Según las últimas apreciaciones de los especialistas, las hernias ventrales incisionales (eventración) son consideradas una complicación frecuente. De hecho, suele ocurrir en todas las especialidades quirúrgicas donde se intervienen las zonas pélvicas, abdominales y retroperitoneal.
Dada su incidencia actual es importante conocer acerca de este tipo de anomalías, incluyendo la sintomatología y tratamientos existentes.
De este problema considerado de salud pública voy a hablar a solicitud de Meredith, una seguidora de Arkansas. Ella es una mujer de mediana edad cuyo esposo fue diagnosticado con cálculos a nivel de la vesícula.
Ella se comunicó conmigo para solicitar mi asesoría acerca de las hernias postoperatorias, que suelen surgir en muchas ocasiones.
Meredith estaba muy nerviosa porque el año pasado un amigo de su esposo también fue operado de la vesícula y presentó ciertas complicaciones.
Entre ellas la presencia de una hernia, que se presentó luego de su operación. Ella quería saber con exactitud cómo se producen, y si es posible evitar que aparezcan.
Su preocupación realmente no era infundada, pues las hernias postoperatorias o eventración, suelen ocurrir comúnmente.
Por ello le preparé un material donde le mencionaba acerca de cómo se produce, los síntomas de esta complicación y la forma como se tratan actualmente.
La eventración o hernias incisionales constituyen actualmente un problema global, que se debe conocer. Por ello consideré necesario compartir esta información en mi página.
De acuerdo a los especialistas, la eventración es una de las complicaciones más frecuentes luego de una cirugía abdominal. Lamentablemente este problema de salud pública continúa ignorado en gran medida, provocando una morbilidad y gastos apreciables.
Según los expertos se considera, que una eventración constituye una protrusión (desplazamiento) subcutánea de una parte de un órgano o tejido intraabdominal.
Por lo general, se produce a través de una zona debilitada de la pared abdominal a consecuencia de una intervención quirúrgica, un traumatismo contundente o malformaciones congénitas.
Incluso, se produce en cualquier incisión quirúrgica de la pared abdominal, incluyendo los sitios donde se insertan los trocares (instrumentos quirúrgicos) empleados en laparoscopia.
Se ha observado, que es más frecuente en las incisiones verticales que en las transversales. Vale destacar, que la mayoría de los procesos de eventración pueden diagnosticarse monitoreando la historia y examen clínico del paciente.
Esto es sencillo, pues se observa una protuberancia abdominal a nivel de la cicatriz quirúrgica. Sin embargo, muchas hernias incisionales son asintomáticas y solo entre el 20 y 50% presentan dolor.
Por ello, ante la sospecha de una hernia o eventración se debe acudir al cirujano. De acuerdo a la experiencia, en un 95 % de los casos mediante la exploración manual, y una sencilla maniobra de esfuerzo por parte del paciente, es posible su detección.
Según los expertos, existen tres elementos resaltantes que forman parte de la eventración. Dentro de ellos destacan:
El anillo u orificio de eventración está formado por bordes musculares retraídos e invadidos por tejido fibroso. Se ha observado, que los bordes de este anillo, denominados también defecto parietal, se detectan de forma precisa palpando la zona abdominal con el paciente acostado sobre su espalda.
Para ello, el paciente debe contraer sus músculos abdominales, levantar su cabeza o elevar los miembros inferiores. Mediante este procedimiento, el especialista logra establecer el espesor y consistencia del anillo de eventración.
Los especialistas denominan saco de eventración el espacio resultante de la separación de la fina membrana, que envuelve los músculos.
Se ha observado, que el saco de eventración se va generando por múltiples fibras musculares que fueron disgregadas e invadidas por tejido conjuntivo fibroso.
Esto finalmente constituirá el fondo del gran saco que se formará a futuro, lo cual favorecerá una mayor distensión de la zona muscular ralentizando el proceso de cicatrización.
El contenido del saco puede variar, en muchas ocasiones pudiendo contener una parte del epiplón (repliegue del peritoneo), colon, intestino delgado o ambos simultáneamente.
Se ha observado, que este contenido puede ser reductible o irreductible. A su vez, el contenido irreductible podría presentarse incarcerado (atrapada) y estrangulado.
Esta última condición consiste en que el contenido protruye o atraviesa el orificio herniario. Esto ocasiona, que el mismo quede atrapado, siendo prácticamente ahorcado, resultando en una falta de circulación sanguínea, lo que se considera una urgencia médica.
Como se mostró anteriormente, la eventración se origina principalmente por una mala cicatrización luego de sufrir una incisión a nivel abdominal.
Cabe destacar, que la predisposición para su desarrollo comúnmente suele estar relacionada con cualquier factor que ocasione el incremento de la presión intraabdominal. Entre las más comunes se encuentran la obesidad, tos crónica y ascitis.
Asimismo, se deben considerar las condiciones que favorecen el debilitamiento localizado o generalizado de la pared abdominal.
Entre ellas destacan los traumatismos, envejecimiento, cirugías previas y colagenopatías (inadecuada producción o falta de producción de colágeno).
Estas son algunas descripciones acerca de estos factores:
Según los especialistas, la relación entre obesidad y reparación de la hernia presenta diferentes aspectos desde la aparición de las mismas hasta el desarrollo de eventraciones o de complicaciones.
Se ha establecido, que el exceso de peso a nivel de la cavidad abdominal puede presionar hacia la pared abdominal, ocasionando la hernia.
De hecho, algunos estudios realizados han demostrado una asociación significativa con el Índice de Masa Corporal. Así, la incidencia de hernia incisional en personas de Índice de Masa Corporal (IMC) inferiores a 24,4 kg/m2 fue del 7,8%.
No obstante, la incidencia de hernia incisional se elevó al 18,8% cuando el IMC superaba el valor de 24,4. Incluso, un IMC superior a 24,4, se considera un factor predictivo independiente de la presencia temprana de hernia incisional.
Según los especialistas, el proceso de malnutrición puede ocasionar un desequilibrio del flujo de los líquidos corporales.
Esto podría provocar ciertos inconvenientes en personas, que poseen alteraciones a nivel hepático o renal. Esto podría conllevar a la acumulación de fluidos abdominales, estimulando la presencia de hernia incisional.
Esta afección consiste en la acumulación de líquido en el interior de las capas, que recubren los órganos abdominales (peritoneo). Por lo general, tiende a afectar a las personas que padecen cirrosis hepática.
Se ha observado, que la cirrosis representa alrededor del 80% de los casos de ascitis. Por lo general los factores de riesgo de la ascitis incluyen:
Se ha observado, que las mujeres que han presentado embarazos múltiples están muy predispuestas a eventraciones. Ello ocurre principalmente debido al espacio y peso que ocupan los bebés en gestación.
Se ha observado, que se produce una distensión de las paredes abdominales, ocasionando su debilitamiento.
Según los especialistas, los hematomas o infecciones producidos tempranamente en la zona quirúrgica ocasionan desprendimientos de los puntos de sutura.
Asimismo, ciertos esfuerzos físicos intensos o la tos crónica pueden también ocasionar el desprendimiento de los mismos, favoreciendo la presencia de hernias quirúrgicas.
Los especialistas han detectado diversas causales de la eventración, dentro de ellas destacan:
Es importante tener en cuenta, que cuando aparece una eventración suele presentarse un bulto o tumoración a nivel de la zona abdominal, donde se practicó la cirugía. Según los especialistas, aunque no es frecuente la aparición de dolencias, muchas personas suelen presentar ciertas molestias.
Se debe resaltar, que cuando la eventración no es tratada a tiempo, pueden producirse procesos de estrangulación. El estrangulamiento de la hernia supone la aparición de un compromiso vascular del contenido herniario con la consiguiente isquemia del contenido de la eventración.
De acuerdo a los especialistas, si el contenido de un asa intestinal se mantiene por mucho tiempo, incluyendo la isquemia (reducción del flujo sanguíneo), podría producirse una perforación intestinal.
Por lo general, dichos procesos negativos ocasionan dolores intensos y persistentes, además de procesos febriles e inflamatorios en el lugar donde se encuentra la eventración. Según los expertos, los síntomas de la eventración, suelen ser diferentes en función del caso.
No obstante, en la mayoría de ellos suele ser recurrente la aparición de una deformidad en la pared abdominal. Por lo general, suele presentarse en la zona que abarca la cicatriz de la cirugía o los lugares próximos a ella.
De acuerdo a lo observado, ocurre con mucha frecuencia cerca de la zona umbilical y también a menudo en la zona central o línea media abdominal.
Su presencia frecuentemente se acompaña de molestias y dolores de intensidad variable, que pueden ser causadas por obstrucción intestinal.
Luego de realizadas las pruebas pertinentes, que pueden incluso incluir el TAC o tomografía axial computarizada, se procede a remediar la situación mediante intervención quirúrgica.
La intervención quirúrgica puede ser de dos formas:
Mediante este procedimiento, el cirujano practica una incisión abierta en la zona abdominal. Esto permite examinar e intervenir la zona afectada ubicada interiormente.
En primer lugar, debe aplicarse anestesia. Luego de ello, se realiza una incisión de cinco a diez centímetros para llegar a la zona comprometida.
Una vez ubicado en la eventración, el cirujano vuelve a colocar en su lugar correcto el contenido que se encontraba afuera.
Este proceso es acompañado de la colocación de una malla quirúrgica específicamente en la zona donde se encontraba la eventración.
El tipo de malla a emplear, que se coloca para corregir la deformación, estará en función del tipo de eventración, además de ciertas condiciones que pudieran afectar la recuperación del paciente.
Entre ellas la presencia de infecciones y la posición de la malla. Según los especialistas, el tiempo de intervención de este tipo de cirugía es de unos treinta a cuarenta minutos.
Este tipo de cirugía difiere de la cirugía abierta, porque solo se emplean pequeñas incisiones que permiten corregir la eventración. Al igual que en el anterior tipo de cirugía, se inicia empleando anestesia al paciente a intervenir.
Luego de esto el cirujano realiza de tres a cuatro incisiones pequeñas en la zona de la eventración. A través de una de ellas, el cirujano introduce un laparoscopio. Este instrumento quirúrgico viene equipado con una cámara miniatura además de una fuente para iluminar.
Esto permite observar el interior de la cavidad abdominal. El resto de las incisiones se emplean para introducir una serie de instrumentos quirúrgicos a fin de realizar de forma adecuada el procedimiento.
Luego de reparada la anomalía, el cirujano coloca una malla quirúrgica en el lugar del abdomen que presentaba la eventración. Esto impide que la misma vuelva a producirse.
Seguidamente de este procedimiento, se procede a realizar la sutura. Este proceso suele realizarse entre unos noventa a ciento veinte minutos.
Cabe destacar, que a pesar que exige mayor tiempo de realización que la cirugía abierta, la recuperación es más rápida. Asimismo, ocasiona menor dolor postoperatorio y las cicatrices que se producen son más pequeñas.
De acuerdo a lo que se observó, el cirujano no puede controlar completamente los factores que intervienen en la aparición de hernias debidas a una cicatrización quirúrgica inadecuada.
Por ello podríamos destacar que, él no es el único responsable de cualquier resultado adverso que produzca una eventración.
Pero sí es una responsabilidad propia lograr disminuir la incidencia, al eliminar complicaciones en pacientes que presenten pocos factores de riesgo.
Así, frente a cuadros de ascitis, malnutrición y obesidad los logros serán poco ambiciosos mientras no se investigue a profundidad en otras técnicas de cierre o nuevos materiales para suturar.
Actualmente los tratamientos empleados para corregir la eventración son la cirugía o hernioplastia abierta y la cirugía o hernioplastia laparoscópica.
A pesar que la cirugía laparoscópica exige mayor tiempo de realización que la cirugía abierta, la recuperación es más rápida. Además, provoca menor dolor postoperatorio y las cicatrices que deja son más pequeñas.
Para Meredith la información suministrada, la cual comparto en el post, fue de mucha utilidad para ella y su esposo. Ella encontró el material muy interesante, porque transmite que también el paciente puede evitar la aparición de una eventración.
De hecho, su esposo decidió seguir una dieta saludable y bajar de peso antes de someterse a cirugía. Ella me comenta, que él decidió realizarla por cirugía laparoscópica.
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