Posiblemente, en ciertas ocasiones, algunas personas han experimentado una ligera pérdida de olfato, generada por un resfriado o alergia. Y, realmente, es una sensación desagradable, debido a que se obstruyen parcialmente las fosas nasales. Y lamentablemente, cuando esto ocurre, se dificulta también el disfrute adecuado de las comidas. Incluso, se ha determinado, que el olfato, está muy relacionado con la selección de los alimentos y la identificación de sustancias potencialmente peligrosas. Últimamente, se han producido muchas noticias, relacionadas con los efectos negativos del nuevo coronavirus, sobre la capacidad olfativa. Y considerando este problema, les referiré, cierto caso, enlazado con ello.
Mildred es una seguidora que vive en Carolina del Sur y precisamente, ha estado muy confundida, por el comportamiento de una vecina de mucha confianza. Ellas acostumbraban, antes de iniciar la pandemia, a realizar reuniones con sus familias, por lo general, compartiendo algunas comidas. A pesar de la cuarentena, esta costumbre no se ha perdido y comparten ocasionalmente algún postre, debidamente preparado. Me comenta, que su vecina pasó unos quince días completamente aislada y solo lograba hablar con ella por teléfono, pues fue detectada con coronavirus, pero con síntomas leves. Luego de su recuperación, ella le envió una tarta de limón, sin embargo, su amiga no pudo disfrutar ni su sabor y menos su aroma. Mi seguidora, por ello me planteó, que le informara un poco más a profundidad, los efectos del coronavirus sobre la pérdida de olfato y así, compartirlo con su amiga.
Yo he estado siguiendo de cerca esta anomalía y he logrado compilar cierta información. Esto me permitió compartir con ella, datos relevantes acerca del sistema olfativo, su importancia y los efectos del nuevo coronavirus sobre el mismo. Dada la prevalencia creciente del COVID-19, consideré compartirlo en un artículo.
Cuando se detecta un olor, una serie de neuronas olfativas primarias, ubicadas en la parte superior de cada fosa nasal, emiten un impulso. El mismo, es transmitido al cerebro, utilizando como vía de enlace, el nervio olfatorio, el cual se conecta a una zona denominada bulbo olfatorio. Esta zona del cerebro, se encarga de procesar esta señal recibida y transmitirla al denominado sistema límbico.
Según los científicos, este sistema, está integrado por un conjunto de estructuras ubicadas en el interior del cerebro. Se ha determinado, que desempeñan un rol fundamental sobre la conducta, los sentimientos, la memoria y el estado anímico. Incluso, se ha establecido, que un determinado olor, logra activar gran variedad de receptores en diversidad de grados.
Aunque a muchos, les parezca incierto, el olfato posee más importancia en la vida humana, de lo que realmente se pueda pensar. Y esto es tan cierto, que algunas personas, que han experimentado una pérdida momentánea del mismo, piensan que se trata del gusto. Por eso, es importante destacar, que muchos de los sabores asociados a las comidas y bebidas, son atribuible a los olores. Es por ello, que la ciencia, destaca que el sentido del olfato, al igual que el del gusto, se enmarcan en los denominados sentidos químicos. Esto, se debe principalmente a que sus receptores (llamados quimiorreceptores), son estimulados por sustancias químicas. Dichas sustancias, pueden estar presentes en el aire y se denominan odorantes o moléculas odoríferas.
Pero, muchas de ellas, se encuentran en los alimentos, son llamadas moléculas gustativas. Así, se puede decir, que la percepción del sabor, es reforzado, por el sentido del olfato. Esto se logra, al masticar alimentos o ingerir bebidas, logrando liberar una serie de moléculas productoras de aromas. Ellas son capaces de desplazarse, hasta la nariz, mediante la faringe.
Se ha determinado, que el sentido del olfato humano, posee una sensibilidad diez mil veces mayor, que el resto de los sentidos. Además de ello, es el único que conecta directamente, el sistema nervioso central y el ambiente. Un ejemplo, se tiene en el sentido del tacto. Así, para poder percibir por medio de él, los impulsos producidos deben viajar a través de las neuronas y la médula espinal, antes de llegar al cerebro. En cambio, la respuesta olfatoria es inmediata. Pues, cada fosa nasal conecta individualmente a un bulbo olfatorio, de los dos situados en el cerebro humano..
Vale destacar, algo importante, el olfato, percibe olores provenientes de sustancias transportadas por el aire. Pero también, este importante sentido, está influenciado por el denominado “sentido químico común” (SQC). Y está conformado, por miles de terminaciones nerviosas, destacándose, las superficies húmedas de ojos, boca, nariz y garganta. Esta estimulación química, a nivel de la nariz, logra generar un conjunto de sensaciones, que pueden denominarse pungentes. Ellas, no dependen del bulbo olfatorio, pero sí del nervio trigémino. Dentro de los ejemplos más conocidos se mencionan: irritación, picor, escozor, ardor y frescura. Se ha logrado determinar, que habitualmente, el olor de una sustancia, se percibe a menores concentraciones, que aquellas que producen pungencia.
Cotidianamente, las personas están expuestas, a una enorme cantidad de mezclas complejas de sustancias químicas emitidas por diversos materiales en el hogar. Entre ellos, cortinas, cuadros, alfombras, muebles, equipos electrónicos y electrodomésticos. Incluyen además, pinturas, solventes, desinfectantes, detergentes, insecticidas, productos de higiene personal y abrillantadores de madera. Muchos de ellos, suelen contener sustancias irritantes como el formaldehído, el cual generalmente, se encuentra por debajo del umbral de olor. Un buen ejemplo de sensación de picor, se genera al cortar cebolla.
De acuerdo al Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (NIH), el trastorno del olfato, se refiere a la pérdida de la capacidad de captar olores. Esto incluye también, los cambios que se generan, en la forma en la cual, ellos son percibidos. Considerando lo antes mencionado, podemos destacar los siguientes trastornos:
Se ha establecido, que la pérdida en el sentido del olfato, influye en la disminución de la calidad de vida. Además de ello, puede ser un indicador, de ciertos problemas subyacentes, que revisten ciertos peligros para la salud. De acuerdo a la ciencia, entre el uno al dos por ciento de la población, sufre de problemas olfativos. Dentro de los principales problemas conocidos, destacan:
Hasta ahora, la ciencia había determinado que la mayoría de los virus producían la perdida olfativa mediante dos mecanismos. Uno de ellos, la inflamación nasal producida por la infección de las vías respiratorias superiores, acompañada de edema de la mucosa e impedimento del flujo del aire. Y la otra, causada por el efecto de la infección, que logra producir la degeneración del epitelio olfativo.
Pero, la ciencia, ha detectado, que el nuevo coronavirus, no se comporta de esta manera. Es decir, el patrón de pérdida de olfato, es diferente. De hecho, muchas personas infectadas, por el nuevo coronavirus, han destacado una pérdida repentina del olfato, así como un regreso repentino del mismo, en unas dos semanas. Incluso, muchas de ellas, aseguraron no presentar, ningún tipo de obstrucción ni secreciones a nivel de la nariz. Encontrándose algunas variaciones, pues hubo personas que reportaron, que la pérdida del olfato, se prolongó durante muchas semanas. Por ello, los científicos afirman, que cualquier hipótesis que pretenda explicar la anosmia producida por COVID-19, deberá considerar ambos escenarios.
De esta forma, los efectos dañinos, causados por el nuevo coronavirus sobre el sistema olfatorio, podrían considerarse, como un importante indicador del avance de la infección. Se debe hacer hincapié, en que el epitelio olfativo, puede regenerarse de por vida. Esto ocurre, por efecto de la presencia de células madre neurales.
La ciencia, ha ido desentrañando algunos elementos. Observando, que el retorno repentino del sentido del olfato, podría sugerir la presencia de una obstrucción momentánea, la cual, impediría, que las moléculas aromáticas, puedan llegar a los receptores de la nariz. De esta forma, apoyándonos en la tecnología de tomografía computarizada, se lograron determinar ciertos descubrimientos importantes.
Así mediante imágenes de la nariz y los senos nasales de personas con pérdida del olfato por COVID-19, se pudo observar que la hendidura olfatoria estaba bloqueada por tejido blando y cierta cantidad de moco. Esto, se conoce con el nombre de síndrome de la hendidura. Las imágenes permitieron observar, que el resto de la nariz y los senos nasales, estaban funcionando normalmente. Posiblemente, esto sea determinante en que los pacientes no presenten problemas para respirar.
Desde hace tiempo, se ha mencionado que el nuevo coronavirus, ingresa al cuerpo humano mediante un mecanismo parecido a llave-cerradura. Este permite que los receptores ACE2, de la superficie de las células y una proteína del virus favorezcan su entrada. Sin embargo, los investigadores encontraron que estas proteínas ACE2, no se encuentran en las neuronas olfativas.
De acuerdo a múltiples esfuerzos internacionales, se logró determinar, que el virus alcanza a ingresar a unas células que cumplen la función de soporte de las neuronas olfativas. Esta iniciativa, estuvo impulsada por diversos científicos de la facultad de Medicina de Harvard.
Estas células estudiadas, reciben el nombre de células sustentaculares o de soporte. Ellas proporcionan apoyo metabólico y estructural a las neuronas sensoriales olfativas. Se incluyen también, algunas células madres y de los vasos sanguíneos. La recuperación depende de la magnitud del daño realizado a nivel de las células madre. Una vez que ellas se recuperan, vuelve a recuperarse la función olfatoria.
Se ha logrado establecer, que las células olfatorias, se encuentran en permanente proceso de reproducción (mitosis celular). Como se mencionó, esto obedece a que, el neuroepitelio olfativo, posee la capacidad de neurogénesis y regeneración de por vida. Esto ocurre, por efecto de la presencia de células madre.
Se ha determinado además, que las células olfatorias, poseen una vida útil de unos tres meses. Incluye, desde el proceso de formación, hasta su pérdida por descamación. De hecho, ciertos estudios, han determinado que la función olfatoria, tiene que ver mucho con la calidad de vida. Incluyendo, además, muchos de los comportamientos sociales.
Ahora bien, la ciencia, pensaba, que los síntomas que acompañan a otro tipo de afecciones de origen viral, eran comunes también al COVID-19 y realmente se comprobó lo contrario. Esto explicaría en parte, porqué cuando ocurre un bloqueo de la función olfativa, por efecto de una infección por el nuevo coronavirus, ocurren dos tipos de recuperación. Una de ellas, podría tardar una dos semanas y otra incluso meses.
No se debe olvidar, que esto depende del nivel del daño realizado a nivel de las células sustentaculares, las cuales incluyen células de soporte y algunas células madre, considerando que el coronavirus no puede dañar las células neuronales olfativas.
Para Mildred, la información que le compartí, que es la que aparece en el post, fue de gran apoyo. Me comenta, que todos los puntos los consideró muy interesantes. De hecho, fueron de gran utilidad para su vecina, quien afortunadamente, cuando mi seguidora me escribió hace unas dos semanas, ya había recuperado el olfato. Mildred, me comentó hace poco, que, de verdad, muchas veces no valoramos el invaluable aporte de nuestros sentidos. Ella me confesó, que es una fanática del café y que ahora entiende por qué le sabe diferente cuando está resfriada.
Si te ha gustado este artículo y tienes un interés sincero en aprender cómo puedes vivir más sano, me gustaría regalarte una copia de mi último libro #Yo Puedo con la Dra. Cocó.
Sí la página te da un mensaje de error es porque no has entrado la dirección bien. Vuélvelo a intentar, asegurando no haber dejado ningún espacio antes, después o entre las letras de tu dirección.
https://www.nidcd.nih.gov/health/smell-disorders
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7265845/
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7211515/
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7280089/
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7282761/