El 4 de julio de 2020, se observaba que el costo de vidas humanas, seguía en aumento. Reportándose, más de once millones de casos confirmados y cerca de unas 518.100 personas fallecidas. Esta pandemia, actualmente afecta unos 208 países y territorios, constituyéndose en un grave problema de salud y económico.
Hasta ahora, se ha observado que las enfermedades pandémicas, se incluyen dentro de los sucesos que más aflicción han ocasionado a nivel mundial. Como ejemplo imborrable, destaca la pandemia de la Muerte Negra, que barrió con un tercio de la población europea. Incluyendo, además, la Gripe Española, que diezmó más personas que el total de víctimas de la Primera Guerra Mundial. Durante este siglo, hemos presenciado tres tipos diferentes de coronavirus, el SARS, el MERS y ahora el COVID-19.
Muchas expectativas, se han creado alrededor de la reducción del número de personas infectadas con COVID-19, con las temperaturas cálidas del verano. De esta forma, muchas personas esperan que las temperaturas de la nueva estación, incidan en la propagación del nuevo coronavirus.
Este es un tema, del cual, existen algunos hallazgos, pero faltan muchos elementos por profundizar. Y precisamente acerca de este interesante tema voy a hablaros, a solicitud de una seguidora de Carolina del Sur. Ella, se comunicó conmigo y me manifestó, un poco angustiada, que, hasta ahora no percibe de acuerdo a las noticias, que el número de infecciones haya bajado.
De acuerdo a cierta información recientemente publicada, existen una serie de elementos que hay que considerar. Vale destacar, que las predicciones con modelos climáticos no son sencillas. Sin embargo, se han hecho ciertas investigaciones interesantes, que me permitieron preparar un sencillo informe para esta seguidora. Me pareció bastante aleccionador y por ello, decidí compartirlo con vosotros.
¿Cómo condiciona el clima las infecciones de origen viral?
Investigadores que apoyan muchas iniciativas internacionales, incluyendo al Banco Mundial, han determinado ciertos elementos interesantes. Desde su punto de vista, en la medida que aumentan las temperaturas globales, se producen ciertos efectos tangibles. A largo plazo estos efectos producen sobre el clima y el habitad de la vida silvestre, un impacto importante en la salud humana. Esto, podría incrementar el riesgo de enfermedades infecciosas, tales como el COVID-19. En vista de ello, de acuerdo a los expertos climáticos, existen ciertos elementos claves a considerar.
Elementos claves
1. El riesgo de enfermedades infecciosas está condicionado por los patrones climáticos
Las estadísticas y estudios epidemiológicos, han permitido determinar, que los patrones climáticos cambiantes, favorecen el incremento del riesgo de enfermedades infecciosas a nivel mundial.
Esta variabilidad, incluyendo el cambio climático global, está afectando las formas o patrones de transmisión de diversas enfermedades infecciosas. Un claro ejemplo, es la presencia, en nuevas zonas geográficas, de enfermedades tradicionalmente ubicadas en regiones tropicales y subtropicales. Por ejemplo,como la malaria, anteriormente confinada a la zona sur del planeta o en tierras bajas, ahora se podría presentar en países templados. Esto se debe principalmente, al incremento de las temperaturas y de la intensidad de las precipitaciones.
Otro caso de mencionar, está representado en Nepal. Anteriormente demasiado frío para el dengue, sufrió su primer brote en 2006, con un puñado de casos. Desde entonces, la incidencia del dengue ha aumentado significativamente. Incluso, en el mes de mayo 2020, se realizó la detección de diversos casos de leishmaniosis visceral. Esto ha sido un motivo de alarma para las autoridades sanitarias. Se debe principalmente a que, hasta ahora, se creía imposible que los mosquitos flebótomos sobrevivieran por encima de los 650 metros.
Según EcoHealth Alliance, existe una relación del 31% entre la deforestación y enfermedades virales como Ébola, Zika y Nipah.
2. La mortalidad de los virus puede incrementarse por la contaminación del aire
Muchos estudios, han permitido demostrar, los efectos de contaminantes presentes en el aire. Entre ellos, los de partículas finas, tales como el carbono negro, nitratos y sulfatos. Se ha logrado observar, que dichas partículas, generan graves impactos, cuando ingresan al torrente sanguíneo y a nivel pulmonar. Además de debilitar el funcionamiento de los órganos, disminuyen la capacidad operativa del sistema inmuniológico.
Ciertas instituciones como Greenpeace, la Universidad de Harvard y la Universidad Martin Luther Halle-Wittenberg, lo han corroborado. Los científicos han sugerido que las partículas de contaminación del aire también pueden actuar como vehículos para la transmisión viral. Se observó, que un aumento menor a un gramo de partículas, se correspondió con un 15% de incremento de las muertes asociadas al COVID-19. Sobre todo, en ciudades, con altos niveles de contaminación del aire, como Lombardía, Nueva York y Wuhan. Esto muestra la importancia de minimizar el impacto causado por el tráfico, los residuos industriales y energéticos.
3. Pueden reaparecer enfermedades antiguas por efecto de la fusión del hielo del Ártico
Los científicos vienen monitoreando desde hace décadas, la fusión del hielo y el permafrost. El permafrost, es el suelo congelado, que se ubica principalmente a nivel del hemisferio norte. Se cree que cubre una cuarta parte de la tierra expuesta y posee miles de años de formación.
Cuando el permafrost se descongela, la materia orgánica, se calienta y descompone, liberando dióxido de carbono y metano. Además de ello, puede permitir que agentes infecciosos virales puedan reemerger. De hecho, en 2014, un grupo de científicos logró revivir un virus gigante que ataca a las amebas. El mismo había permanecido atrapado a muchisimos metros, durante más de 30.000 años.
Desde hace mucho, se sabe que el hielo, al derretirse, puede conducir a la reaparición de enfermedades antiguas. El hielo conserva muy bien tanto las bacterias como los virus.
En 2016, en un remoto lugar de Siberia, veinte personas se infectaron y un niño murió por contaminación con ántrax. La contaminación ocurrió cuando las altas temperaturas descongelaron un reno que había muerto 75 años atrás. Vale destacar también, que un equipo de investigadores encontró en el glaciar más del antiguo del Tíbet, treinta y tres géneros de virus, veintiocho de los cuales son desconocidos por la ciencia.
4. El efecto de calentamiento global, puede generar mutaciones virales riesgosas
De acuerdo a un estudio publicado por la Universidad Johns Hopkins en enero de 2020, se plantea la posibilidad de que el cambio climático provoque la aparición de nuevas enfermedades tolerantes al calor. Esto podría poner en riesgo una de las mayores armas del cuerpo humano para defenderse de las infecciones, como lo es la fiebre. Un clima cambiante, necesariamente propiciará una adaptación a las temperaturas más cálidas.
De acuerdo a lo investigado hasta ahora, para muchos expertos no hay dudas, que el nuevo coronavirus, fue transmitida desde los animales. Y este “salto”, ocurre principalmente porque cada vez hay más personas consumiendo alimentos de origen animal. Sin mencionar, que la cría de ganado, además de propiciar la deforestación, favorece el calentamiento global. Esto debido a que se ha establecido que casi la cuarta parte de las emisiones de gas metano que contaminan la atmósfera, provienen de la cría de ganado vacuno y ovino
¿Cómo es la relación del nuevo coronavirus con el clima?
Han transcurrido más de seis meses, desde que el COVID-19 hizo presencia entre la población mundial. Lamentablemente, no es una situación con soluciones sencillas y únicas. Son muchas las variables que influyen en los resultados. Por ello, los científicos continúan investigando acerca de la influencia del clima sobre el nuevo coronavirus.
Muchos países han apostado, que la incidencia de altas temperaturas por efecto de la entrada del verano en el hemisferio norte, ayude a disminuir la transmisión de COVID-19. Dentro de esos países, se incluye Estados Unidos, que en algunos sitios del sur del país ha visto incrementado el número de casos, luego de la decisión de reapertura.
Cabe destacar que el profesor Edward Nardell, de la Universidad de Harvard, ha notado que, en la mayoría de los estados del sur de los Estados Unidos, ha habido repuntes de COVID-19. Esta situación, se asocia, con un mayor empleo de equipos de aire acondicionado, debido al efecto de las calurosas temperaturas del verano. Esto puede crear situaciones similares a las del invierno, donde la gente se mantiene por más tiempo en espacios cerrados.
Iniciativa experimental para profundizar acerca del nuevo coronavirus y el clima
Recientemente, un equipo de científicos, utilizando un modelo epidémico dependiente del clima, realizaron simulaciones de la pandemia del COVID-19. Ellos se basaron en el uso de diferentes parámetros, recopilados hasta ahora, acerca de la biología del nuevo coronavirus. Esto permitió trabajar varios escenarios diferentes, encontrando que las variaciones en el clima pueden ser importantes para las infecciones. Sin embargo, en situaciones de pandemia, con un nuevo patógeno emergente, el clima, solo logra impulsar pequeños cambios.
Considerando un análisis preliminar, de las medidas de control no farmacéuticas, se ha observado que las mismas pueden lograr cierta moderación en la interacción pandemia-clima. De hecho, los hallazgos de la investigación, muestran que, sin la existencia de medidas de control eficaces, existe la probabilidad que se produzcan brotes más fuertes en climas más húmedos. Y posiblemente el verano (como ha sucedido hasta ahora), no limita la diseminación de la pandemia.
Para muchos investigadores, no existe certeza de que el nuevo coronavirus llegue a entrar en pausa durante el verano. Muchos de estos expertos, son especialistas en transmisión de enfermedades infecciosas y modelos climáticos. Incluyendo, los que realizaron las complicadas simulaciones por computadora, logrando establecer ciertas propuestas, de cómo se propagará el nuevo coronavirus los próximos meses.
De acuerdo a los investigadores, la falta de inmunidad frente al nuevo coronavirus y no el clima, es visto como un factor fundamental. Es decir, es esta falta de inmunidad, lo que logre impulsar la indetenible y veloz propagación. De hecho, de acuerdo a las simulaciones computarizadas, esta propagación se va a realizar de forma rápida y continua durante este verano y hasta el otoño.
Predicciones ajustadas a la realidad mediante el empleo de parámetros climáticos
El Instituto Ambiental de Princeton, ha estudiado por cierto tiempo la dinámica de muchas enfermedades infecciosas. Dentro de dichas enfermedades destacan la influenza estacional y el virus sincitial respiratorio. Así, se puede destacar la labor de Rachel Baker y Bryan Grenfell, quienes el año pasado publicaron un estudio pionero. En dicho estudio se mostró, cómo las temperaturas cálidas influyen la dinámica estacional de los virus en los próximos años.
Mucha gente, tiene la convicción de que las altas temperaturas de verano, favorecerán la disminución de la propagación del nuevo coronavirus.
La investigación más reciente, de los expertos antes mencionados, partió de analizar la asociación existente entre la velocidad de propagación del nuevo coronavirus y diversos parámetros climáticos. A efectos de realizar los análisis informáticos, se tomaron los parámetros climáticos regionales a nivel mundial. Se recopilaron, además, los datos de los casos de COVID-19, en los diferentes países afectados. Se comenzó con el primero de ellos, ocurrido diciembre de 2019. Y se finalizó, con los reportados hasta el cinco de junio de 2020.
Los primeros hallazgos detectados, muestran que la gran mayoría de los países ubicados en regiones con temperaturas relativamente más bajas, presentan un incremento más acelerado de los casos de COVID-19. Esto, relacionado con los países ubicados en regiones climáticas más cálidas, quienes incluso poseen condiciones socioeconómicas inferiores. Este descubrimiento, llamó la atención de los investigadores.
Estudios recientes corroboran efectos de la temperatura
De hecho, el mes de junio, investigadores del Centro Nacional de Análisis y Contramedidas de Biodefensa, lograron corroborar esta experiencia a nivel de condiciones controladas. Observaron que existen unos elementos determinantes para efectos del contagio. Entre ellos destacan: virus presente en el aerosol (minúsculas partículas sólidas o líquidas presentes en el aire), dosis infecciosa de partículas, distancia, dinámica del flujo de aire entre las personas y luz solar.
Es importante resaltar, que los aerosoles suspendidos en el aire son una amenaza potencial de transmisión de COVID-19. Mediante este novedoso estudio, se investigó el efecto de la luz solar simulada, la humedad relativa y la matriz de suspensión (saliva simulada) sobre la estabilidad del nuevo coronavirus.
Se observó que tanto la luz solar simulada, como la matriz afectaron significativamente la tasa de descomposición del virus. En cuanto a la humedad relativa, no se observó que la misma afectara la tasa de descomposición del virus. Las tasas de descomposición en la saliva simulada, bajo niveles de luz solar simulada de invierno fue de 19 minutos. A su vez, bajo luz simulada de verano y principios de otoño, la tasa de descomposición fue de seis minutos. Por medio de estos resultados, se puede sugerir que el potencial de transmisión del COVID-19 en aerosol o gotículas puede depender de las condiciones ambientales, particularmente de la luz solar.
Estos datos pueden ser útiles para informar estrategias de mitigación para minimizar el potencial de transmisión de aerosoles. De hecho, estudios recientes han estimado que hablar en voz alta, solo durante un minuto podría generar hasta 100.000 gotículas. Ellas contienen partículas de virus, que permanecen suspendidas en el aire. Se ha determinado, que estos aerosoles infecciosos pueden acumularse en aquellos lugares cerrados durante horas, siendo potencialmente infectivos.
Concluyendo
Desde que el nuevo coronavirus, se identificó por primera vez, se ha notado que el número de casos aumenta severamente en regiones más frías, como países europeos y norteamericanos. Sin embargo, aún no hay evidencia que asegure que el número de casos va a disminuir con temperaturas más elevadas. A su vez, el estudio del Instituto Ambiental de Princeton, permitió explorar la correlación directa entre la temperatura ambiente y el total de casos de COVID-19 confirmados.
De hecho, el rango en meses que incluye la data utilizada, permite una aproximación interesante de casi seis meses de datos meteorológicos. Los resultados de este estudio, establecen que el calor y la luz solar reducen la propagación del nuevo coronavirus y la prevalencia de COVID-19.
Pero, el estudio como tal, no vaticina que la enfermedad vaya a desaparecer del hemisferio norte durante el verano. Sin embargo, si se puede inferir, algunas posibles realidades, por ejemplo, que las temperaturas más altas del verano, permitirían implementar medidas de salud pública, las cuales podrían ayudar en a contener la propagación del nuevo coronavirus, hasta cierto nivel. Por ello, la advertencia de la OMS, de que el nuevo coronavirus se propaga en todos los climas, debe ser tomada muy seriamente.
Mi seguidora de Carolina del Sur, agradeció mucho la información, que es la misma que comparto en el post. De verdad, comprendió algunas verdades, sobre todo las que se relacionan con muchas de las consecuencias del cambio climático. Ella me comentó, que tiene familia agricultora y ellos desde hace tiempo producen de forma orgánica con bastante éxito. Incluso, me comentó que cada vez más cree en la ciencia, pues el efecto negativo de la permanencia en espacios cerrados con aire acondicionado ya lo había notado.
“Dada la falta de inmunidad al coronavirus en todo el mundo, si hay un efecto de la temperatura y la humedad en la transmisión, puede no ser tan evidente como con otros virus respiratorios para los que existe al menos una inmunidad parcial preexistente”
Reporte “Rapid Expert Consultation” sobre SARS-CoV-2, Abril de 2020
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https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7144256/
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7280824/
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https://directorsblog.nih.gov/2020/06/02/will-warm-weather-slow-spread-of-novel-coronavirus/
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32423996/
https://jamanetwork.com/journals/jamanetworkopen/fullarticle/2767010
https://www.ft.com/content/a26fbf7e-48f8-11ea-aeb3-955839e06441