El sistema inmunológico desempeña una función sinigual en el cuerpo humano. Dicha función le permite brindar protección frente a ciertas modificaciones a nivel de las células. Además de ello, posee la capacidad de defenderses de sustancias nocivas y patógenos.
De este tema vinculado al adecuado desempeño del organismo, hablaré a solicitud de Ophelia, una seguidora de Missouri. Ella es madre y abuela abnegada, que desde siempre ha procurado una adecuada salud para toda su familia.
Ophelia me comenta, que desde niña estuvo acostumbrada a una sana alimentación, pues se crió en una granja. Ella desde niña junto a sus hermanos ayudaban en las labores más sencillas. Y desde que aprendió a cultivar algunas plantas de uso medicinal, se enamoró de ello para siempre.
Ella tiene años en la ciudad, sin embargo, algunos de sus hermanos continuaron con la tradición de producir fresas, moras y calabazas a lo largo del año. Ophelia me dijo, que a ella le encantaba plantar menta y lavanda. Incluso me comentó, que su madre lograba mantener algunas plantas de aloe, utilizando un pequeño invernadero en los meses más fríos.
Para Ophelia hablar de este tema le emocionaba, y se comunicó conmigo a los fines de que le ayudara a reforzar cierta información sobre el sistema inmunológico. Ella comenzó a preocuparse por este tema desde hace tiempo y siempre consideró, que las plantas medicinales podían mejorar las defensas.
El entusiasmo de esta dulce mujer, realmente fue contagioso. Así sin demoras, le hice llegar cierta información acerca de cómo la ciencia ha observado el funcionamiento de nuestro sistema inmunológico.
También, a los fines de respaldar su hermosa tradición, incluí una propuesta natural. La misma posee efectos comprobados sobre el fortalecimiento del sistema inmunitario. Dado lo interesante del tema, decidí compartirlo en mi página.
¿Cómo funciona el sistema inmunológico?
El sistema inmunológico está formado por células, órganos y proteínas. Juega un rol importante en el organismo por cuanto lo protege de sustancias dañinas, gérmenes y cambios celulares que podrían perjudicar al cuerpo humano.
Al no estar fortalecido, el sistema inmunológico no puede funcionar como debe ser, tiene deficiencias que le impiden combatir gérmenes haciendo que las personas enfermen.
Las funciones primordiales del sistema inmunológico son:
- Identificar y neutralizar las sustancias dañiñas del medio ambiente
- Combatir los gérmenes que causan enfermedades como virus, bacterias, parásitos, hongos.
- Luchar contra los cambios causados por las enfermedades en el cuerpo.
Mostrando algunos detalles acerca del sistema inmunológico
En forma general, nuestro organismo cuenta con dos tipos de defensas. Ellas son: inmunidad innata e inmunidad adquirida.
Según los especialistas, la inmunidad innata es considerada constitutiva. Es decir, incluye diversas estructuras y mecanismos, que conforman la constitución de cada persona. Dentro de estos mecanismos destacan ciertas barreras, que evitan el ingreso de materiales y sustancias dañinas al interior del cuerpo.
De acuerdo a los especialistas, la inmunidad innata es proporcionada por las barreras mecánicas y químicas, la respuesta inflamatoria y el sistema del complemento.
Para diversos expertos, la primera barrera defensiva de nuestro cuerpo es la piel. Ello se debe principalmente a su característica de contar con diferentes capas, y con elevados niveles de queratina que le otorgan mucha resistencia.
A su vez, la inmunidad adquirida se activa a partir de la primera exposición a un patógeno. Y su protección comienza a efectuarse a partir de los futuros encuentros con el mismo tipo de patógeno. Esto nos indica, que la inmunidad adquirida es específica.
A pesar de las diferencias, diversos mecanismos innatos y adquiridos operan simultáneamente.
Otros integrantes de la inmunidad innata
Es importante destacar, que los epitelios que recubren el interior de los sistemas conectados al exterior poseen también adaptaciones defensivas. Entre estos sistemas destacan el digestivo, urinario, respiratorio y reproductor. De acuerdo a los expertos, estos epitelios son mucosas o capas de células que están especializadas en secretar moco.
Esta sustancia forma un recubrimiento a manera de barrera, impidiendo la llegada de patógenos hasta la superficie de las células. Incluso, esta capa mucosa posee ciertos péptidos denominados defensinas, con capacidad de eliminar parásitos, bacterias y hongos.
Se debe recalcar también, que a nivel del epitelio respiratorio se encuentran ciertas células especializadas denominadas ciliadas.
Los investigadores han logrado observar, que el movimiento coordinado de estas células produce un efecto de barrido. Gracias a este efecto se favorece el desplazamiento del moco, donde generalmente quedan retenidas diversas partículas que ingresan cuando respiramos.
A pesar de ello, las mucosas son más vulnerables que la piel. Por esta razón, se consideran puntos de entrada más frecuentes para ciertos agentes infecciosos o las toxinas que ellos generan.
Las barreras químicas también refuerzan la inmunidad innata
El cuerpo humano, además de contar con las barreras mecánicas antes descritas, también presenta barreras químicas. De acuerdo a diversos estudios se ha logrado establecer, que diversas sustancias producidas en nuestro organismo poseen actividad antimicrobiana.
Ejemplos de ello son la lisozima, una enzima presente en las lágrimas y saliva. Se ha detectado, que este compuesto es capaz de degradar las paredes celulares de ciertas bacterias. Incluso, el sebo y sudor presentan ciertas sustancias con efecto antibiótico, capaces de bloquear el desarrollo de microbios.
Cabe destacar, que el pH de ciertas secreciones de nuestro cuerpo posee un efecto inhibitorio sobre el desarrollo de patógenos. A manera de ejemplo destacan las secreciones vaginales, que en condiciones saludables presentan por lo general un pH entre 3,8 y 4,5 (ácido).
A su vez, resalta también el ácido clorhídrico producido a nivel estomacal. Por medio de él, se logra acidificar el jugo gástrico, obteniendo un pH de 2. Según los expertos, este nivel de acidez podría eliminar a casi la totalidad de microorganismos presentes en los alimentos.
Diversos estudios han establecido, que cuando alguien presenta desnutrición por falta de ingesta de alimentos, el organismo realiza un ajuste. Ello se debe a un mecanismo, que busca economizar los recursos.
Dentro de las funciones afectadas, buscando proteger las esenciales para sobrevivir, destaca la secreción de jugo gástrico. Lamentablemente, este es uno de los factores que influyen en el incremento de la susceptibilidad a enfermedades de transmisión alimentaria, como el cólera.
A su vez, la leche materna y otras secreciones poseen lactoferrina, una proteína que se une al hierro. Esto impide su disponibilidad a las bacterias, que lo requieren como nutriente.
También la microbiota benéfica posee efectos protectores. Se sabe, que producen ciertos compuestos antimicrobianos que controlan las bacterias patógenas. Además, estimulan ciertas células del sistema inmune.
Conociendo la respuesta inflamatoria
Cuando se presentan fallas en las barreras defensivas, los tejidos son invadidos por patógenos. Ello produce la activación de la segunda línea de defensa, denominada respuesta inflamatoria. Este efecto produce una serie de cambios sobre los tejidos afectados, los cuales son ocasionados por diversas sustancias.
Estos compuestos químicos pueden provenir tanto de los patógenos como del propio tejido, dentro de las sustancias liberadas destaca la histamina. La misma es producida por los leucocitos basófilos (un tipo de glóbulo blanco) y ciertas células del tejido conectivo.
Según los expertos, la histamina posee propiedades vasodilatadoras, lo cual provoca que la zona afectada reciba un mayor flujo sanguíneo. Este efecto incrementa la permeabilidad capilar, generando escapes de líquido plasmático.
Esto ocasiona el denominado tétrada de Celsius (en honor al médico que lo describió). Ello incluye síntomas clásicos de la inflamación: dolor, rubor, calor y tumor. Se ha determinado que el calor y rubor son ocasionados por la acumulación de sangre en el tejido afectado.
A su vez, el tumor hace referencia al incremento de tamaño de la zona inflamada por efecto de la acumulación de células inmunes.
Los fagocitos al rescate
Gracias al incremento de la irrigación sanguínea, se eleva la cantidad de neutrófilos y macrófagos, llamados en conjunto “fagocitos”. Según los estudios realizados hasta ahora, se sabe que estas células del sistema inmunitario innato son atraídos por ciertos mediadores producidos por el tejido afectado y también por toxinas bacterianas.
Se ha establecido, que la función más importante de los fagocitos es la fagocitosis. Es decir, la “ingestión celular” de patógenos y cuerpos extraños.
El Sistema del complemento
Este conjunto de más de treinta proteínas producidas a nivel del hígado, forman parte del sistema inmunitario innato. Ellas circulan por la sangre y el líquido extracelular, encontrándose inactivas la gran mayoría de ellas, hasta que ocurre un proceso de infección.
Las proteínas del complemento poseen varias funciones, tanto en la inmunidad adquirida como la innata. Dentro de ellas destacan
- Eliminar las bacterias y neutralizar los virus
- Coadyuvar en la destrucción de las bacterias adhiriéndose a ellas
- Atraer macrófagos y neutrófilos al lugar de la infección
- Participar en la promoción e incremento de la efectividad de los anticuerpos
- Facilitar el reconocimiento de ciertos invasores por parte de las células inmunitarias.
Inmunidad adquirida
Después de padecer una enfermedad infecciosa, se desarrolla la denominada inmunidad adquirida. Se ha detectado, que este tipo de protección específica se produce frente al patógeno que la estimula, siendo duradera.
Un ejemplo de este tipo de inmunidad se tiene en las enfermedades infecciosas que se padecieron en la infancia. Dentro de ellas destaca el sarampión, cuya infección causa protección por muchos años e incluso de por vida.
Para el desarrollo de los mecanismos de inmunidad adquirida, se requiere la presencia de un reconocimiento de los propios componentes de nuestro cuerpo, diferenciándolos de los extraños.
Si esto no se realiza de forma adecuada, se producen ciertas afecciones que causan daño al propio organismo. Es decir, se producen las denominadas enfermedades autoinmunes.
Incluso, esto puede ocurrir cuando se realiza un trasplante porque dichos tejidos provienen de otra persona, pudiendo llegar a rechazarse.
Se debe destacar, que cuando las células se convierten en cancerosas, presentan ciertas moléculas que no expresan las células normales. Las mismas, son reconocidas y eliminadas por el sistema inmune, sin embargo, las que logran escapar de este sistema se convierten en cáncer.
Muchas veces nuestro sistema inmune realiza procesos de defensa contra partículas extrañas, que no son patógenas. Esta anomalía es conocida como hipersensibilidad, y es la causa principal de las alergias.
Por lo general, las personas alérgicas presentan síntomas que se originan debido a respuestas exagerada frente a factores no patogénicos. Dentro de ellos destacan el polvo, polen y ácaros.
De esta forma se puede resaltar, que la respuesta inmune adquirida es responsable de la defensa específica y permanente contra patógenos, encargándose también de la vigilancia para detectar células malignas.
Aunque en algunos momentos puede propiciar la aparición de enfermedades autoinmunes, rechazo a órganos o tejidos trasplantados y alergias.
La inmunidad adquirida es un proceso gradual
De acuerdo a los especialistas la inmunidad adquirida, denominada también adaptativa o específica, no es congénita. Esto implica, que nuestro organismo debe someterse a un proceso de “aprendizaje”. Es decir, a partir del encuentro con sustancias ajenas a nuestro organismo denominadas antígenos.
Luego de este primer encuentro, los diversos componentes de la inmunidad adquirida logran establecer la mejor forma de combatir estos antígenos. Seguidamente, los componentes de la inmunidad adquirida aprenden la mejor forma de atacar a cada antígeno, y comienzan a desarrollar una memoria respecto a cada uno de ellos.
Por ello, es que la inmunidad adquirida se conoce también con el nombre de inmunidad específica. De hecho, sus propiedades más resaltantes son la capacidad para aprender, recordar y adaptarse.
Los glóbulos blancos especializados, un arma eficaz
Dentro de los principales responsables de la inmunidad adquirida resaltan los glóbulos blancos (leucocitos), y dentro de ellos los linfocitos. De acuerdo a los especialistas, el sistema inmunológico es capaz de recordar cada uno de los antígenos con el que se topa.
Ello permite realizar respuestas rápidas, específicas y enérgicas. Así, gracias a esa respuesta inmunitaria específica frente a un antígeno conocido, es que solo se padece varicela una vez, incluyendo otras enfermedades infecciosas eruptivas.
Dentro de estos linfocitos destacan las células T y células B. La inmunidad adquirida también es apoyada por las células dendríticas, citocinas y sistema de complemento.
Cabe destacar, que existen tres tipos de linfocitos T:
- Citotóxicos: poseen la capacidad de adherirse a células infectadas o malignas, destruyéndolas al perforar su membrana. Se denominan también células T asesinas naturales
- Cooperadores: son denominados también colaboradores. Su función es la de ayudar a otras células inmunitarias a generar anticuerpos frente a ciertos antígenos
- Reguladores: son denominados también supresores, y generan ciertas sustancias que ayudan a controlar o finalizar la respuesta inmunitaria. Esto permite evitar respuestas nocivas para nuestro organismo.
Los linfocitos B a su vez, realizan su acción mediante dos etapas. Una denominada respuesta primaria, que ocurre cuando se encuentra un antígeno por primera vez. Dicho antígeno unido a un receptor se transforma en célula de memoria. La respuesta secundaria ocurre como respuesta al antígeno por parte de los linfocitos de memoria.
Esto estimula su reproducción y transformación en células plasmáticas y producción de anticuerpos.
Una propuesta alternativa para incrementar las defensas y combatir la gripe
Infusión de Batas de saúco
Las bayas de saúco han sido empleadas por sus efectos antiinflamatorios e inmunomoduladores. Este fruto posee un elevado contenido de antocianinas, compuestos pertenecientes a los flavonoides.
De acuerdo a los estudios, las antocianinas poseen efectos sobre las glicoproteínas virales al desnaturalizarlas. Esto hace, que la entrada de los virus al interior de nuestro cuerpo se dificulte.
Se ha observado, que en la Medicina Tradicional China el saúco es utilizado con regularidad. Ello se debe a su propiedad de potenciar el sistema respiratorio y renal. Además de ello, se ha utilizado desde hace siglos para el tratamiento de la fiebre, dolor de garganta, inflamación de los ganglios y dolor de cabeza.
El resto de los ingredientes naturales empleados poseen efectos antioxidantes, antivirales, antifúngicos, antiinflamatorios, analgésicos y hepatoprotectoras, entre otros.
Ingredientes
- 1 litro de agua filtrada
- 4 cucharadas de bayas de sauco deshidratadas
- 1 rama de canela
- 2 rodajas de jengibre
- 1/4 de cucharadita de cúrcuma molida
¿Cómo lo realizo?
- Añadir un litro de agua filtrada en un recipiente mediano
- Agregar todos los ingredientes
- Llevar al fuego y cuando comience a hervir, cocinar a fuego lento durante veinte minutos
- Dejar reposar y colar
- Beber aún tibio.
Nota
Esta decocción no debe utilizarse en mujeres embarazadas o lactantes. Tampoco debe administrarse en niños menores de catorce años, o en quienes padecen lupus, esclerosis múltiple o artritis reumatoide.
Concluyendo
El mecanismo por el cual nuestro cuerpo nos protege se denomina sistema inmunitario, el mismo esta conformado por dos tipos de respuesta principales.
La primera es la respuesta inmune innata, considerada la primera línea de defensa de nuestro cuerpo. Y una segunda denominada respuesta inmune adaptativa. Esta última es más específica y se activa cuando la primera respuesta no funciona o no es suficiente
El sistema inmunitario innato está formado por ciertas barreras físicas tales como piel, vellos y moco. Esto impide o retarda el ingreso de cuerpos extraños en nuestro organismo. Incluye además barreras fisiológicas como la acidez estomacal y barreras celulares como neutrófilos y macrófagos.
En el caso de la respuesta inmunitaria “adquirida” o específica nuestro cuerpo puede combatir patógenos, que cambian con el tiempo. Esto se logra mediante la generación de células de memoria.
En ocasiones el sistema inmunitario detecta erróneamente sus propias células, como si fueran extrañas. Este mecanismo, daña a las células sanas de nuestro cuerpo y es conocido como respuesta autoinmune.
Para Ophelia la información recibida, que también comparto en el post, fue muy esclarecedora. Ella me manifestó, que esta información le permitió tener claridad de muchas cosas que no había imaginado. Esto le corroboró la importancia de llevar una vida sana, alimentarse balanceadamente y evitar sustancias nocivas para las células.
De hecho, me agradeció mucho por esta sencilla y antigua receta para la gripe y para el incremento de las defensas.
“Los sistemas inmunitarios tienen una relación incómoda con el entorno. La mayor parte de las veces, el encuentro con algo nuevo es inofensivo, pero la pequeña fracción de veces que no lo es puede ser muy peligrosa. Un sistema inmunitario eficaz debe ser capaz de discriminar esas diferencias, distinguiendo lo propio de lo ajeno y distinguiendo lo ajeno inofensivo de lo ajeno peligroso”
Dr. Lindsay B. Nicholson
Universidad de Bristol, Reino Unido
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https://medlineplus.gov/ency/article/000821.htm
https://www.msdmanuals.com/home/immune-disorders/biology-of-the-immune-system/acquired-immunity
https://www.sciencenewsforstudents.org/article/explainer-the-bodys-immune-system