El uso de mascarillas en espacios cerrados es estrictamente necesario para evitar el contagio del coronavirus. Esto lo demuestran estudios realizados y mostrados en diferentes medios. Es una de las protecciones más efectiva para prevenir alguna transmisión.
Belinda una asidua seguidora quien vive en Nueva York me comentó que se sentía preocupada porque su esposo era reacio a utilizar mascarilla, toda vez que pensaba que la misma solo podía ser usada por personas enfermas, pero tal razón se resistía a su utilización. El solía salir un rato con un vecino a dar una vuelta matutina sin el uso de la mascarilla, hasta que el vecino comenzó a sentir cierto malestar. Luego se enteró que su vecino tenía malestares propios del covid-19. Desde esa fecha su esposo sale solo a caminar con el uso de la mascarilla, pero aun no convencido de su uso.
El uso de la mascarilla….una necesidad
Una revisión científica, financiada por la OMS, publicada a inicios de junio en la revista Lancet, mostró algo muy importante. La misma, estuvo basada en investigaciones realizadas sobre 172 estudios observacionales en entornos sanitarios y no sanitarios. Se incluyó la información de dieciséis países y seis continentes. Totalizando 25.697 pacientes, con COVID-19, SARS o MERS.
Se encontró, que empleando mascarillas N95, respiradores, mascarillas quirúrgicas, en entornos hospitalarios, se previene la transmisión, hasta en un 95%. A su vez, empleando mascarillas de tela con más de doce capas, se observó una protección efectiva en entornos comunitarios. El estudio, permitió comprobar además, la eficacia del lavado frecuente de manos y el distanciamiento social.
A pesar de estos resultados y los esfuerzos de diversas instituciones, existen muchos estadounidenses, que se niegan a emplear mascarillas. Al ritmo actual, se esperaría que los fallecidos por COVID-19, lleguen a casi 300.000 para inicios de diciembre. Pero, si desde ya, las personas deciden utilizar mascarillas de forma constante, podrían salvarse más de 70.000 vidas. Esto según estimación, del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME), Facultad de Medicina de la Universidad de Washington.
¿Representan un peligro los espacios cerrados?
Un estudio, publicado en Journal of the American Medical Association (JAMA Network), a finales de julio de 2020, permitió conocer un poco más acerca del comportamiento de los virus. Fue realizado, por investigadores del Centro Suizo de Salud Ocupacional y Ambiental y el Hospital de Psiquiatría de Zúrich. Ellos lograron cuantificar, mediante modelos matemáticos, el número aproximado de partículas virales, producidas al respirar o toser en lugares cerrados.
De esta forma, se estimó que dichas cantidades, fluctúan desde miles a millones de copias de virus. Se pudo mencionar como ejemplo, que una persona gravemente infectada, podría liberar en un espacio mal ventilado hasta 7,4 millones de copias del coronavirus por cada metro cúbico de aire. En este caso, se trató de una aproximación matemática de una persona infectada de COVID-19, con una alta carga viral. Mediante los resultados obtenidos, se plantea la sugerencia de utilizar protección respiratoria estricta. Sobre todo, cuando se comparte un espacio cerrado pequeño, con alguien sintomático o no, especialmente durante un período prolongado.
Es importante resaltar, que existe una creciente investigación científica que muestra muchos efectos positivos, cuando se emplean medidas de protección. Ente ellas, el uso generalizado de máscaras, la práctica del distanciamiento social y el lavado frecuente de manos.
Vale destacar, un estudio reciente, que demuestra la importancia de utilizar las mascarillas de forma permanente. Esto fue demostrado, mediante un estudio que mostró que dos estilistas de Missouri, infectados con COVID-19 positivos no transmitieron el virus a ninguno de sus 139 clientes. Esto se debió, a que tanto los estilistas, como sus clientes portaban mascarillas.
¿El nuevo coronavirus se transmite igual en los diferentes espacios confinados?
Este año, algunos científicos de las Universidades de Moratuwa y Sri Jayewardenepura, de Sri Lanka, realizaron una investigación detallada acerca del nuevo coronavirus en espacios confinados.
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Aviones
Según cifras, alrededor de dos mil millones de personas, viajan en vuelos comerciales cada año. Por ello es importante, comprender el comportamiento del nuevo coronavirus en la cabina de un jet. Tomando en cuenta, que muchos pasajeros, tienen que permanecer confinados, incluso hasta más de diez horas. Esta es una condición, que puede exponer a los pasajeros, a contraer infecciones virales. De esta forma, considerando, las emisiones realizadas por una persona que tose, se estudiaron ciertas hipótesis, acerca del comportamiento del nuevo coronavirus, en el interior de una cabina de avión.
Una cabina, posee flujo de salidas de aire a lo largo de la misma y también, salidas individuales. Ubicadas por lo general, en el compartimiento superior. Esto genera una primera zona, denominada de chorros, ubicada en el nivel superior de la cabina. Y una segunda zona, denominada de colisión, conformada por la conjugación de dos chorros laterales. Si una persona contaminada, tose libremente sin protección, las gotas pueden viajar de cuatro a cinco asientos hacia adelante y la nube de aerosol podría alejarse aún más.
Esto indicaría, que entre cinco y diez personas podrían infectarse con tan solo, una persona infectada a bordo, sin protección. En el caso de la mascarilla quirúrgica, las gotitas solo se desplazan uno o dos asientos adelante y uno hacia atrás. Con mascarilla N95, las gotitas alcanzan, distancias parecidas a la de la mascarilla quirúrgica, solo que los aerosoles no viajan muy lejos.
Una forma de evitar el contagio, en estos espacios de alto nivel de confinamiento, es definitivamente con el empleo de mascarillas. Además, todas las aerolíneas deben decidir, cuáles fómites deben eliminar preferiblemente por destrucción térmica. Sobre todo, hasta que la pandemia de COVID-19, se disipe, considerando la alta proporción de fómites dentro de la cabina. Principalmente, revistas, mantas y almohadas.
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Automóviles
Según, la Organización Internacional de Fabricantes de Vehículos Motorizados (OICA), el año 2019, circularon más de mil millones de automóviles de pasajeros, por las carreteras del mundo. Vale destacar, que cuando cese la cuarentena, las personas retomarán el empleo de vehículos particulares, lo cual podría propiciar, en ausencia de previsiones razonables, una dispersión del COVID-19.
Cuando el mundo vuelva a la normalidad levantando el estado actual de bloqueo, la gente recurrirá a viajar en automóviles de pasajeros y, en consecuencia, habrá una propensión a propagar el COVID-19 a menos que se tomen precauciones. Por ello, los investigadores, presentan una propuesta, que ilustra algunas consideraciones, para evitar la propagación del nuevo coronavirus.
Para ilustrar un poco acerca del comportamiento del nuevo coronavirus, es bueno hablar acerca de la tasa de ventilación interior en el vehículo. Esta, depende en gran medida de la velocidad del vehículo, las posiciones de las ventanas y la distribución de la ventilación, partiendo de un ejemplo con las ventanas cerradas y aire acondicionado encendido. Si en este caso, una persona infectada, se encontrase, en el asiento trasero y tose, las gotitas expulsadas y la nube de aerosoles, se desplazarían hacia el asiento delantero.
Sin embargo, los aerosoles, son empujados nuevamente hacia atrás, esto expone a todos los pasajeros, al contagio viral. Existen ciertos reportes, de contaminación de los choferes, por parte de pasajeros, que viajaron en el asiento trasero. Esto sucedió, con ventanillas cerradas y aire acondicionado encendido.
En uno de los casos, el pasajero permaneció una hora en el vehículo y en otro caso, solo quince minutos. En ninguno de los casos, los choferes llevaban mascarillas. Si la persona infectada y el resto llevan mascarillas, disminuye el riesgo de infección. Sobre todo, si el vehículo, lleva las ventanillas abiertas y el aire acondicionado apagado.
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Instalaciones cerradas
Este ejemplo, fue simulado por los científicos para lugares dedicados a la atención hospitalaria, ubicados en espacios interiores. Muchos de los datos se basaron en información, acerca de instalaciones para alojar un alto número de camas, en situaciones de epidemias como las originadas por el SARS. Esto supone grandes superficies, cuyas condiciones de ventilación por lo general, son muy deficientes, lo cual impide la remoción del aire contaminado por el virus.
Los científicos han notado, que la transmisión de enfermedades virales, en situaciones de epidemia o de pandemia, suelen duplicarse. Una de las primeras vías de contagio detectada es la transmisión no nosocomial (contraída mediante portadores de infección traídos al interior de las instalaciones). Es decir, las personas enfermas que son traídas a un determinado sitio. Y la otra forma es la nosocomial, es decir ocurre dentro de las instalaciones hospitalarias, por patógenos allí presentes. De acuerdo a la OMS, esto es posible prevenirlo, con un adecuado sistema de ventilación que garantice al menos un intercambio de aire mayor a los 56 litros por segundo. Pero por lo general, en condiciones de epidemia o de pandemia, es difícil y abrumador impedir las vías de contagio.
Se ha observado, que las partículas virales, se desplazan siguiendo las trayectorias del flujo de aire. Y la mayoría de las veces, esto se ve alterado por el movimiento que ocurre en puertas y ventanas. Además, de las variaciones que ocurren, relacionadas con la temperatura y humedad. Incluso, se ha observado que una cierta cantidad de aerosoles contaminados se difunden lateralmente, logrando un largo alcance. Esto provocará altos niveles de contaminación, sobre una gran cantidad de personas susceptibles, que se encuentren en la misma habitación. Los cambios posibles, se logran con el empleo de mascarillas.
Protegiéndonos de forma inteligente y respetando las mascarillas de uso hospitalario
La búsqueda incansable de la ciencia, ha llevado a la realización de investigaciones interesantes, considerando la escasez de mascarillas, las cuales, preferiblemente deben ser empleadas por trabajadores sanitarios, que se encuentran cara a cara, con los enfermos de COVID-19.
Una de estas importantes investigaciones, permitió establecer, que la tela puede bloquear las gotas y los aerosoles. Y es muy importante, mencionar, que el número de capas utilizadas para su confección, ayudan a incrementar su eficiencia. De esta forma, la eficiencia de filtración observada, para capas individuales de diferentes tipos de tela de algodón, fue variable. En un experimento realizado con bioaerosoles, se encontraron eficiencias entre el 43% y 94%. Ello, en comparación con telas de mascarilla clínica desechables, que presentaron un 98% a 99% de eficiencia.
En otros experimentos, se observó, que el empleo de capas simples con telas de camisetas, bufandas, toallas y sudaderas, que la eficiencia estuvo entre el 10% al 40%. En ciertas pruebas, realizadas con la tela de toalla de cocina, se obtuvieron niveles muy importantes de eficiencia de filtración. Así, se obtuvo una eficiencia del 83%, con una capa y 97% para dos capas, en experimentos con aerosoles bacterianos. Cabe resaltar, que la eficiencia de la mascarilla clínica, resultó en este caso del 96%. En experimentos con partículas virales, la tela de toalla de cocina de una capa tuvo una eficiencia del 72% y una capa de tela de camiseta el 51%. En este caso, la mascarilla médica presentó un 90% de eficiencia.
¿Cómo las mascarillas logran protegernos?
De acuerdo a los investigadores, las gotas que salen de la boca de una persona, quedan atrapadas al toser o estornudar. Incluso, logran evitar que grandes cantidades de aerosol se mantenga en el aire, en espacios confinados, que hasta donde se ha investigado, pueden permanecer hasta unas 30 horas.
En el caso de que una persona esté infectada, incluyendo a una persona asintomática, el empleo de mascarillas en ellos, realiza lo denominado control de fuente. Esto evita, la dispersión del virus tanto en las personas, como en las superficies. De acuerdo a un estimado del IHME, si un 95% de las personas empleara mascarillas de tela en espacios confinados, la transmisión de COVID-19, disminuiría en un 30%.
De hecho, los investigadores que asesoraron a la OMS, afirman que su investigación muestra otros hechos interesantes, Entre ellos, la mejora de la efectividad, cuando poseen una capa exterior resistente al agua, tales como, algodón mezclado con poliéster, nylon o rayón. Además de ello, descubrieron, que es importante una capa interna de polipropileno reemplazable después de cada uso. También, la presencia de una capa interior absorbente que podría ser de 100% algodón.
Incluso, estos investigadores recomiendan, hacer que la mascarilla de tela absorba carga eléctrica estática. Esto se logra, frotando la mascarilla con una superficie plástica o un guante de goma, al menos unos 30 segundos. La electricidad estática puede durar todo el día, añadiendo una barrera más de protección.
Las mascarillas deben tratarse, tal como desechos biopeligrosos. Por ello, se debe evitar tocar la mascarilla y se debe retirar del rostro, únicamente por los sujetadores. La OMS, sugiere importante lavar la mascarilla con agua caliente y jabón después de utilizarla. Y, además, tener el mismo cuidado que se tiene con el cepillo dental: ¡No compartirla con nadie!
Concluyendo
El empleo de mascarillas, es un arma muy valiosa para proteger la vida de las personas y sus familias. Es una medida, que lamentablemente no ha sido acogida, de forma disciplinada en muchos países. Vale mencionar, que existen países modelo, tales como Corea del Sur. Se sabe que, allá la población, con las lecciones aprendidas del SARS, se habituaron a utilizar mascarillas en los espacios sociales. Para esto no hay excusas, la OMS, ha buscado proteger la vida de todos, sin escatimar esfuerzos y colaboración de la ciencia.
Existen espacios confinados, donde en algún momento se debe permanecer por muchas horas. Los ejemplos mostrados acerca del avión, el vehículo y los espacios hospitalarios, son una forma de resaltar, la preocupación de los científicos. Posiblemente, nunca se había considerado, la forma en las cuales los virus se desplazan dentro de un jet, el vehículo o en una instalación de salud. Pues bien, llegó ese momento y no se debe tomar como una lección académica. Al contrario, debe formar parte del “manual de supervivencia” ante una pandemia, que se espera pueda culminar prontamente.
Mi seguidora Belinda de Nueva York, fue muy efusiva cuando me agradeció por las redes. Piensa de verdad, que me satisface ayudar a las personas y eso me lleva a investigar. Me comenta, que su esposo, nunca les había prestado atención a esos “chorros de aire”. Esos pueden marcar una diferencia cuando las personas están no protegidas. Ella se mostró muy complacida, pues su esposo, pudo captar la importancia del uso de mascarillas en todos los espacios. De igual manera en espacios confinados y en lugares donde no se pueda guardar el distanciamiento de seis pies.
“Las mascarillas son una batalla de valores. Aquí tenemos los valores de la salud pública, frente a los valores de la libertad personal. Con los mensajes de salud pública, la estrategia generalmente implica presentar los hechos, apelar a los valores del público y luego brindar una solución”
Linda Aldoory, PhD
Decana Asociada de Investigación y Programación de la Universidad de Maryland
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https://covid19.ca.gov/masks-and-ppe/
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7118603/
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7417296/
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