Begoña me comentó un día que no siempre se sentía bien consigo misma desde hacía unos años. Ella es una diseñadora gráfica de 29 años y trabaja como freelance.
Generalmente se le veía alegre, pero en sus momentos de soledad le era difícil mantener el estado de ánimo y pensamientos de desánimo y una sensación de cansancio la agobiaban y ese estado perduraba por semanas. No sentía deseos de estar en contacto con los demás.
Como su trabajo lo hacía desde casa, nadie notaba que muchas veces no quería levantarse de la cama y no sentía deseos de ducharse. Algunas veces perdía el apetito, pero otras sentía ganas de comer mucho.
En esos momentos, se refugiaba en la comida, especialmente alimentos procesados: pastelería industrial, snacks y comidas rápidas. Al principio, se sentía bien, pero al rato de comer empeoraba.
Solo cuando leyó en Internet acerca de la depresión comprendió que debía ir al médico para determinar cuál era su condición. La especialista que atendió a Begoña la entrevistó varias veces y le hizo diversos exámenes médicos para establecer un diagnóstico.
Al finalizar, la doctora habló con ella y, de acuerdo a su sintomatología, le indicó que Begoña padecía un tipo de depresión llamado distimia.
Entre las recomendaciones, la especialista le señaló que debía alejarse de los alimentos procesados, pues estas agravaban su estado depresivo. Además, como conocía mi método #YoPuedo, la invitó a seguirlo.
Begoña me contactó para comprender la relación entre los alimentos procesados y la depresión. Cuando conversamos, ella se dio cuenta de cómo esa dieta agravaba su enfermedad.
Depresión: Síntomas y diagnóstico
La depresión es mucho más que sentirse triste o desanimado. Más bien se trata de una abrumadora sensación de desasosiego. Este malestar emocional y mental puede llegar a afectar actividades como el sueño, la alimentación y la salud.
Para una persona que padece de depresión es sumamente difícil encontrar motivos para hacer las cosas que le agradaban anteriormente.
Por ejemplo, alguien que disfruta el estudio, salidas al aire libre o ejercicios cuando sufre de presión no siente deseo de realizar ninguna de estas actividades.
Los hábitos alimentarios se modifican tanto en exceso como por defecto, es decir, o comen en exceso o definitivamente no comen. Esto afecta aún más el estado anímico.
La depresión, que también es conocida como trastorno depresivo mayor o depresión clínica debe ser diagnosticada por un especialista. Para diagnosticarla, los síntomas deben durar al menos dos semanas. Algunos de los signos de la depresión son los siguientes:
- Un ánimo persistente de tristeza ansiedad o vacío.
- Sentimientos de desesperanza o pesimismo.
- Falta de energía y cansancio.
- Culpabilidad sentido de inutilidad e impotencia.
- Dificultades para permanecer quietos o sentados.
- Falta de placer e interés en actividades y pasatiempos.
- Cambios en los hábitos alimentarios.
- Dificultades para mantener la concentración, la memoria y la toma de decisiones.
- Molestias y dolores físicos que no responden a ningún tratamiento ni a ninguna causa.
- Pensamientos de muerte o suicidio e intento de suicidio.
No todos aquellos que presentan depresión observan todos estos síntomas. En ocasiones, sólo se experimentan alguno de ellos. Lo importante es que esos signos sean persistentes, lo que quiere decir que se extienden por un tiempo más o menos largo.
De hecho, la gravedad y la frecuencia de los síntomas y el tiempo de duración varían de acuerdo a cada individuo y su estado particular.
¿Por qué se produce la depresión?
Actualmente se sabe que la depresión es causada por un conjunto de factores interrelacionados, como por ejemplo: la genética, la biología, el ambiente y el estado mental. Es vital tener en cuenta que, aunque casi siempre la depresión comienza en edad adulta, también puede ocurrir en niños y adolescentes.
Por este motivo, se identificó que muchos trastornos crónicos del estado de ánimo y estrés en adultos, se inician en la infancia con altos niveles de ansiedad. Alguna de las causas o factores de riesgo son historial personal o familiar de depresión, cambios importantes en la vida, estrés o trauma y también ciertas enfermedades físicas y medicamentos.
Por el contrario, una alimentación saludable y equilibrada protege a las personas contra la depresión y problemas de salud mental.
Alimentación y salud mental
En 2009, especialistas del El King’s College de Londres del Reino Unido estudiaron la relación entre la dieta y la depresión. Para esto estudiaron a unas 3.486 personas de las cuales 26,2% eran mujeres. La edad promedio de los participantes era de 55 años.
Para la investigación establecieron dos patrones dietéticos diferentes: uno de alimentos saludables y otro de comidas procesadas. El primero contenía verduras, frutas y pescados y el segundo postres endulzados, comidas fritas, carne procesada y lácteos altos en grasa.
Durante los cinco años siguientes los participantes debían informar acerca de síntomas y diagnósticos de depresión. Pasado ese tiempo, los investigadores descubrieron que el consumo de alimentos procesados aumenta las probabilidades de padecer de depresión.
Sin embargo, esta no es la única investigación que relaciona los alimentos procesados con la salud mental.
En 2008, un estudio demostró que la dieta mediterránea está asociada con menor incidencia de mal Parkinson y Alzheimer. Aunque el análisis no incluyó la depresión, resultó evidente que la nutrición no sólo incide la salud física sino también en la ventana
En España, una investigación anterior que reunió a casi 9.000 participantes evidenció que quienes consumen comidas rápidas, frituras y pastelera industrial, tienen un 55% más de probabilidad de desarrollar depresión, en comparación con quienes lleva una dieta más saludable.
Por este motivo, instaron de forma encarecida a las personas a evitar todos estos productos, incluso en pequeñas cantidades.
Pero ¿por qué lo que comemos impacta la salud mental? ¿cuál es el mecanismo?
¿Cómo Los Alimentos Procesados Generan Depresión?
A pesar de que se han efectuado diversas investigaciones que relacionan la calidad de la comida con la salud mental, aún no se descubre cuál es el mecanismo por medio del cual la comida procesada aumenta el riesgo de depresión.
Los investigadores creen que se debe a que las grasas trans y las grasas saturadas desencadenan una reacción inflamatoria en el organismo y en el cerebro.
Esta inflamación puede interferir con los neurotransmisores del cerebro y afectar el estado de ánimo. Otros especialistas indican que hay una relación entre las bacterias intestinales beneficiosas y la salud mental.
Por ejemplo, el hijo de un profesor de epidemiología genética del Kings College de Londres llevo una dieta de alimentos procesados durante 10 días.
Al cabo de ese tiempo, de acuerdo a los análisis de su microbioma intestinal, el joven había perdido unas 3.500 especies bacterianas. Por otro lado, se incrementaron aquellas bacterias relacionadas con la obesidad.
Precisamente, las bacterias beneficiosas también producen neurotransmisores que estimulan o deprimen el estado anímico. Entre esos neurotransmisores se encuentran la dopamina, la serotonina y el acido gamma-aminobutírico.
Por este motivo, una flora bacteriana deficiente y diezmada por los productos procesados afecta la salud mental.
Azúcar y depresión
Uno de los ingredientes que contienen en exceso las comidas procesadas son los distintos tipos de azúcares como fructosa, glucosa y sacarosa.
Un estudio rastreó las dietas y condiciones médicas de unas 8.000 personas durante 22 años y sus hallazgos fueron relevadores.
Encontró que quienes consumieron diariamente 67 gramos o más de azúcar tenían 23% más de probabilidad de recibir un diagnóstico por depresión que aquellos que consumieron menos, 67 gramos de azúcar es una cantidad razonablemente grande, por ejemplo, es lo que contienen seis rosquillas o tres barras de chocolate.
Y estamos claros que poca gente llega a comer esa cantidad de dulce cada día. El problema es que casi todos los alimentos procesados contienen algún grado de azúcar. Así que, al consumir esos productos en exceso puede que llegues a ingerir más de los 67 gramos sin darte cuenta.
No se puede decir taxativamente que el azúcar cause depresión, pero el consumo elevado si conlleva a procesos depresivos.
La relación del azúcar con la salud mental se debe a que esté ingrediente desencadena desequilibrios en ciertos productos químicos cerebrales. Por ejemplo, se sabe que el exceso de azúcares afecta la producción del neurotransmisor conocido como dopamina.
Esta sustancia relacionada con el sistema de recompensa del cerebro, entonces el efecto es similar al de un narcótico potente. Por eso se cree que el azúcar desempeña un papel parecido al de la cocaína en el organismo.
Alimentación para una excelente salud mental
Le aclaré a Begoña que no hay una dieta que prevenga absolutamente a la depresión o que alivie totalmente sus síntomas.
Sin embargo, alimentarnos correctamente redunda en beneficios de nuestra salud física y mental, ya que la química del organismo se mantiene en estado óptimo.
Por eso es importante sustituir los alimentos procesados como los carbohidratos refinados, azúcares y grasas trans por opciones más saludables.
La invité a preferir comidas ricas en antioxidantes como el betacaroteno, la vitamina C y la vitamina E. Eso significa agregar a la dieta frutas y vegetales: albaricoques, brócoli, zanahoria, naranja, nueces, semillas, espinacas, etc.
También cereales integrales, frutas, verduras y legumbres para consumir carbohidratos saludables en vez de refinados. La animé a incluir proteínas: pavo, atún y pollo. Y si prefería una dieta vegetariana entonces consume leguminosas como los frijoles, guisantes, productos de soya y yogurt.
Le recomendé la dieta mediterránea para mejorar su salud. Por ejemplo, legumbres, nueces, frutas y vegetales de color verde oscuro. Otros alimentos que le pueden ayudar a mejorar su salud mental y prevenir la depresión son los que contienen vitamina D y calcio como el yogurt.
También los que son ricos en selenio: frijoles, nueces, mariscos y productos integrales. Y aquellos con altos niveles de ácidos grasos omega-3: pescado, semillas de lino, aceite de canola, nueces y vegetales verdes.
Mejorando su estado mental
Con el tiempo, Begoña ha logrado llegar a cierto equilibrio emocional. Con la ayuda del especialista y de su familia se ha mantenido estable en su condición mental.
Además, ha mejorado su alimentación, por lo que el equilibrio bioquímico de su cerebro sufre pocas alteraciones que aumenten el riesgo de recaer en la depresión.
Begoña comprendió que su alimentación a base de comida procesada agravaba su estado. Por el contrario, su nueva dieta balanceada la ayuda a recuperarse.
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