¿Los Antihistamínicos Curan o No Las Alergias?


Según los expertos, los antihistamínicos son los medicamentos más comúnmente empleados para el tratamiento de las alergias. Poseen un amplio espectro de acción, produciendo alivio sintomático de diversas patologías, incluyendo la rinitis y urticarias.

Posiblemente por estos efectos, muchas personas han llegado a convencerse de que los antihistamínicos pueden curar las afecciones alérgicas.

De este tema, que incumbe a la gran mayoría de las personas, voy a hablar a solicitud de Brenda, una seguidora de Delaware. Cuando ella se comunicó conmigo, me comentaba que en esta época del año, suele padecer de alergia. Y por lo general, emplea ciertos medicamentos antihistamínicos, que le permiten mejorar la rinitis.

Ella decidió comunicarse conmigo porque observa, que año tras año el empleo de antihistamínicos le ayudan a mejorar la rinorrea, estornudos y picor. Sin embargo, a pesar de que le ayuda a controlarlos, estos síntomas siguen apareciendo.

Esto a ella le causó grandes dudas y me contactó para que le informara con más detalle acerca de los antihistamínicos y sus posibles efectos sobre la salud.

Desde hace tiempo se han realizado una serie de investigaciones acerca de los efectos de estos fármacos sobre la salud. A los fines de ilustrar de una forma más expedita acerca de los antihistamínicos, le envié un dossier a Brenda.

En el mismo le incluí acerca de las generalidades y beneficios acerca de los antihistamínicos. Además de ello, le incluí el resultado de algunos estudios acerca de su desempeño sobre los procesos alérgicos. Incluso, hice también mención sobre los posibles efectos adversos de estos medicamentos.

El empleo de antihistamínicos es una práctica muy generalizada. Dada la importancia de conocer con mayor profundidad acerca de estos medicamentos, decidí compartir esta información en mi blog.

Generalidades acerca de la histamina

La histamina es un compuesto químico, que se encuentra presente en todos los tejidos que conforman elnuestro organismo. Este compuesto es producido y almacenado en ciertas células especializadas denominadas mastocitos, y cierto tipo de glóbulos blancos denominados basófilos.

Se sabe, que estas células responden a diversos estímulos, esto es posible gracias a la participación de diversos mecanismos celulares. Ello permite la regulación de la circulación local, permeabilidad capilar y cicatrización de los tejidos.

Asimismo, participa en la contracción y relajación de la musculatura lisa y vasos sanguíneos, además de la secreción del ácido clorhídrico estomacal. Interviene también en las respuestas de hipersensibilidad inmediata, ocasionados por procesos alérgicos o inflamatorios como parte de una respuesta inmune.

La cara oculta de la histamina

De acuerdo a los especialistas, las enfermedades alérgicas se definen como reacciones patológicas del sistema inmune frente a compuestos inocuos. Es decir, compuestos a los que los seres humanos están expuestos anos diariamente.

Es importante señalar, que antes de que se produzca esta reacción debe ocurrir una etapa de sensibilización. De esta forma cuando una persona predispuesta genéticamente se expone por primera vez a un antígeno (sustancia que provoca la producción de anticuerpos), ocurren una serie de reacciones.

Esta primera exposición, no muestra ningún signo ni síntoma (considerada asintomática). Aquí los procesos bioquímicos, logran producir finalmente anticuerpos o IgE, los cuales se unen a los mastocitos y basófilos. De esta forma, cuando la persona se expone nuevamente al antígeno, los mastocitos y basófilos responden inmediatamente.

Si la reacción ocurre en pocos minutos, se denomina reacción de fase temprana. Si por el contrario la reacción se produce entre 4 a 12 horas, se denomina reacción de fase tardía.

Por ello, cuando existen procesos alérgicos la histamina en vez de protegernos, se convierte en enemigo de nuestro cuerpo. Así, cuando el sistema inmunitario reacciona de manera exagerada a sustancias inofensivas, produce una serie de efectos negativos.

Entre ellos destacan, la congestión nasal (por efecto del incremento de la secreción moco), vómitos y procesos diarreicos. Además, se produce el estímulo de la contracción del músculo liso bronquial, disminuyendo la tonicidad de los pulmones y dificultando la respiración.

Estos procesos alérgicos pueden ser causados por:

  • Ciertos fármacos: anestésicos, relajantes musculares, cefalosporinas y penicilina
  • Veneno de insectos himenópteros (hormigas, abejas y avispas)
  • Veneno de arácnidos (arañas y escorpones)
  • Aeroalérgenos de interior: ácaros del polvo doméstico, caspa de mascotas, mohos, roedores y cucarachas
  • Aeroalérgenos de exterior: polen, hierbas, hongos y en menor medida animales
  • Alimentos: trigo, leche de vaca, frutos secos, mariscos, huevos, soja.

Es importante cuidar ciertas reacciones

Uno de los efectos más peligrosos causados por las histaminas es la anafilaxis. De acuerdo a la Clínica Mayo, se trata de una reacción alérgica grave. Este proceso suele ocurrir en segundos o minutos y puede poner en riesgo la vida, al ocasionar la liberación violenta de histaminas y otras sustancias químicas.

Esto provoca, que el cuerpo entre en estado de shock, lo que disminuye repentinamente la presión arterial y estrecha las vías respiratorias. Se presenta también sarpullido, náuseas y vómito.

Esta condición debe ser tratada inmediatamente con una inyección de epinefrina. En caso de no tenerla a mano, se debe realizar un traslado urgente al centro de emergencias. Existen muchos casos reportados ocasionados por efecto del consumo de cacahuate y de picaduras de abejas.

Las histaminas producen permeabilidad en los vasos sanguíneos y esto conlleva a la presencia de congestión nasal, lagrimeo e inflamación a nivel de todo el cuerpo. Cuando la alergia es causada por alimentos, se puede producir adicionalmente vómito y procesos diarreicos.

Las reacciones de hipersensibilidad se consideran respuestas inmunitarias exageradas o inapropiadas contra un antígeno o alérgeno.

Algunos especialistas, clasificaron las reacciones de hipersensibilidad en cuatro formas. Así, las reacciones de hipersensibilidad de tipo I, tipo II y tipo III se conocen como reacciones de hipersensibilidad inmediata. Se denominan de esta forma, porque las respuestas del organismo se producen en un plazo de 24 horas.

Estas reacciones, son mediadas por la participación de ciertos tipos de anticuerpos denominados inmunoglobulinas.

Así, mientras algunas sustancias provocan reacciones de hipersensibilidad II, III y IV, la mayoría de las reacciones alérgicas a sustancias inhaladas o digeridas son reacciones de hipersensibilidad tipo I.  Esta reacción es mediada por la inmunoglobulina E (IgE). Dentro de estas reacciones destacan:

  • Asma
  • Rinitis
  • Conjuntivitis.

Alergia vs atopía

Muchas personas emplean de forma indistinta los términos atopia y alergia, sin embargo, son conceptos diferentes. Así, podemos destacar que la atopía es una respuesta inmunitaria exagerada mediada por la participación de la Inmunoglobulina E (IgE).

En cambio, la alergia hace referencia a cualquier tipo de respuesta inmunitaria exagerada, frente a un antígeno extraño, sea cual fuere su mecanismo. Por ello, podemos afirmar que todos los trastornos atópicos se consideran alérgicos, sin embargo, muchos trastornos alérgicos como la neumonitis por hipersensibilidad, no son trastornos atópicos.

Por lo general, los trastornos atópicos afectan principalmente el sistema respiratorio, ojos, piel y pulmones. Además, según los expertos, quienes poseen atopía presentan una predisposición a desarrollar alergias.

Conociendo los antihistamínicos

De acuerdo a la Biblioteca Nacional de Medicina, los antihistamínicos son medicamentos empleados para tratar los síntomas de las alergias, esto lo logran al bloquear el efecto de la histamina.

Como se observó, la histamina interviene en diversos procesos fisiológicos. Ello incluye desde las reacciones alérgicas hasta la secreción ácida del estómago. Incluso, a nivel del sistema nervioso central favorece parte el mecanismo del apetito, además de los ciclos de sueño y vigilia.

Según la ciencia, la histamina actúa a través de cuatro tipos distintos de receptores, llamados H1, H2, H3 y H4. Los antihistamínicos propiamente dichos inhiben los receptores H1, reservándose el término antihistamínico para estos fármacos.

También existen inhibidores de los receptores H2, los mismos logran inhibir la secreción ácida estomacal. Por lo general, se emplean para tratar las úlceras, gastritis y enfermedades por reflujo gastroesofágico.

Los receptores H1 se ubican en el músculo liso de los bronquios, estómago y cerebro. Ellos promueven la constricción del músculo liso bronquial y vascular, además logran activar los nervios aferentes vagales de las vías aéreas, incluyendo los receptores de la tos.

También logran incrementar la permeabilidad vascular y manifestaciones de irritación local (escozor o dolor). Estos receptores intervienen igualmente en la liberación de mediadores inflamatorios, incluyendo la captación de células proinflamatorias.

A su vez, los receptores H2 se ubican en la mucosa del estómago, útero y cerebro. Estos receptores, también incrementan la permeabilidad vascular y estimulan la secreción de ácidos gástricos.

Efectos de los antihistamínicos

Por lo general, los antihistamínicos son recetados dentro de un tratamiento sintomático. Esto permite, que se reduzcan los síntomas de las alergias, pero esto no es un indicativo de que logre curar la enfermedad. Los antihistamínicos básicamente minimizan los efectos de la histamina.

Es preciso tener claro, que la eficacia de los antihistamínicos sobre los procesos inflamatorios de tipo alérgico se debe principalmente a la supresión de los efectos de la histamina liberada. Esto quiere decir, que no actúan directamente sobre la reacción inflamatoria.

Desde el punto de vista práctico se ha propuesto clasificar los antihistamínicos en tres tipos: Los antihistamínicos de primera generación (clásicos o sedantes) y de segunda y tercera generación (denominados erróneamente no sedantes).

Antihistamínicos clásicos

Según la ciencia, los antihistamínicos clásicos poseen la capacidad de atravesar la barrera hematoencefálica y su efecto dura de 6 a 8 horas. Por lo general, producen somnolencia en la mayoría de las personas. También pueden producir estreñimiento, sequedad bucal y problemas de visión.

Dentro de los antihistamínicos de primera generación o “sedantes”, resaltan:

  • Difenhidramina
  • Clorfeniramina
  • Dexclorfeniramida
  • Ketotifeno.

Antihistamínicos de segunda y tercera generación

Los antihistamínicos de segunda y tercera generación poseen un efecto más prolongado (de 12 a 24 horas). Su eliminación se lleva a cabo a través de la orina, por lo que no deben administrarse en personas con insuficiencia renal.

Poseen poco efecto sobre el sistema nervioso central, dado que no atraviesan fácilmente la barrera hematoencefálica. No poseen efecto sedante ni colinérgico (no actúan sobre los neurotransmisores, en especial la acetilcolina).

Dentro de ellos destacan:

  • Loratadina
  • Cetirizina
  • Terfenadina
  • Ebastatina
  • Epinastin.

Antihistamínicos naturales

Jengibre

Un estudio realizado el 2020 y publicado en BMC Complementary Medicine and Therapies, logró demostrar que el extracto de jengibre reduce los efectos de la rinitis alérgica (RA). Se comprobó, que es seguro de utilizar y solo genera en algunas personas, efectos gastrointestinales leves (gases).

De acuerdo a los investigadores, es semejante a la loratadina en cuanto a la mejora de los síntomas nasales. No obstante, existen algunos efectos que produce la loratadina que no se observan al emplear el jengibre. A saber mareos, estreñimiento, fatiga y somnolencia.

Realizar una decocción de jengibre es muy sencillo, solo tienes que agregar aproximadamente una pulgada de jengibre rebanado en una taza de agua filtrada, y hervir a fuego lento unos cinco minutos. Deja reposar, cuela y bebe aún tibio.

Té Rooibos

El té Rooibos no proviene de la planta de donde se extraen el té verdadero (verde o negro). Por lo que su denominación de té es incorrecta a pesar de que se ha popularizado así. El rooibos se extrae de las hojas de una planta, que crece en Sudáfrica (montañas de Cederberg), cuyo nombre botánico es Aspalathus linearis.

De acuerdo a los estudios, posee efectos antihistamínicos y antialérgicos. Ello se debe a la presencia de vitamina C, polifenoles y flavonoides como la quercetina, con un elevado efecto antioxidante.

Por ello, es empleado ampliamente en el tratamiento del asma y ciertas alergias causadas por el polen y el polvo que afectan el sistema respiratorio y la piel. De acuerdo a las investigaciones, la quercetina posee la capacidad de bloquear la producción de histaminas.

Su preparación es bastante fácil. Coloca una cucharada de hojas deshidratadas de té de rooibos o una bolsita de té en una taza. Añade agua filtrada hirviendo y deja infundir durante diez minutos. Cuela y bebe aún tibio.

Tomillo

El tomillo es una hierba con niveles muy altos de vitamina C junto con una variedad de otros compuestos antiinflamatorios, que trabajan juntos para ayudar a bloquear la histamina y también evita la liberación de histamina de los mastocitos.

Dentro de sus compuestos con efectos antialérgicos, antioxidantes, antiinflamatorios, anticancerígenos y antibacterianos, destaca el ácido rosmarínico, un ácido fenólico.

Para prepararlo, vierte 1⁄2 cucharadita de tomillo seco o una cucharadita de tomillo fresco en un recipiente. Agrega una taza de agua filtrada hirviendo y deja infundir por diez minutos, cuela y bebe.

Regaliz

La raíz de esta planta se emplea desde antiguo en el tratamiento de diversas enfermedades inflamatorias, incluidas las alergias. Posee además propiedades antiasmáticas, y se han realizado investigaciones de laboratorio que han destacado sus beneficios sobre la rinitis alérgica.

Los estudios han demostrado, que el regaliz posee diversos efectos terapéuticos. Ello se debe a ciertos compuestos bioactivos como la glicirricina, ácido glicirrícico e isoliquiritina. Gracias a estos compuestos el regaliz posee propiedades anticancerígenas, antialérgicas, antidiabéticas, antiasmáticas, antiinflamatorias y antiespasmódicas.

Su preparación es muy sencilla. Así, añade una cucharada de raíz de regaliz o unos 14 g por cada taza de agua filtrada. Lleva a ebullición y hierve a fuego lento unos diez minutos, deja reposar hasta que esté tibio, cuela y bebe.

No debe emplearse en niños menores de seis años, ni en mujeres embarazadas.

Concluyendo

De acuerdo a los expertos, una alergia es una anomalía en la respuesta del sistema inmunitario. Este tipo de reacción, desencadena la producción de anticuerpos, que se activan cada vez que nos exponemos al alérgeno.

Mediante esta reacción se produce una cantidad elevada de histamina, como parte de una respuesta inmune de hipersensibilidad inmediata.

La histamina en condiciones normales está asociado a diferentes funciones fisiológicas en nuestro organismo. Dentro de las más destacadas se menciona la estimulación de las neuronas histaminérgicas presentes en el hipotálamo.

Interviene también en la regulación de la circulación local, permeabilidad capilar, cicatrización de tejidos, contracción y relajación de músculos lisos pulmonares, vasos sanguíneos y secreción del ácido estomacal.

Así, a fin de obtener un equilibrio en el organismo, es necesario bloquear los efectos de la histamina. Esto es posible lograrlo mediante el empleo de antihistamínicos. Existe una gama de antihistamínicos básicamente clasificada en antihistamínicos de primera, segunda y tercera generación.

Los antihistamínicos orales de primera generación (difenhidramina, clorfeniramina, dexclorfeniramida y ketotifeno), atraviesan fácilmente la barrera hematoencefálica y afectan a los receptores H1 del sistema nervioso central. Esto ocasiona somnolencia y puede también afectar las funciones cognitivas y motoras.

A su vez, los antihistamínicos de segunda y tercera generación no poseen propiedades sedantes. Y se ha observado, que estos antihistamínicos son seguros para el uso de adultos y niños mayores de 12 años.

Para Brenda la información recibida, y que también comparto en el post, fue de mucha utilidad práctica. Sobre todo, porque le permitió decidirse a utilizar antihistamínicos de tercera generación.

Ella me comentó muy contenta, que estos medicamentos no le producen somnolencia como los antihistamínicos que utilizaba anteriormente. Y aunque sabe que no curan las alergias, esta ahora al tanto de los pocos efectos adversos y puede mantener una adecuada calidad de vida. 

“Los antihistamínicos se utilizan en el tratamiento de las afecciones alérgicas. Los primeros antihistamínicos denominados de “primera generación”, como la prometazina, provocaban sedación. Este problema es menor con los nuevos antihistamínicos de “segunda generación”, como la loratadina, y los de “tercera generación”, como la desloratadina”

Dra. Katrina L Randall

Hospital de Canberra, Australia

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