Desde niños, hemos sido acostumbrados a proteger nuestra salud con las vacunas. Ellas, han demostrado ser, una medida altamente efectiva para protegernos de múltiples enfermedades. Con esta idea en mente, hace unos meses se iniciaron una serie de pruebas de algunas vacunas candidatas. Recientemente, se anunció, que ya comenzó un ensayo clínico de fase 3, para una desarrollada en los Estados Unidos. Dicha vacuna, es denominada por la ciencia, ARNm-1273. La misma, es una labor conjunta realizada por la empresa de biotecnología Moderna, Inc. y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID).
Según el director general de la OMS, ciertas vacunas se encuentran en la fase tres, correspondiente a pruebas clínicas. “Todos esperamos, que de ellas salgan vacunas eficaces, que ayuden a que la gente no se infecte, pero ahora mismo no hay una panacea, y quizá no la haya nunca”. Este comentario, se realizó por parte del Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, a inicios de agosto, en una rueda de prensa.
De este difícil tema, les hablo debido a la solicitud recibida por parte de una buena amiga de España. Ella afortunadamente, está en perfecto estado, cumpliendo al pie de la letra las recomendaciones, incluso, trabajando desde casa. Y el hecho de tener, mucho más tiempo, le ha permitido verificar los avances, acerca de la tan anhelada vacuna. Me comenta, que ha encontrado muchos comentarios desalentadores acerca de la posible utilidad de una vacuna contra el COVID-19. Y precisamente, por la confianza que me tiene, solicita mi opinión como profesional de la salud. Pues bien, con la investigación más reciente que encontré, elaboré para ella un sencillo informe, con ideas importantes acerca de este tema. Considerando su relevancia, en los momentos actuales, decidí compartirlo con vosotros.
Recordando algunos elementos acerca de las vacunas
La gran mayoría de las vacunas existentes, parten del mismo principio. El mismo, consiste en realizar la inoculación del patógeno causante de la enfermedad, de forma inactivada. Mediante este mecanismo, nuestro sistema inmunológico lo detecta y comienza a generar anticuerpos. Los mismos, pueden protegernos de futuras infecciones. Aun así, cada patógeno posee ciertas características y esto requiere la identificación precisa, de muchos factores. Por ello, para poder desarrollar una vacuna contra el nuevo coronavirus, implica establecer con claridad, ciertos detalles relevantes. Como, por ejemplo, qué elementos constituyentes o fracciones del mismo, deben ser empleados, además de su forma de administración. Finalmente, lo que se quiere, es lograr la mayor protección, durante el mayor tiempo posible.
Por regla general, el proceso de desarrollo de vacunas, requiere la realización de una serie de estudios. Ello supone, que antes de implementar pruebas clínicas en humanos, se deben realizar una serie de ensayos de laboratorio. Una vez, superada la fase de laboratorio, se inicia una primera fase. Dicha fase, permite probar la seguridad de la vacuna y generalmente, se practica sobre un reducido número de voluntarios. Este paso, es indispensable, antes de avanzar a las fases dos y tres. Las mismas, incluyen pruebas a una escala más amplia. Por lo general, todo este proceso, a veces alcanza períodos de tiempo cercanos a los diez años. Y a lo largo de este período, una gran cantidad de vacunas candidatas, son descartadas. Bien, por no haber aprobado las pruebas de seguridad o simplemente porque no son suficientemente competentes.
En el caso específico, de las propuestas de vacunas para el nuevo coronavirus, se hizo una excepción. Esto permitió, acelerar muchos procesos, reduciendo el tiempo previsto, a menos de 18 meses. Esto, se basó en estrategias comprobadas sobre virus similares, incluyendo la superposición de fases para ahorrar tiempo.
Algunas manifestaciones de desaliento acerca de la vacuna para COVID-19
De acuerdo a encuestas realizadas, contar con una vacuna comprobada y a disposición de las personas, posee mucho valor. Sin embargo, algunos expertos en el área de salud pública, actualmente realizan debates importantes, acerca de que las esperanzas de una vacuna, pueden estar aumentando demasiado. Y esto, se lo atribuyen en gran parte, a la forma en que políticos y empresas, han transmitido la información. Según ellos, esto podría sembrar ideas poco realistas acerca del porvenir, e incluso generar dificultades para la implementación de estrategias. Sobre todo, porque mucha gente, ha llegado a pensar que, con la presencia de la vacuna, finalizará la pandemia y con ella el uso de mascarillas.
No se puede negar, el ritmo vertiginoso, que lleva el desarrollo actual de vacunas para el COVID-19. A finales de julio, un par de ellas, iniciaron la etapa final de las pruebas en humanos. Realmente, se trata de un récord científico, haber alcanzado la etapa 3. Esto llevó a los representantes de las empresas farmacéuticas, a manifestar ante la opinión pública que se trataba de un hecho histórico y además asombroso. Incluso, durante julio, ellos le aseguraron al congreso, que las vacunas podrían estar listas en octubre o antes de finalizar este año.
Todo esto, muchas veces es expresado mediante algunas declaraciones en prestigiosos diarios como The Washington Post. Que logran recoger, ciertas posturas asumidas por algunos científicos, con referencia al desarrollo de una vacuna. Yonatan Grad, profesor asistente de enfermedades infecciosas e inmunología en Harvard, fue contundente. “Me parece poco probable que una vacuna sea un interruptor de apagado o un botón de reinicio en el que volveremos a los tiempos previos a la pandemia”. Y para la viróloga, Angela Rasmussen, de la Universidad de Columbia, hay escepticismo, al plantear: “no es que aterricemos en Oz”.
¿Por qué dudan algunos expertos con respecto a la vacuna de COVID-19?
Posiblemente, esto tenga que ver, con algunos hallazgos encontrados por algunos inmunólogos. Ellos, han venido realizando ciertas pruebas sobre personas que han resultado infectadas con el nuevo coronavirus. Mucho de este esfuerzo, se ha centrado, en cómo determinar con exactitud la inmunidad sobre el nuevo coronavirus y su duración. Un estudio realizado sobre 65 personas infectadas, muestran que ciertos anticuerpos neutralizantes, se unen a las proteínas del virus, evitando la infección. Sin embargo, se ha observado, que el efecto puede durar para algunas personas, hasta solo dos meses, decayendo posteriormente. Incluso, los científicos, aún no saben qué nivel de anticuerpos neutralizantes, es necesario para combatir una reinfección del nuevo coronavirus. Siendo así, podría significar, que una vacuna potencial podría requerir refuerzos regulares y la inmunidad del rebaño, podría no presentarse.
Para otros investigadores, como el virólogo Andrés Finzi, de la Universidad de Montreal, los anticuerpos, reflejan parte de la realidad. Él es de la idea, de que hay que considerar, además, las importantes células inmunes, denominadas células T. Principalmente, porque existen algunos estudios que sugieren que la infección provocada por el nuevo coronavirus, también las involucra en la batalla. De hecho, estas células, son muy importantes, para el desarrollo de la inmunidad a largo plazo.
Este investigador, menciona que muchas personas, piensan que la inmunidad es equivalente a anticuerpos. “Es mucho más complejo, que los anticuerpos solos”. Por ello, planea estudiar el papel de los mismos, en la respuesta de las células inmunes, ante el nuevo coronavirus. Para Shane Crotty, viróloga del Instituto de Inmunología de La Jolla, California, la “inmunidad esterilizante”, responsable de prevenir la infección, podría durar solo meses. Sin embargo, la inmunidad protectora, que favorece la prevención o el alivio de los síntomas, podría durar más tiempo. Esto, se ha establecido, mediante estudios realizados con otros coronavirus.
¿La vacuna podría funcionar adecuadamente?
Para la mayoría de las instituciones y organizaciones alrededor del mundo, una vacuna efectiva, favorecería el retiro de la pandemia. En la actualidad, se están efectuando unas 200 propuestas, dos de las cuales se encuentran más avanzadas
Existen algunos datos que han sido revelados, por algunas fuente, tales como la Universidad de Oxford y los ensayos con animales a nivel de laboratorio. En este caso, una prueba realizada en simios, revela información interesante. Se ha logrado prevenir la infección pulmonar y el desarrollo de neumonía, cuando estos animales son expuestos al virus. Sin embargo, no se observó protección a nivel del tracto respiratorio superior (fosas nasales, boca, faringe y laringe). De hecho, la cantidad de material viral, fue equivalente a la encontrada en simios no vacunados. Estos resultados preliminares sugieren, que una vacuna para COVID-19, podría ayudar a prevenir enfermedades graves, más no la dispersión del virus.
Los datos en humanos, aunque escasos, sugieren que las vacunas COVID-19 provocan que el cuerpo humano produzca potentes anticuerpos neutralizantes que pueden bloquear la infección del virus. Lo que aún no está claro es si los niveles de estos anticuerpos son lo suficientemente altos como para detener nuevas infecciones o cuánto tiempo persisten estas moléculas en el cuerpo.
De acuerdo, a los datos manejados hasta ahora, se puede decir que las vacunas son “reactogénicas”. Es decir, las mismas, han provocado ciertas molestias, en su mayoría a corto plazo en cierta cantidad de voluntarios. Por lo general, se trata de dolor a nivel de los brazos y cabeza, además de escalofríos, fiebre y fatiga. De acuerdo a los expertos, siempre y cuando, estos sean transitorios y no causen estados de gravedad, esto no debe ser causa de alarma. Más bien, podría tratarse de una respuesta positiva de la activación del sistema inmunológico.
Inicio de fase tres en vacuna norteamericana contra COVID-19
Un importante anuncio, se realizó a finales de julio, 2020. La empresa farmacéutica estadounidense, Moderna, dio inicio a la fase tres del ensayo de su vacuna experimental contra COVID-19. Según los representantes de dicha empresa, se logró un incremento del monto destinado al financiamiento. De esta forma, BARDA (Biomedical Advanced Research and Development Authority) y FDA, acordaron una modificación del contrato. Esta modificación, obedece a la inclusión de un mayor número de voluntarios para la realización de la fase tres. De esta forma, el monto actual, que duplica la cifra original, alcanza los 955 millones de dólares. Esto se enmarca en una operación denominada “Warp Speed” o Velocidad de la luz, a objeto de acelerar su culminación. La idea, es realizar esta última fase, con la participación de 30.000 voluntarios. La misma, estará dirigida por el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los Estados Unidos (NIAID).
Se prevé, administrar aleatoriamente una dosis de 100 microgramos del fármaco o una dosis de placebo a los 30.000 participantes. Este procedimiento, permitirá comprobar, si es posible prevenir la enfermedad sintomática de COVID-19. Por supuesto, partiendo de la protección, frente a la infección ocasionada por el nuevo coronavirus, causante de la enfermedad.
De acuerdo al director del NIAID, el Dr. Anthony Fauci, las diversas medidas de protección y distanciamiento físico puedan ayudar a mitigar la propagación del nuevo coronavirus. Sin embargo, se necesita de forma urgente una vacuna preventiva que sea segura y efectiva. “Los resultados de las pruebas clínicas en etapa inicial indican que la vacuna en investigación ARNm-1273 es segura… Lo cual, respalda el inicio de un ensayo clínico de fase 3. Este ensayo científicamente riguroso, aleatorizado, controlado con placebo está diseñado para determinar si la vacuna puede prevenir COVID-19 y durante cuánto tiempo puede durar dicha protección”
Pasos venideros para lograr el desarrollo de una vacuna
Es importante destacar, que realmente existe la necesidad imperiosa de una vacuna. Y también, el desarrollo de la misma, sería un logro importante, para cualquier país que llegue a esa anhelada meta. Para ello, se debe superar la fase 3, consistente en un ensayo de grandes proporciones. Como dijimos, en párrafos precedentes, aquí participan miles de voluntarios y se compara cómo evolucionan, una vez que son vacunados. Ellos, son comparados con otras personas, a las que solo se les administra, un placebo. Aparte de ello, se obtiene información, acerca de la seguridad y efectividad de la vacuna. Incluso, esta fase, sirve para complementar la información con respecto, a posibles efectos secundarios, que no se hayan observado en la fase dos.
Así, al completar la fase 3, se lograría demostrar la seguridad y eficacia de una o de varias vacunas. Y aunque esto llegase a ocurrir, antes de finalizar 2020, no es indicativo de que estarán disponibles para este año. Pues aún, habrían algunos obstáculos importantes que vencer. Dichos obstáculos, serán enfrentados tarde o temprano, por muchos países, que participan en la contienda por desarrollar una vacuna. Se debe destacar, que los mismos, precisamente no son de índole científica. La referencia es específicamente a la fase de producción masiva, las interrelaciones entre los gobiernos y las empresas fabricantes y distribuidoras y la propiedad intelectual de la vacuna.
Vale destacar, que los CDC, sugieren una posible fase 4. La misma permite realizar un monitoreo y recolección posterior, después de haber sido aprobada la licencia en la fase anterior. Vale destacar, que luego de que la vacuna ha superado todas las pruebas, podría pasar hasta un año y medio. Luego comenzaría su distribución, mediante diversas fases de campañas de vacunación.
Concluyendo
Actualmente, se alcanzan los 7 mil millones de habitantes a nivel mundial. Si, solo fuese vacunar, a la mitad de la población del mundo, se necesitarían unos 4.000 millones de dosis. Pensando que, el escenario de aplicación fuera de una sola dosis, sabiendo que muchos tipos de vacuna, requieren más de una dosis. Algunos inmunólogos, han venido realizando pruebas en pacientes que han resultado infectados con el nuevo coronavirus. Mayormente, este esfuerzo, busca determinar exactamente, la inmunidad sobre el nuevo coronavirus y su duración.
Lamentablemente, se ha comprobado, que el efecto solo puede durar dos meses, en algunas personas. Incluso, los científicos, aún no logran establecer, el nivel exacto de anticuerpos neutralizantes, necesarios para combatir una reinfección del nuevo coronavirus. Por ello, una vacuna potencial podría requerir refuerzos regulares, es decir más de una dosis, sin la garantía de la inmunidad de rebaño. No obstante, la OMS, pensando de forma global, impulsó la iniciativa denominada “Acceso al Acelerador de herramientas COVID-19”, también conocida como Acelerador ACT.
La misma, está integrada, por gobiernos y organizaciones multilaterales, con socios del sector privado y la sociedad civil. Cabe destacar, la presencia de la Coalición para la Innovación en Prevención de Epidemias (CEPI) y la Alianza Mundial para la Inmunización (GAVI). Este valioso equipo, posee un ambicioso objetivo: que se tenga acceso a la vacuna y que pueda adquirirse a un precio razonable.
Mi amiga Sandra Cecilia de España, se interesó aún más por la información, la cual comparto en el post. Piensa, que, a pesar de algunas posturas científicas, está convencida de que al final, el sistema inmunológico, desempeñará un papel muy importante . Y ante ese panorama, se debe confiar en El Creador y ser disciplinados. De esta forma mientras se define el arribo de una vacuna, se evita contagiar y ser contagiados.
“Tener una vacuna segura y efectiva distribuida para fines de 2020 es una meta difícil, pero es la meta correcta para el pueblo estadounidense. El lanzamiento de esta prueba de Fase 3 en un tiempo récord, mientras se mantienen las medidas de seguridad más estrictas, demuestra el ingenio estadounidense en su mejor momento. Y lo que se puede hacer cuando las partes interesadas se unen con objetividad inexpugnable hacia un objetivo común”
Francis S. Collins, Ph.D
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https://www.ncbi.nlm.nih.gov/search/research-news/10801/
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7369565/
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32393526/
https://www.nature.com/articles/d41586-020-01989-z
https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)31605-6/fulltext
https://www.washingtonpost.com/health/2020/08/02/covid-vaccine/