Síndrome De Fatiga Crónica Síntomas Y Tratamiento

El síndrome de fatiga crónica (SFC) es una enfermedad grave de larga duración que puede tener un impacto significativo en la calidad de vida y el funcionamiento de las personas que lo padecen, así como en sus familias y cuidadores.

De allí la importancia de conocer sus síntomas, y algunas intervenciones que pueden mejorar la calidad de vida de quienes padecen esta dolencia.

De ese tema, que afecta también a los cuidadores de quienes sufren esta enfermedad, les voy a hablar a solicitud de Felicity, una seguidora de Texas.

Ella es una mujer de mediana edad, que desde el año pasado se hizo cargo de sus padres, desde que estos se jubilaron. Ellos vivían en Iowa y decidieron comprar una casa cerca de la de Felicity.

Desde su mudanza, no faltaba un día en que estos abuelitos jugaran y se divirtieran con sus nietos. Sin embargo, hace algunas semanas, Felicity se sintió preocupada al observar que su madre presentaba dolores eventuales a nivel muscular y en la cabeza.

Para ella, no fue fácil, pues su madre no es una persona que le guste acudir al médico. Por ello, a fin de manejar mayor cantidad de información acerca de esta posible dolencia, decidió contactarme a fin de que le profundizara un poco acerca de ella. 

Lo primero que le mencioné es que de acuerdo a los síntomas que mostró su madre, habría que descartar la presencia de síndrome de fatiga crónica. Para ello, debía llevar a su madre a un médico general, para que la refirieran a un especialista.

Asimismo, le envié un material donde le describí las generalidades, síntomas y tratamiento del síndrome de fatiga crónica.

Al pensar en la importancia que las personas conozcan acerca de esta enfermedad, consideré importante compartir este artículo en mi página.

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Generalidades sobre el síndrome de fatiga crónica

El síndrome de fatiga crónica (SFC), también conocido como encefalomielitis miálgica (EM), es una enfermedad compleja y debilitante que afecta a millones de personas a nivel mundial.

Se caracteriza por un cansancio extremo y persistente que no mejora con el reposo y empeora con la actividad física o mental. Además de ello, no puede explicarse por ninguna otra afección médica. Otros síntomas que también suelen presentarse son:

  • Malestar postesfuerzo (MPE), que es un empeoramiento de los síntomas tras un esfuerzo físico o mental.
  • Dolores de cabeza.
  • Dolor de garganta o ganglios linfáticos inflamados.
  • Problemas cognitivos, como dificultad para recordar, concentrarse o pensar con claridad.
  • Sueño no reparador o insomnio
  • Dolor muscular o articular.
  • Sensibilidad a la luz, el sonido o la temperatura.
  • Intolerancia ortostática (mareos o desmayos al ponerse de pie).

Aún se desconoce la causa exacta del SFC. Sin embargo, los investigadores creen que puede estar desencadenado por una combinación de factores.

A saber, infecciones, problemas del sistema inmunitario, inadecuado funcionamiento de las mitocondrias, desequilibrios hormonales, predisposición genética y estrés psicológico.

Causas probables del síndrome de fatiga crónica

Infecciones

Diversos virus y bacterias se han relacionado con el SFC, como el virus de Epstein-Barr, herpesvirus 6, enterovirus, Coxiella burnetii y la Borrelia burgdorferi. Sin embargo, las pruebas de una relación causal entre estos patógenos y el SFC no son concluyentes.

Una posible explicación es que algunas personas tienen una predisposición genética o un defecto del sistema inmunitario que las hace más vulnerables a desarrollar SFC tras una infección.

Por ejemplo, algunos pacientes con cáncer de próstata que tienen una mutación en el gen RNASEL, implicado en la defensa antiviral, también están infectados por un retrovirus llamado XMRV.

Otro posible mecanismo, es que las infecciones pueden desencadenar una respuesta inmunitaria o inflamatoria anormal. De hecho se ha logrado comprobar, que la misma persiste mucho tiempo después de que se haya eliminado la infección.

Dicha inflamación crónica puede afectar al cerebro y al sistema nervioso, provocando síntomas neurológicos y psicológicos.

Algunos estudios han encontrado niveles elevados de citoquinas, que son moléculas que regulan la inflamación en la sangre y el líquido cefalorraquídeo de pacientes con SFC.

Problemas del sistema inmunitario

Diversos estudios han sugerido que el SFC/EM puede estar desencadenado por infecciones víricas o bacterianas que activan el sistema inmunitario y causan inflamación crónica.

Vale destacar, que un estudio del King’s College de Londres descubrió algunos hechos interesantes.

Uno de ellos, es que quienes presentaban una reacción grave a una vacuna contra la hepatitis B, que imita una infección vírica, eran más propensos a desarrollar SFC/EM. Ello, en comparación con las personas que tenían una respuesta normal.

A su vez, otro estudio de la misma institución detectó que las personas con SFC/EM tenían niveles más altos de ciertas moléculas inmunitarias (citocinas) en la sangre. Dicho efecto era más notorio, especialmente después de hacer ejercicio, un indicador de una respuesta inflamatoria en curso.

Es importante señalar, que algunos investigadores han propuesto que el SFC/EM puede ser una enfermedad autoinmune. La autoinmunidad también podría explicar la predisposición genética y el predominio femenino del SFC/EM, ya que son características comunes de las enfermedades autoinmunes.

Inadecuado funcionamiento mitocondrial

Como sabemos, las mitocondrias son los orgánulos que producen energía para las células en forma de trifosfato de adenosina (ATP). El ATP es esencial para muchos procesos celulares, como la contracción muscular, transmisión nerviosa y función inmunitaria.

Por ello, cuando las mitocondrias no funcionan correctamente, las células y tejidos del cuerpo carecen de energía.

Esto hace que el organismo recurra al metabolismo anaeróbico, ocasionando fatiga, dolor muscular, falta de concentración, disfunción gastrointestinal, dolores de cabeza y una mala recuperación tras el ejercicio.

Se han realizado diversos estudios, que han permitido corroborar, que existen ciertas anomalías mitocondriales en pacientes con SFC. Ello, comparado con personas sanas. Entre ellas se incluyen cambios en la estructura mitocondrial, ADN, ARN, función respiratoria, metabolitos y las coenzimas.

No obstante, los resultados son inconsistentes y los mecanismos no están claros. Algunos posibles factores que podrían afectar a la función mitocondrial en el SFC son el estrés oxidativo, inflamación, infección, mutaciones genéticas y toxinas ambientales.

Actualmente, no existe una terapia específica para la disfunción mitocondrial en el SFC. Sin embargo, se sugieren ciertas recomendaciones generales.

Entre ellas podemos señalar, evitar el sobreesfuerzo, mantener una dieta equilibrada, tomar suplementos de antioxidantes y coenzima Q10 y practicar técnicas de control del estrés.

Desequilibrios hormonales

Algunos investigadores creen que el SFC/EM, podría estar relacionado con desequilibrios hormonales, especialmente con la glándula tiroides.

La glándula tiroides produce hormonas que regulan el metabolismo, crecimiento y desarrollo. Las hormonas tiroideas afectan a todas las células del cuerpo y son esenciales para la producción de energía.

Investigaciones recientes del Centro Médico Universitario de Groningen han corroborado que existe una relación entre el SFC/EM y niveles bajos de hormonas tiroideas.

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De hecho, detectaron que las personas con SFC/EM tenían niveles más bajos de triyodotironina (T3) y tiroxina (T4), las hormonas tiroideas más importantes. Incluso, también presentaban niveles más bajos de tirotropina (TSH), hormona que estimula la glándula tiroides para producir T3 y T4.

Asimismo, lograron descubrir que las personas con SFC/EM poseen una función tiroidea reducida.

Estrés psicológico

Según los especialistas, el estrés psicológico puede afectar a los sistemas de estrés del organismo. Dentro de ellos destaca el eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal y el sistema nervioso simpático, que regulan la producción de hormonas y neurotransmisores.

Dichos compuestos influyen en la función inmunitaria, inflamación, estado de ánimo y niveles de energía.

Los mecanismos exactos, por los que el estrés psicológico contribuye al SFC no se conocen del todo. Sin embargo, se han esgrimido estas posibles explicaciones:

  • El estrés puede mermar la capacidad del sistema inmunitario para combatir infecciones o eliminar virus latentes que pueden desencadenar o reactivar el SFC.
  • El estrés puede aumentar la producción de citocinas proinflamatorias, que son moléculas que median en la inflamación y causan síntomas como fatiga, dolor y fiebre.
  • El estrés puede alterar la percepción del dolor y la fatiga al afectar a las regiones cerebrales implicadas en el procesamiento de la información sensorial y las emociones.
  • El estrés puede interferir en la calidad y cantidad del sueño, que son esenciales para la recuperación física y mental.

Deficiencias nutricionales

Algunas deficiencias de nutrientes parecen ser importantes en la gravedad y la exacerbación de los síntomas del SFC. Los nutrientes que pueden ser beneficiosos para los pacientes con SFC son:

  • Magnesio: El magnesio está implicado en muchas reacciones enzimáticas relacionadas con el metabolismo energético, y se han encontrado niveles bajos de magnesio en algunos pacientes con SFC.  Un suplemento adecuado de magnesio es MAGNESIUM CITRATE.
  • Vitaminas B: Las vitaminas del complejo B son esenciales para la producción de energía a partir de carbohidratos, grasas y proteínas, y también desempeñan un papel en la función nerviosa, síntesis de ADN y metilación. Por ello, un suplemento de vitaminas B puede ayudar a mejorar los niveles de energía, la función cognitiva y el estado de ánimo de los pacientes con SFC. Una opción adecuada es mi suplemento COMPLEJO VITAMINAS B ACTIVAS (METILADAS).
  • Coenzima Q10: La coenzima Q10 es un cofactor que participa en la generación de energía celular en forma de ATP. La coenzima Q10 igualmente tiene propiedades antioxidantes y puede proteger contra el daño oxidativo. La suplementación con coenzima Q10 puede mejorar la fatiga, dolor y capacidad de ejercicio en pacientes con SFC. Una alternativa accesible es ACTIVATED CO-Q10.
  • Ácidos grasos omega-3: Estos compuestos forman parte de las membranas celulares e influyen en la síntesis y la señalización de los neurotransmisores. Algunos pacientes con SFC tienen niveles bajos de ácidos grasos omega-3 en la sangre, y la suplementación con ácidos grasos omega-3 puede reducir la inflamación, mejorar la función cognitiva y estado de ánimo.

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  • Probióticos: Los probióticos pueden modular el sistema inmunitario y afectar a la producción de neurotransmisores y hormonas. La suplementación con probióticos puede mejorar los síntomas gastrointestinales, función inmunitaria, estado de ánimo y calidad de vida de los pacientes con SFC. Anímate a emplear PROBIOTICS 100 BILLION. Lo puedes adquirir en VitaTienda.com.

Predisposición genética

A pesar de que aún se desconoce la causa exacta del SFC/EM, las investigaciones sugieren que puede implicar una combinación de factores genéticos y ambientales.

Dichos genes, pueden afectar la forma en que nuestro organismo responde al estrés, infecciones, procesos inflamatorios, estrés oxidativo, disfunción mitocondrial, alteraciones del sueño y desarrollo autoinmune.

Todos estos factores podrían desencadenar o empeorar los síntomas del SFC/EM en individuos genéticamente predispuestos.

De hecho, ciertos estudios han descubierto que el SFC/EM puede darse en familias. Ello sugiere, un patrón familiar de herencia. Sin embargo, el patrón no es constante ni predecible. Además de ello, puede depender de otros factores como la exposición ambiental, el estilo de vida y la epigenética.

La epigenética hace referencia a los cambios en la expresión génica que se ven influidos por factores externos como la dieta, estrés, toxinas y envejecimiento.

Los cambios epigenéticos pueden modificar la forma en que los genes se activan o desactivan, y pueden afectar a la susceptibilidad o gravedad del SFC/EM.

Tratamientos que permiten combatir la fatiga crónica

No existe una cura para la fatiga crónica, ni una prueba específica para diagnosticarla. El tratamiento se basa en aliviar los síntomas y mejorar el funcionamiento físico y psicológico de los pacientes. Algunos de los tratamientos que se pueden emplear son:

Medicamentos para dormir

Muchas personas con SFC presentan problemas de sueño (insomnio, síndrome de piernas inquietas o apnea del sueño). Los medicamentos para dormir pueden ayudar a mejorar la calidad y duración del sueño, lo que puede reducir la fatiga y el dolor.

No obstante, algunos somníferos pueden causar somnolencia diurna, mareos, problemas de memoria o dependencia. Algunos ejemplos de somníferos son:

  • Antihistamínicos de venta libre.
  • Hipnóticos de venta con receta (zolpidem, zaleplon, eszopiclona o ramelteon).
  • Antidepresivos (amitriptilina o trazodona).
  • Benzodiacepinas (lorazepam o alprazolam).
  • Relajantes musculares (ciclobenzaprina o tizanidina).

Estimulantes

Algunas personas con SFC pueden beneficiarse de los estimulantes. Entre ellos destacan los utilizados para tratar el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Los estimulantes pueden ayudar a mejorar el estado de alerta, la concentración, la memoria y el estado de ánimo.

Aunque también pueden provocar ansiedad, insomnio, irritabilidad, problemas cardiacos o dependencia. Algunos ejemplos de estimulantes son el metilfenidato, anfetamina, modafinilo y armodafinilo.

Antidepresivos

Muchas personas con SFC experimentan depresión, ansiedad o cambios de humor. Los antidepresivos pueden ayudar a mejorar estos síntomas psicológicos, así como el dolor y la calidad del sueño.

Sin embargo, los antidepresivos también pueden causar náuseas, aumento de peso, disfunción sexual o síntomas de abstinencia.

Algunos ejemplos de antidepresivos son:

  • Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (fluoxetina, sertralina, paroxetina y  citalopram).
  • Inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (duloxetina y venlafaxina).
  • Antidepresivos tricíclicos (amitriptilina y nortriptilina).
  • Inhibidores de la monoaminooxidasa (fenelzina  y tranilcipromina).

Analgésicos

 Muchas personas con SFC experimentan dolor crónico en los músculos, articulaciones o nervios. Los analgésicos pueden ayudar a reducir el dolor y la inflamación. Aunque los analgésicos también pueden causar úlceras estomacales, problemas de sangrado, daño hepático, daño renal o dependencia.

Algunos ejemplos de analgésicos son los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), como el ibuprofeno o naproxeno; paracetamol y opiáceos, como la codeína o la oxicodona. Se incluyen además las cremas o parches tópicos que contienen lidocaína o capsaicina.

Otros medicamentos

Según los especialistas, existen otros medicamentos que han sido utilizados para tratar síntomas específicos del SFC. Dentro de ellos podemos señalar:

  • Antivirales (aciclovir o valaciclovir).
  • Antihistamínicos (loratadina o cetirizina).
  • Antieméticos (metoclopramida u ondansetrón).
  • Betabloqueantes (propranolol o atenolol).
  • Corticosteroides (prednisona o hidrocortisona).
  • Inmunomoduladores (rituximab o interferón).
  • Suplementos y preparados a base de hierbas (coenzima Q10, magnesio, melatonina, ginseng y equinácea).

Terapias

Se pueden utilizar terapias cognitivo-conductuales, que ayudan a modificar los pensamientos y comportamientos negativos que pueden agravar la fatiga, y a establecer metas y planes de acción adaptados a las capacidades de cada persona.

También se puede aplicar un programa de ejercicio gradual, que consiste en aumentar progresivamente la actividad física para mejorar la tolerancia al esfuerzo y evitar el desacondicionamiento muscular.

Autocuidado

Se recomienda adoptar hábitos de vida saludables que favorezcan el bienestar físico y emocional. Dentro de ellas destacan:

  • Mantener una dieta equilibrada.
  • Evitar el consumo de alcohol y tabaco.

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  • Practicar técnicas de relajación.
  • Seguir un horario regular de sueño-vigilia.
  • Aprender a manejar el estrés y buscar apoyo social.

Concluyendo

De acuerdo a lo mostrado podríamos afirmar, que el SFC/EM es una afección multifactorial que puede implicar diversos aspectos del sistema inmunitario, la inflamación y el metabolismo energético celular.

No obstante, se necesita más investigación para dilucidar las causas y los mecanismos exactos de esta enfermedad, así como para encontrar tratamientos eficaces y biomarcadores para el diagnóstico y el pronóstico.

Sin embargo, se han implementado algunas estrategias farmacológicas y alternativas. Dentro de ellas destacan, empleo de medicamentos para dormir, estimulantes, antidepresivos, analgésicos.

Se han empleado igualmente diversos suplementos, como coenzima Q10, magnesio, melatonina, al igual que tratamientos herbales como ginseng y equinácea. Destacan también, la terapia cognitivo conductual y autocuidado.

Para Felicity la información recibida, la cual comparto en el post, fue de mucha ayuda. De hecho, su madre al apreciar desde otro punto de vista esta enfermedad, decidió ayudar a su organismo.

Es más, accedió acudir al médico, y este detectó que había un problema nutricional que estaba desestabilizando su metabolismo energético.

“Algunas deficiencias nutricionales (vitamina C, complejo vitamínico B, sodio, magnesio, zinc, ácido fólico, l-carnitina, l-triptófano, ácidos grasos esenciales y coenzima Q10) parecen ser importantes en la gravedad y la exacerbación de los síntomas del SFC”.
Geir Bjørklund
Consejo de Medicina Nutricional y Medioambiental
Mo i Rana, Noruega

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