Conoce Los Principales Síntomas De La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) Y ¿Cómo Tratarla?

La esclerosis lateral amiotrófica (ELA), o enfermedad de Lou Gehrig, es considerada una enfermedad progresiva y degenerativa. Hasta donde se sabe, ocasiona el deterioro de las células nerviosas responsables de controlar el movimiento voluntario de los músculos.

Hasta los momentos, no se ha obtenido una cura para esta enfermedad. Sin embargo, el empleo de diversas terapias puede ayudar a controlar los síntomas de ELA y mejorar la calidad de vida.

De este tema inquietante para los adultos mayores, voy a hablar a solicitud de Daniella, una seguidora de Utah. Ella es una mujer de mediana edad que, desde hace años, ha estado realizando trabajo a nivel comunitario.

Daniella me comentó, que el servicio que realiza con un grupo de damas voluntarias le ha permitido granjearse el respeto de muchos adultos mayores que llevan una vida muy solitaria.

Ella y sus amigas ocasionalmente se encuentran con algunos cuadros de ansiedad que muchas veces logran disipar con diversas actividades. Sin embargo, ellas no son personal de salud, simplemente hacen una labor voluntaria que busca elevar la autoestima de estos olvidados ancianos.

Y precisamente me contactó a fin de solicitarme información sobre una enfermedad que empezó a preocuparle al escuchar sobre ella. Ella se refería a la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Su preocupación surgió al observar algunos síntomas motores en los ancianos de los asilos donde realiza labor social.

Al considerar el interés e inquietud sincera de Daniella, me dediqué a compilar cierta información acerca de la ELA., su sintomatología y alternativas actuales para disminuir sus efectos. Es sabido,  que actualmente esta enfermedad no tiene cura.

La ELA suele ser devastadora, de ahí la importancia que reviste conocer acerca de ella. Por ello, consideré importante compartirlo en mi blog.

Efectos de la Esclerosis Lateral Amiotrófica

Según los especialistas, para mantener una función muscular normal, el tejido muscular y conexiones nerviosas deben trabajar adecuadamente.

Es importante señalar, que el movimiento de los músculos es iniciado por las células nerviosas (neuronas). Las células que participan en este efecto se ubican en la corteza motora del cerebro y en la médula espinal.

La ciencia clasifica la ELA en dos tipos: la enfermedad de la neurona motora superior, que afecta los nervios del cerebro, y la enfermedad de la neurona motora inferior, que deteriora los nervios procedentes de la médula espinal. Vale destacar que, en ambos casos, se produce la muerte de las motoneuronas.

El avance progresivo de esta enfermedad eleva el número de células afectadas. Ello ocasiona el deterioro del tejido muscular, produciendo debilitamiento y atrofia.

De hecho,  se observa un adelgazamiento de las extremidades en quienes presentan esta patología. Además de ello,  los músculos se tornan espásticos, es decir, tienden a moverse de forma involuntaria. Esto produce un incremento del tono muscular en algunas zonas del  organismo.

Se ha observado, que la ELA no afecta los sentidos del gusto, táctiles, olfativos ni auditivos. La mayoría de quienes padecen esta enfermedad mueren de insuficiencia respiratoria.  Por lo general fallecen de tres a cinco años posteriores a la aparición de los primeros síntomas.

Un ejemplo de ello fue lo ocurrido con el jugador de béisbol de los New York Yankess, Lou Gehrig. Él fue diagnosticado con esta enfermedad en 1939 y murió a causa de ella en 1941, cuando contaba con 37 años. En su honor esta enfermedad lleva su nombre.

No obstante, un 10% de los enfermos de ELA pueden sobrevivir una década o más. Existen ciertos casos excepcionales de algunos pacientes que llegan a vivir más de cincuenta años (como el físico Stephen Hawking).

Síntomas más frecuentes de la Esclerosis Lateral Amiotrófica

Como se mencionó,  el ELA es considerada una patología de las neuronas motoras. Ello implica que el cerebro se ve impedido de dirigir los movimientos voluntarios.

De acuerdo a los expertos, los síntomas iniciales de la ELA varían sustancialmente de una persona a otra. Incluso existe una diferencia en cuanto a la velocidad del progreso de esta enfermedad.

Se puede afirmar, que no todas las personas con ELA presentan los mismos síntomas, como tampoco las mismas secuencias o patrones de progresión.

No obstante, todas las personas con ELA experimentarán debilidad muscular y parálisis progresivas.

Dentro de los primeros síntomas se puede destacar:

  • Contracciones bruscas y dolorosas (calambres musculares)
  • Tensión espontánea y rigidez muscular (espasticidad)
  • Pérdida de fuerza o debilidad muscular (miastenia) a nivel del cuello diafragma un brazo o una pierna
  • Dificultad para masticar y deglutir los alimentos (disfagia).

Es importante señalar que en la medida que la ELA avanza,  se incrementa la debilidad y la atrofia muscular se traslada a diversas partes del cuerpo ocasionando un cuadro de desnutrición y pérdida de peso.

Por ello,  con el tiempo quienes padecen esta enfermedad experimentarán mayor dificultad para acostarse levantarse ponerse de pie, caminar o utilizar sus manos y brazos.

También se agudizan la disfagia y la disartria,  además de la incapacidad para respirar (disnea),  teniendo que emplear un respirador.

Se presenta incluso un incremento de los calambres musculares y los síntomas de neuropatía periférica. Ello incluye entumecimiento y dolores agudos en las extremidades.

Todo este deterioro puede acarrear ansiedad y depresión. Esto se explica porque quienes padecen ELA pueden recordar, razonar, comprender y ser conscientes de la pérdida progresiva de funciones.

Ocasionalmente, algunas personas pueden llegar a generar cierta forma de demencia con el tiempo.

Factores de riesgo para el padecimiento de ELA

Esta enfermedad puede manifestarse a cualquier edad, pero es más frecuente entre los 55 y 75 años.

Es importante destacar, que los hombres son más propensos a desarrollar esta patología, no obstante, al envejecer las probabilidades se van equiparando entre hombres y mujeres.

Esta enfermedad suele presentarse en personas de todas las etnias. Sin embargo, existe una mayor propensión a desarrollar ELA, entre los caucásicos y los no hispanos.

Según ciertos estudios, esta enfermedad posee una probabilidad de hasta dos veces mayor de ser padecida por los veteranos militares, que estuvieron presentes en ciertos conflictos armados.

Sus razones no están clarificadas concretamente, pero se cree que está vinculada con la exposición a ciertos compuestos tóxicos ambientales, incluyendo ciertos metales pesados.

Vale destacar, que la mayoría de los casos de ELA son catalogados como esporádicos. Ello indica, que esta patología podría generarse al azar, sin presentar factores de riesgo claramente asociados y sin antecedentes familiares.

No obstante, a pesar de que los familiares de personas con ELA esporádica poseen un mayor riesgo de padecerla, se considera que el riesgo global es muy bajo. Por ello, una gran mayoría no llegará a padecer ELA.

Estudios genéticos aclaran algunas dudas acerca de ELA familiar

Es importante señalar, que entre el cinco y 10% de todos los casos de ELA son familiares, por ello son denominados hereditarios o genéticos.

Estudios recientes han logrado descubrir mutaciones en más de una docena de genes responsables de ELA familiar.

Asimismo, entre el 25 al 40% de todos los casos familiares en Estados Unidos y Europa, incluyendo casos poco frecuentes, son ocasionados por un defecto del gen C9ORF72. Este gen, produce una proteína que está presente en las neuronas motoras y células nerviosas cerebrales.

Igualmente, algunas personas con este gen también desarrollan cierto tipo de degeneración frontotemporal. Esto es considerado un tipo de demencia, ocasionada por la atrofia de los lóbulos temporal y frontal del cerebro.

Otro hallazgo interesante encontrado, es una mutación a nivel del gen que interviene en la enzima Superóxido dismutasa (SOD1). Conforme a lo observado, cuando ocurre una mutación de este gen, hay una mayor propensión al padecimiento de ELA.

De acuerdo a las investigaciones se ha encontrado, que esta anomalía causa del 12 al 20% de los casos familiares de ELA.

Tratamientos empleados en la ELA

En la actualidad no existe ninguna cura capaz de detener o revertir la progresión de la ELA. Por ello, los especialistas se enfocan en la prolongación de la supervivencia y mejora de la calidad de vida.

Según los expertos, el mejor tratamiento resulta de combinar diversos agentes neuroprotectores, además del manejo nutricional sintomático y apoyo ventilatorio.

Actualmente se adelantan diversos estudios a nivel mundial, que aportarán información valiosa para el combate de esta enfermedad. A la par de esta incesante búsqueda diversos equipos de especialistas ayudan a los pacientes y familiares a ajustarse a infinidad de retos que implican el vivir con ELA.

Dichos equipos multidisciplinarios de profesionales de la salud diseñan planes de tratamiento personalizado. Además de ello, ofrecen equipos especiales que permiten mantener al paciente móvil cómodo e independiente según sus posibilidades.

Allí laboran endocrinos farmacéutas, neumólogos neurólogos, trabajadores sociales, terapeutas físicos respiratorios, psicólogos clínicos y enfermeros de atención domiciliaria.

Esto ha permitido que quienes padecen de ELA puedan obtener alivio de sus síntomas, y valerse por sí mismos. Asimismo, han logrado la mejoría de su calidad de vida además de la prolongación de su supervivencia.

¿Cómo disminuir las posibilidades de desarrollar ELA?

1. Tener un régimen alimenticio nutritivo 

En la medida que el cuerpo humano envejezca lo más sano posible, podrá mantener un equilibrio adecuado para afrontar muchas adversidades. De hecho, un sistema inmunológico funcionando adecuadamente, puede ayudar a prevenir diversas enfermedades que podrían comprometer muchos procesos metabólicos.

Existen algunas sugerencias generales que podrían ser muy beneficiosas para disminuir las probabilidades de desarrollar ELA o bien ralentizar su agravamiento. Dentro de ellas destaca el consumo de ácidos grasos Omega-3.

Estudios realizados por investigadores de la Escuela de Salud Pública de Harvard y otras instituciones, detectaron hallazgos muy interesantes. Los científicos partieron de su conocimiento acerca de que los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (PUFA) de la alimentación se incorporan a los lípidos cerebrales.

Allí, ellos pueden modular ciertos procesos oxidativos e inflamatorios. De esta forma evaluaron la progresión de ELA, frente al consumo de Omega-3 y Omega-6. El universo de participantes fue de algo mas de un millón (de los cuales 479 mil eran mujeres).

A lo largo del seguimiento se registraron 995 casos de ELA. Además de ello, una mayor ingesta de Omega-3 se asoció a un menor riesgo de su padecimiento.  Individualmente, el consumo de ácido alfa-linolénico (Omega-3 de origen vegetal) y PUFA de origen marino se asociaron a una menor propensión al padecimiento de ELA.

Según los Institutos Nacionales de Salud (NIH) existen ciertos alimentos que permiten incorporar Omega -3 en el organismo. Dentro de ellos destacan:

  • Pescados y mariscos, principalmente pescados grasos de agua fría (salmón, atún, caballa, sardinas y arenques)
  • Nueces y semillas (incluyendo la linaza y la chía)
  • Aceites Omega-3 y Aceite de Krill

2. Evitar la exposición a productos químicos

Un estudio publicado el 2016 en JAMA Neurology corroboró, que la exposición a ciertos contaminantes predispone a la aparición de ELA.

Vale destacar, que en este estudio se realizaron análisis sanguíneos, encontrando que los contaminantes más frecuentes en ELA eran plaguicidas.

Un estudio publicado el 2022, por la Universidad de Michigan (UM) se centró en establecer relaciones de causa-efecto entre las exposiciones ambientales y laborales con la ELA.

Los investigadores determinaron que la frecuencia de la ELA, ocasionada por mutaciones genéticas conocidas, se incrementará del 15% actual a un 70% en el 2040 en los Estados Unidos.

Según los investigadores responsables se cree, que este efecto no se asocia con la presencia de una población más anciana, sino con el exposoma de la ELA.

Dicho exposoma es definido como el efecto acumulativo de las exposiciones ambientales, y las diversas respuestas biológicas que se producen a lo largo de la vida de una persona.

Dentro de estas exposiciones destacan diversos pesticidas, contaminantes del suelo, aire y del agua, además de los contaminantes que se vinculan a las ocupaciones laborales.

Todos estos factores, al asociarse con ciertas alteraciones genéticas, generan una mayor propensión al desarrolla de la ELA. De hecho, se cree que el exposoma de la ELA, constituye el desencadenante de la neurodegeneración vinculada con esta enfermedad.

El nombre dado a esta hipótesis, es la del gen-tiempo-ambiente. Así mismo, investigaciones anteriores no publicadas, realizadas por este equipo científico lograron detectar unas 280 variantes genéticas pequeñas.

Ellas en su conjunto, podrían ayudar a predecir el riesgo de padecer ELA.

3.  Procurar mantener el sistema inmunológico funcionando adecuadamente

Muchos contaminantes pueden perdurar décadas o siglos en el ambiente, generando efectos adversos sobre el sistema nervioso.

De hecho, el equipo de la Universidad de Michigan, al considerar que las personas se exponen a múltiples contaminantes a lo largo de su existencia, decidió desarrollar una puntuación de riesgo ambiental.

Ello les permitió descubrir, que el efecto conjunto de estos compuestos incrementaba el riesgo de ELA unas siete veces.

Al considerar estos hallazgos, es importante que procuremos favorecer el funcionamiento adecuado del sistema inmunológico.

Algunas formas de lograrlo, es mediante una alimentación balanceada, una adecuada higiene de sueño y evitar el estrés crónico.

De acuerdo a estudios realizados con anterioridad, una forma de sanar y equilibrar el cuerpo, a fin de evitar el estés, es mediante una inmersión en lugares densamente poblados de árboles.

Diversos estudios realizados en Japón, una sociedad con altos niveles poblacionales urbanos y elevados niveles de estrés, han demostrado los beneficios de los baños de bosque.

Entre ellos destacan el equilibrio de la tensión arterial, reducción de los niveles hormonales vinculados al estrés, disminución de la incidencia de infartos y fortalecimiento del sistema inmunológico.

Es importante fortalecer el sistema inmunulógico evitando la contaminación, estrés crónico y manteniendo una adecuada alimentación e higiene personal. De esta forma, favorece que el sistema inmunológico de la persona con ELA, se mantenga funcionando lo más adecuadamente posible.

4. Evitar el tabaquismo

Una gran cantidad de estudios han demostrado, que los diversos compuestos presentes en el humo del cigarrillo generan diversos radicales libres.

Esto fue corroborado en un estudio realizado en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en Boston.

A partir de la información de 1,1 millones de participantes y un seguimiento promedio de veintiocho años se observó, que 832 personas padecieron de ELA.

Según los científicos, los ex fumadores fueron los que presentaron un mayor riesgo de padecer ELA. Ello en comparación, con los que nunca fumaron y con los fumadores actuales (en el momento del estudio).

Los resultados mostraron, que los fumadores presentaban un 42% más probabilidad de padecer ELA. A su vez, los ex fumadores arrojaron un 44% de mayor probabilidad de padecer esta enfermedad.

Es importante, que los adultos mayores no solo eviten fumar, sino que tampoco se expongan a ambientes donde se fuma.

5. Fortalecer el equilibrio físico

Según los expertos cuando un adulto mayor resbala y cae, pueden presentarse traumatismos craneoencefálicos. Este tipo de lesiones ocasiona daños cerebrales e incrementa el riesgo de ELA en adultos mayores.

De allí la importancia de que los adultos mayores se animen a realizar ciertos tipos de ejercicios aeróbicos. Ello les permitirá incrementar la fortaleza del sistema musculoesquelético.  Es ejecutar un tipo de práctica ideal en la que puedan respirar adecuadamente y a establecer un balance apropiado del cuerpo.

Es recomendable mantener la casa apropiadamente iluminada y libre de tapetes y alfombras, que puedan ocasionar resbalones peligrosos. De igual manera, es vital la colocación de barras de apoyo en los baños.

6. Disminuir los gastos innecesarios de energía

Si una persona mayor desea evitar o posee ELA, debería procurar prevenir la debilidad muscular y cansancio general.  Una forma de lograrlo, es siguiendo algunos de estos consejos:

  • Movilizarse a un ritmo constante
  • Alimentarse sanamente
  • Evitar situaciones estresantes
  • Mantener un patrón de sueño regular
  • Solicitar apoyo para el cumplimiento de ciertas actividades cotidianas.

Es también muy significativo tener presente que cuando una persona con ELA es cuidada por familiares, se pueden  producir muchos desequilibrios en el seno familiar.

De allí, la sugerencia de considerar la contratación de cuidadores para evitar el desgaste físico y emocional del resto de la familia.

Concluyendo

De acuerdo a lo presentado, mediante la conexión nerviosa entre el cerebro, médula espinal y motoneuronas, es posible controlar a voluntad el movimiento de ciertos músculos.

Gracias a ellos es posible caminar, deglutir, hablar y respirar. Sin embargo, cuando ocurre la ELA, las neuronas motoras que constituyen las células nerviosas conectadas desde el cerebro y la médula espinal al resto del cuerpo, se degeneran y mueren dejando de enviar mensajes a los músculos.

Esto ocasiona un debilitamiento gradual de los músculos, que puede comenzar por brazos y piernas,  manos y músculos de la garganta responsables de la deglución. Este proceso degenerativo ocasiona el deceso de las personas afectadas generalmente por una insuficiencia respiratoria.

Ello ocurre en la mayoría de los casos, de tres a cinco años posteriores a la aparición de los primeros síntomas. Sin embargo, un 10% de los enfermos de ELA pueden sobrevivir una década o más.

Aunque en la actualidad no exista una cura para esta enfermedad, es posible mejorar la calidad de vida de quienes la padecen o bien evitar que se llegue a presentar.

Dentro de dichas estrategias destacan el tener un estilo de vida saludable, la ingesta de alimentos o suplementos como MARINE OMEGA-3 y no exponerse a productos químicos. Además de ello, se debe mantener el funcionamiento adecuado del sistema inmunológico, evitar el tabaquismo, fortalecer el equilibrio físico y reducir el desgaste energético.

Para Daniella la información recibida, la cual comparto en el post, fue de gran utilidad. De hecho me comentó, que al compartirla con el grupo de voluntarias, decidieron incluir caminatas a parques cercanos.

Daniella me comentó, que los paseos más el consumo de algunos suplementos de Omega-3, produjeron resultados impensables en el estado de ánimo de muchos adultos mayores.

“La nutrición para el tratamiento de la ELA puede ser relevante por varias razones. Los informes indican que la dieta, en concreto el consumo de ácidos grasos Omega-3, desempeñan un papel importante en el progreso de la ELA y puede retrasar su aparición”

Victòria Ayala

Universidad de Lleida, España

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