroz blanco y pan blanco entre otros. Estos productos pueden tener efectos negativos sobre el intestino y salud en general.
Uno de los efectos de los carbohidratos refinados sobre el intestino es que alteran la microbiota intestinal. Este tipo de bacterias tiende a producir sustancias inflamatorias y tóxicas, como los ácidos grasos de cadena corta y el amoníaco.
Se sabe, que dichos compuestos pueden dañar la mucosa intestinal y aumentar la permeabilidad intestinal. Esto, como se ha dicho, facilita el paso de sustancias nocivas al torrente sanguíneo.
Los carbohidratos refinados ocasionan picos de glucosa e insulina en la sangre, debido a su elevado índice glucémico. La glucosa es la principal fuente de energía celular, pero su exceso ocasiona una respuesta exagerada de la hormona insulina.
Dado que la insulina estimula la absorción de glucosa por las células y la conversión de glucosa en grasa, esto acarrea diversos desequilibrios.
Los carbohidratos refinados inciden sobre la presencia del intestino permeable de varias maneras. Una de ellas es la alteración del equilibrio de la microbiota intestinal, favoreciendo el crecimiento de bacterias patógenas.
Muchas de estas bacterias patógenas generan endotoxinas, las cuales pueden atravesar la barrera intestinal y activar el sistema inmunitario. Este efecto ocasiona inflamación sistémica.
Asimismo, los carbohidratos refinados pueden interferir con la producción de moco intestinal, que es una capa protectora que recubre el intestino y evita el contacto directo entre las células intestinales y las sustancias externas. Esto contribuye a una mayor propensión al padecimiento del síndrome de intestino permeable.
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Aceites vegetales
Los aceites vegetales son un tipo de grasa que se obtiene de las semillas o frutos de las plantas. Son una fuente de ácidos grasos omega-6, que son un tipo de grasa que se encuentra en algunos alimentos de origen vegetal.
Los ácidos grasos omega-6 tienen funciones importantes en el organismo, como regular la inflamación, la coagulación y la tensión arterial. Sin embargo, un exceso de ácidos grasos omega-6 puede tener efectos negativos sobre la salud, sobre todo si no se equilibra con una ingesta adecuada de ácidos grasos omega-3.
Uno de los posibles efectos adversos de los ácidos grasos omega-6 es la alteración de la permeabilidad intestinal. Además, los ácidos grasos omega-6 pueden favorecer la producción de sustancias proinflamatorias, como las prostaglandinas y los leucotrienos, que podrían dañar el tejido intestinal y aumentar su permeabilidad.
Por ello, se debe limitar el consumo de este tipo de aceites (soya, maíz, girasol o cártamo) y consumir aceites que poseen niveles elevados de omega-3, como el de oliva virgen extra. Incluso, se recomienda la ingesta frecuente de aguacate y frutos secos.
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Carnes procesadas
Son las carnes que han sido sometidas a procesos de salazón, curado, ahumado o adición de conservantes. Se incluyen las salchichas, jamón, tocino, hamburguesas y embutidos.
Algunos estudios han sugerido que estos alimentos pueden contribuir al desarrollo del intestino permeable. Estos alimentos contienen altas cantidades de grasa, sal, azúcar y aditivos químicos que pueden alterar la microbiota intestinal y dañar la mucosa intestinal.
Estas carnes contienen sustancias como nitritos, nitratos y aminas heterocíclicas que pueden dañar el ADN celular. Ello se debe principalmente a la formación de ciertos compuestos como las nitrosaminas, lo cual incrementa el riesgo de cáncer.
Igualmente, estas sustancias pueden incrementar el estrés oxidativo y la inflamación intestinal, debilitando la barrera intestinal. Ello incrementa la propensión al padecimiento del intestino permeable.
Por esta razón, es recomendable limitar el consumo de carnes procesadas y optar por fuentes de proteína más saludables: las carnes magras, huevos, pescados y legumbres.
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Alcohol
De acuerdo a los expertos, el alcohol puede afectar negativamente la salud al provocar un aumento de la permeabilidad intestinal. Estudios han demostrado que el consumo crónico de alcohol puede causar una disbiosis intestinal.
Este desequilibrio en la composición y funcionamiento de la microbiota juega un papel clave en la salud digestiva e inmunológica.
El consumo excesivo de alcohol puede irritar la mucosa del estómago y el intestino. Esto tiende a alterar la flora bacteriana e incrementar la permeabilidad intestinal. Cuando esto ocurre, se facilita el paso de sustancias tóxicas al torrente sanguíneo, generando una respuesta inflamatoria sistémica.
Asimismo, el alcohol puede interferir con la producción de moco protector y de factores de crecimiento que favorecen la reparación de la barrera intestinal.
Estos efectos pueden contribuir al desarrollo de enfermedades inflamatorias intestinales, síndrome del intestino irritable y alergias alimentarias. Todas estas patologías están asociadas al intestino permeable.
¿Cómo mejorar el síndrome del intestino permeable?
El padecimiento del síndrome del intestino permeable, induce a la necesidad de tomar acciones de cambio de estilo de vida.
El estilo de vida saludable impicatener una alimentación con los nutrientes que el organismo requiere, realizar actividades físicas, tener un sueño reparador, evitar episodios de estrés y tener una buena calidad de pensamientos.
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Consumir alimentos que favorezcan el adecuado desempeño intestinal
Se destacan los alimentos ricos en fibra, probióticos, prebióticos y antioxidantes. Algunos ejemplos son las frutas, verduras, frutos secos, semillas, el yogur natural, kéfir, chucrut y kimchi. Estos alimentos ayudan a equilibrar la microbiota intestinal y a reparar la barrera intestinal.
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Tomar suplementos que apoyen la función intestinal
Algunos suplementos pueden ser beneficiosos para el intestino permeable. Entre ellos destacan el colágeno, glutatión, glutamina, zinc, vitamina D y ácidos grasos omega-3. Estos suplementos pueden contribuir a reducir la inflamación, a fortalecer el tejido conectivo y a mejorar la función inmune.
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Hacer ejercicio físico moderado y regular
El ejercicio físico coadyuva en la mejora de la circulación sanguínea, eliminar toxinas, reducir el estrés y equilibrar las hormonas. Todo esto puede tener un efecto positivo en la salud intestinal y en la prevención del intestino permeable.
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Evitar o reducir el estrés
El estrés puede incidir sobre la propensión a padecer intestino permeable al alterar el equilibrio de la microbiota intestinal. Además de ello, puede reducir el flujo sanguíneo intestinal e incrementar la producción de cortisol, hormona que regula la respuesta al estrés.
A su vez, el intestino permeable puede agravar el estrés al causar síntomas como dolor abdominal, diarrea, gases, hinchazón y fatiga. Para prevenir o tratar el intestino permeable, es importante manejar el estrés adecuadamente adoptando hábitos saludables (hacer ejercicio y dormir bien).
Algunas técnicas para manejar el estrés son la meditación, respiración profunda y las terapias psicológicas.
Concluyendo
De acuerdo a lo presentado, se observó que el intestino permeable es una condición en la que la barrera intestinal se vuelve más permeable de lo normal, permitiendo el paso de sustancias nocivas al torrente sanguíneo. Esto puede provocar inflamación, alergias, infecciones y enfermedades autoinmunes.
Es importante recordar que el intestino tiene la función de absorber los nutrientes de los alimentos y eliminar los desechos. Esto puede realizarlo gracias a una barrera protectora formada por la mucosa intestinal. Dicha barrera impide el paso de bacterias, toxinas y antígenos al organismo.
No obstante, esta barrera puede verse alterada por diversos factores como el estrés, mala alimentación, uso de medicamentos o las infecciones.
Cuando esto ocurre se produce una mayor permeabilidad intestinal, es decir, se abren espacios entre las células de la mucosa que permiten el paso de sustancias que normalmente no deberían entrar al organismo. Estas sustancias pueden desencadenar una respuesta inmune y una inflamación crónica, que a su vez pueden afectar a otros órganos y sistemas.
Afortunadamente, es posible realizar algunas medidas para curar el intestino permeable y mejorar la calidad de vida. Entre ellas, evitar alimentos proinflamatorios, consumir alimentos y suplementos que apoyen la función intestinal. Además de ello, hacer ejercicio físico moderado de forma regular y evitar o reducir el estrés.
Para Beatrice la información recibida, la cual comparto en el post, resultó muy alentadora. De hecho, ella se mostró muy complacida al poder comprender con mayor propiedad que es posible cuidar efectivamente la salud. En especial, la salud intestinal, que posee mucha relación con nuestro sistema inmunológico.
“El alcohol altera la barrera intestinal, aumentando su permeabilidad de dos maneras: a través de mecanismos transepiteliales, que permiten que el material pase directamente a través de las células epiteliales y mecanismos paracelulares que permiten que el material pase a través de las uniones entre las células epiteliales.”
Faraz Bishehsari, PhD
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https://my.clevelandclinic.org/health/diseases/22724-leaky-gut-syndrome
https://www.medicalnewstoday.com/articles/326117#related-conditions