Muchos investigadores e instituciones de salud pública, están recurriendo a diversas fuentes históricas, indagando hechos ocurridos hace un siglo. Precisamente hace cien años, entre 1918 y 1919, ocurrió la pandemia más mortal de influenza que haya sido registrada.
Sin embargo, un siglo después, no se conoce con exactitud ni la ubicación, ni el momento exacto de inicio. De esta forma, se han realizado una serie de registros que arrojan nuevas perspectivas acerca de la Gripe Española. De hecho, se está considerando incluso, que pudo ser causada por una actividad intensa de influenza registrada en los Estados Unidos desde 1915.
Existe una reseña publicada en The Lancet, de fecha 14 de julio de 1917. En ella se menciona: “Estamos tratando con una epidemia de una variedad de bronquitis purulenta, (…) causada por el bacilo de la gripe (Influenza Bacillus).” La reseña fue realizada por tres médicos. Ellos estaban asignados a la atención de las tropas inglesas ubicadas en bases del norte de Francia.
Es interesante cuando se brindan nuevas perspectivas históricas, muchas de las cuales salen a la luz recientemente. De hecho, la pandemia de influenza de 1918, se denomina Gripe “Española”, porque dicho país permaneció neutral durante la primera guerra mundial. Esto le permitió, reportar sin restricciones, noticias sobre la actividad de influenza.
Cuando la ciencia acude a las fuentes históricas, lo hace por razones muy importantes, sobre todo porque el COVID-19 y la Gripe Española, comparten algunas similitudes en su forma de transmisión. Esto ha permitido, tomar algunas lecciones, de ese duro momento de la historia de la humanidad. Dentro de ellas, el distanciamiento social y el cierre de las escuelas.
Este artículo presentado aquí, obedece a muchas solicitudes realizadas, las cuales reflejan una enorme inquietud acerca de las diferencias entre el COVID-19 y la Gripe Española.
Para nadie es un secreto, que la pandemia de Gripe “Española”, ocurrida hace 102 años, se considera hasta ahora, la más devastadora jamás vivida. De acuerdo al estimado, se cree que un tercio de la población mundial se contagió de esta gripe. Estableciéndose el número de fallecidos, en unos 50 millones de personas (más del 2,5% de la población mundial).
Se menciona, que la gravedad de la pandemia fue de tal dimensión, que entre 1917 y 1918, la expectativa de vida en los Estados Unidos disminuyó en unos 12 años. De esta forma, llegó a 42,2 años para las mujeres y 36,6 años para los hombres. Incluso, se presentaron altas tasas de mortalidad en grupos normalmente sanos, es decir personas entre 20 y 40 años. Esto realmente fue inusual, pues la influenza por lo general afecta a los niños o a los ancianos.
Se tienen registros, que señalan, actividad poco habitual de influenza en los Estados Unidos. La misma fue detectada inicialmente, en campamentos militares y en algunas ciudades durante la primavera de 1918.
Se ha logrado establecer, que tanto en los Estados Unidos, como en otros países involucrados en la guerra, se informó muy poco acerca de la gravedad y los casos reportados. Esto lo hicieron las autoridades en ese momento, aduciendo que les interesaba mantener la moral alta entre la población. Evitando por ello, en esa temporada de guerra, entregar información acerca de enfermedades que afectaban a los militares combatientes.
Diversos registros señalan que esta enfermedad mostró dos picos principales, uno en 1918 y otro en 1919. Y se observó, además, que la muerte ocurrida a las personas, no fue por el efecto directo de la gripe. Más bien, fue causada por una bronconeumonía bacteriana secundaria.
En 1918, en uno de los campamentos militares ubicados en Kansas, Estados Unidos, se detecta la primera persona infectada o “paciente cero”. Se sabe que, desde este sitio, el virus comenzó a esparcirse de forma muy rápida hacia otros campamentos militares de los Estados Unidos. Los campamentos en ese momento, se encontraban en etapa de entrenamiento de soldados para enviar como aliados para Europa.
Vale destacar, que cuando esta gripe desaparece, en 1918, no se contaba con muestras del virus. Gracias a un trabajo muy interesante iniciado en 1997, se logró reconstruir la composición genética del mismo. Esto se logró, mediante la recuperación de fragmentos de virus colectados de los restos conservados de personas infectadas. La técnica empleada se denomina genética inversa.
La Cruz Roja Americana, en el año 1918, emitió la siguiente declaración: “Un pánico similar al de la Edad Media con respecto a la Plaga Negra se ha observado en muchas partes de Estados Unidos”. Es importante aclarar, ciertos elementos con respecto a los estragos causados por esta gripe. Ellos, no solo se sucedieron por la desinformación reinante o la situación bélica.
Existen otras razones de peso, que también incidieron un sistema de salud poco desarrollado, además de la ausencia de vacunas. Incluso, es interesante mencionar, que la penicilina todavía tardaría diez años en descubrirse, careciéndose por tanto de antibióticos para tratar la infección.
Aunado a esto, la inexistencia del apoyo de la virología. De hecho, esta ciencia hizo su aparición, cuando se inventó el microscopio electrónico en la década de 1930. Así, en los años 30 se iniciaron los estudios sobre el origen de esta pandemia. Se tuvo que esperar hasta el año 2005, cuando el Dr. Terrence Tumpey de los CDC, reconstruyó completamente el virus de la Gripe Española. El virus de Influenza A subtipo H1N1.
Últimamente muchas personas, se han vuelto un poco incisivas en querer hacer comparaciones entre la Gripe Española y el COVID-19. Para permanecer un poco más calmados y observando las circunstancias con objetividad, se deberían mirar todas las aristas. Y así de esta forma, verificar que realmente, existen diferencias importantes.
Los estragos acontecidos en todos los países, por los efectos de la Gripe Española, estuvieron influenciados por muchos factores. Uno que desempeñó un rol determinante, fue el ambiente bélico del momento. Se pudo observar, como la pandemia de la Gripe Española, se extendía por los Estados Unidos, a la par de un patriotismo que ahogaba la verdad del momento. Esto sucedió en muchísimos países, donde también se censuró la verdad.
Por supuesto, hubo otros elementos que pesaban, tales como la ausencia de medicamentos adecuados. De hecho, los antibióticos, tales como la penicilina, aparecen en la historia de la medicina, partir de 1930. Y solo se conocían las bacterias, pues no existía la virología. Hoy, cien años después, ya se cuenta con vacunas anuales para la influenza.
Como se pudo observar, el COVID-19 y la Gripe Española, poseen notables diferencias. Pues, a pesar de que ambas enfermedades son originadas por un virus, pertenecen a familias diferentes. Esto hace que expresen diversos rasgos en cuanto a estacionalidad, grupos poblacionales, letalidad, sintomatología y velocidad de transmisión.
Para quienes expresaron sus dudas, pueden estar tranquilos, pues la enfermedad de COVID-19, no es una evolución de la Gripe Española. No olvidar, además, que el trabajo coordinado internacional, incide positivamente en una búsqueda consensuada de alternativas viables. Muchas de ellas se podrán cumplir, al continuar acatando la puesta en marcha de las intervenciones no farmacéuticas. Es decir, distanciamiento social, aislamiento adecuado de los contagiados y una adecuada higiene (lavado de manos y uso de mascarillas).
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https://theconversation.com/compare-the-flu-pandemic-of-1918-and-covid-19-
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https://www.mattioli1885journals.com/index.php/actabiomedica/article/view/9625
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