En semanas pasadas conversaba por mensajería instantánea con Isabella, una amiga de muchos años. Entre otras cosas, hacía memoria y recordábamos algunas experiencias que vivimos juntas.
En oportunidades, le mencioné algunas historias a las cuáles me respondió: “¡No recuerdo eso! Mi memoria está fatal”. Después de que lo dijo varias veces, sentí preocupación y le pregunté sobre sus olvidos. Me dijo que le costaba recordar algunas cosas pasadas y también recientes.
La aconsejé acerca de la pérdida de la memoria y cómo prevenirla o mejorarla de forma natural.
La memoria
La memoria es una de las funciones cognitivas. Es el proceso que nos permite retener, codificar y recuperar información. La memoria se alimenta de los estímulos sensoriales que vivimos cada día y experiencias mentales y emocionales.
De acuerdo a criterios temporales, la memoria se divide en dos: A corto plazo y a largo plazo.
La memoria a corto plazo es una memoria operativa, es decir, la que utilizamos para realizar actividades en el momento. Recordar un teléfono, una cita o una fecha antes de anotarlo, por ejemplo.
Antiguamente, se pensaba que comenzar a perder la memoria a partir de cierta edad era normal. Sin embargo, ahora se sabe que no es así. Muchas personas conservan su lucidez mental por más tiempo.
Aunque es posible que, con la edad, cueste un poco más recordar algunas cosas. Es normal que, eventualmente, se presenten algunos lapsus de la memoria. En muchos casos, no se debe a problemas serios.
Si también hay cambios de personalidad y comportamiento, es probable que la falta de memoria se deba a una patología. Le aconsejé a Johana que si en algún momento sentía preocupación por su memoria, acudiera al médico para un diagnóstico concreto.
Hasta el momento, la incapacidad para recordar detalles no afectaba la vida diaria de mi amiga.
Las funciones cognitivas
La memoria es parte esencial de la función cerebral. El cerebro pertenece al Sistema Nervioso Central (SNC) y regula la mayoría de las funciones del organismo.
Todas las funciones vitales como comer, frecuencia cardíaca, instinto sexual, sueño, hasta razonar, pensar y hablar, son reguladas por el cerebro. Es imposible describir los millones de procesos que realiza este órgano por cada función vital.
Las funciones cognitivas son procesos superiores, más allá de los necesarios para la supervivencia. Pensar, recordar, razonar y hablar son funciones cognitivas. De hecho, aun hay muchísimas incógnitas sobre el cerebro y las investigaciones aun no dan respuestas conclusivas a todas.
Al igual que la memoria, el resto de las funciones puede afectarse por muchas razones como la vejez, aunque no es la única. También el contexto personal, familiar, social, ambiental, puede incidir de forma positiva o negativa en estas funciones.
La presencia o producción de radicales libres causa daño a las células cerebrales lo que puede resultar en problemas de memoria y personalidad.
Radicales libres y la memoria
Normalmente, los radicales libres son útiles dentro del organismo porque atacan células patógenas. Pero en ocasiones, el número de radicales libres se hace excesivo y constituye un peligro para las células sanas del cuerpo. Este exceso causa daños a órganos y tejidos, incluyendo el cerebro.
Cuando hablamos de los radicales libres, Johana quiso saber qué eran. De una forma sencilla, se puede decir que los radicales libres son moléculas de oxígeno que atacan las células de la misma forma en que el oxígeno oxida el metal.
En ese proceso dañan el ADN, las proteínas y las membranas celulares. De esta manera la célula deja de funcionar y muere. El cerebro es un órgano que requiere oxigenación constante. Se calcula que él solo utiliza el 20 % del total de oxígeno que respiramos.
La acción de los radicales libres se puede ver en la piel, pero no en el cerebro, pero sí se experimentan sus efectos. Estas moléculas desencadenan reacciones que producen inflamación cerebral. A su vez, la inflamación contribuye a la aparición de ansiedad, confusión y pérdida de la memoria.
También puede conducir a trastornos graves como problemas neurológicos, accidentes cerebro vasculares y Alzheimer. Los radicales libres son causados por la continua exposición a comidas procesadas, contaminación, estrés, falta de sueño y de ejercicio físico.
Antioxidantes y la memoria
Para detener el daño causado por radicales libres, se requieren antioxidantes que se unen a los primeros y los vuelven inofensivos. Aunque no los detienen por completo, los antioxidantes ralentizan el daño que causan. La mejor manera de obtener antioxidantes para proteger y mejorar tus funciones cognitivas de los radicales libres son los alimentos.
Hay muchísimas sustancias y compuestos que actúan como antioxidantes. Por ejemplo, las vitaminas A y C, son antioxidantes, así como la melatonina, la hormona del sueño, la mayoría se encuentra en alimentos de origen vegetal.
Siete remedios naturales
Por este motivo, compartí con Johana algunos remedios naturales, ricos en antioxidantes, para mejorar y proteger la memoria y las funciones cognitivas. En todos los casos, puedes consultar con tu médico de confianza las dosis recomendables para ti y tu familia.
También, consulta por cuánto tiempo es recomendable tomarlo. Algunos pueden interferir con ciertos medicamentos.
1. Romero
El romero, muy apreciado en la cocina, es también popular para fortalecer la memoria. Esta planta aromática mejora la memoria prospectiva, aquella capaz de recordar algo en el futuro. Incluso, olfatear el aroma del romero, pudiera tener efectos benéficos.
Para preparar este delicado té de romero necesitarás una cucharadita de romero seco y una taza de agua hirviendo. También puedes agregarle una cucharadita de miel u otro endulzante natural, pero es opcional.
Agrega la cucharadita de romero seco a la taza de agua hirviendo durante al menos unos cinco minutos. Cuélalo y tómalo diariamente por algunas semanas. Agrégale miel u otro endulzante, si lo deseas.
2. Té verde
Las propiedades antioxidantes del té verde son conocidas desde la antigüedad y estudios recientes lo confirman. En una investigación del 2013, se demostró que los extractos del té verde protegen las proteínas y los lípidos de la oxidación.
En pruebas de laboratorio, los sujetos tratados con extractos de esta hierba mostraron mejores habilidades de aprendizaje espacial. Algunos estudios señalan que el té verde podría proteger el hipocampo del envejecimiento.
El hipocampo es una estructura cerebral que juega un papel fundamental en la formación de recuerdos nuevos. Para consumirlo, prepara una infusión de té verde en agua hirviendo. Déjala reposar hasta entibiar un poco y agrégale el jugo de un limón.
3. Ginkgo Biloba
Conocido desde la antigüedad y de origen chino, el Ginkgo Biloba se utiliza mucho para trastornos de la memoria. Esto se debe a que mejora el flujo sanguíneo, por este motivo lo recomiendan a pacientes con demencia y Alzheimer.
Sin embargo, te advierto que, según un estudio difundido a través de la revista Psychopharmacology, puede que no sea útil para mejorar la memoria en individuos sanos.
4. Ginseng asiático
La variedad asiática de esta planta del género Panax es muy apreciada como potenciador de la memoria. Es conocida por sus efectos positivos en las funciones cognitivas como concentración y aprendizaje.
Para comprobarlo, se realizaron estudios de laboratorio que demostraron que el ginseng activa neurotransmisores que promueven la memoria. La contraindicación es que debe tomarse por breves periodos de tiempo.
Por ejemplo, tomar un té de Ginseng durante dos semanas y luego descansar otras tres. O puedes tomarlo de forma ocasional. Es posible que interfiera con ciertos medicamentos y no es recomendable para niños.
5. Almendras
El alto contenido de antioxidantes y ácidos grasos omega-3 que poseen las almendras, ayudan a mejorar la memoria y la capacidad intelectual. Además, son excelentes para la salud de los ojos. Puedes comer algunas cada día como una merienda.
También, agrégalas a tus comidas con regularidad como postres y ensaladas. Sin embargo, ten cuidado al consumirlas porque el exceso puede provocarte trastornos estomacales. Cómelas con moderación y aprovecharás mejor su poder sobre tu cerebro.
6. Comino negro o Nigella Sativa
El comino negro, originario de Oriente Próximo, es conocido por su extraordinario poder para agudizar la mente. Esto es gracias a sus propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. También tiene la capacidad de proteger las neuronas.
Una investigación que apareció en la revista de Etnofarmacología arrojó unos resultados interesantes sobre el comino negro. Quienes consumieron dos cápsulas de 500 miligramos de esta semilla molida cada día, arrojaron mejores resultados en funciones cognitivas.
Por ejemplo, una mejor cognición, memoria y atención en comparación con aquellos que tomaron un placebo. Puedes mezclar un poco de miel con media cucharadita de comino negro (unos 3 a 4 gramos) y comerlo dos veces al día por unas semanas.
Aunque también puedes usarlo con regularidad en tus preparaciones.
7. Aceite de pescado
Los ácidos grasos omega-3 presente en pescados grasos como salmón, arenque y sardina es útil para preservar las funciones cognitivas. Ayuda a mejorar la memoria y disminuye el deterioro, además, previene la formación de placas cerebrales relacionadas con el Alzheimer.
Puedes tomar suplementos de aceites de pescado que contengan al menos 600 miligramos. Si quieres saber si requieres una dosis específica, consulta con tu médico. Incluir estos pescados azules en tu dieta también es una buena opción. Recuerda cocinarlos de forma saludable
Al presentarle estas opciones a Johana, ella me dijo aprovecharía varias de ellas para potenciar y proteger sus funciones cognitivas. Le recordé que mis recomendaciones para una vida plena y sana son indispensables.
Si sólamente consumimos estos remedios sin tener una dieta equilibrada y natural o sin hacer ejercicios, no podremos aprovechar los beneficios que aportan a nuestra memoria. Mi invitación es que aprendas a nutrir tu organismo y a mantener actividad constante. Todo esto redundará en tu calidad de vida.
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