De acuerdo a los expertos, la limpieza facial es un paso importante en cualquier rutina de cuidado de la piel. Este proceso coadyuva en la eliminación de la suciedad, grasa, maquillaje y contaminantes de la superficie cutánea.
Todos estos factores pueden acarrear diversos desequilibrios, que podrían incluso afectar la barrera cutánea. Por ello es importante conocer la importancia, y practicar una adecuada rutina de limpieza facial.
De este tema, que muchas veces ocasiona confusión les voy a hablar a solicitud de Amara, una seguidora de Michigan. Ella es una madre de familia que ya alcanzó los cincuenta. Sin embargo, ella me comenta que desde la pubertad, siguió los consejos de su madre en cuanto al cuidado de la piel.
Por ello, logró llegar a esa edad con un cutis que muchas personas admiran, empezando por su esposo. Amara me comentaba, que por supuesto, el cuidado de la piel lo ha acompañado de una adecuada alimentación y ejercicio.
No obstante, para Amara estaba gravitando una preocupación que le hizo contactarme. Se trataba de su hija adolescente, una joven muy disciplinada en sus estudios, aunque descuidaba su apariencia.
Ella me dijo, que no le importaba tanto la apariencia en el vestir, porque podría resolverse más fácilmente. Su gran preocupación era la falta de disciplina de su hija para mantener la piel del cutis en óptimo estado.
Amara quería principalmente información, que le permitiera manejar elementos contundentes para convencer a su hija de no descuidar su piel.
Al comprender la preocupación de esta madre, le envié un dossier mostrándole la importancia de la limpieza facial. Igualmente, incluí algunas consecuencias de no realizar esta rutina de forma adecuada.
La limpieza facial no es una moda, es una necesidad. Por ello, creí conveniente compartir este artículo en mi página.
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Generalidades acerca de la piel de la cara
La piel del rostro es la parte del cuerpo humano más expuesta al entorno exterior. Ella ayuda en la protección frente a amenazas externas, regulación de la temperatura y la percepción de estímulos. La piel del rostro está compuesta por tres capas: la epidermis, dermis e hipodermis.
La epidermis es la capa más externa y constituye una barrera contra la pérdida de agua, agentes patógenos y radiación UV.
Mientras la dermis es la capa intermedia que contiene vasos sanguíneos, nervios, folículos pilosos, glándulas sudoríparas y glándulas sebáceas. La hipodermis es la capa más interna, formada por tejido adiposo y tejido conjuntivo. Su función es la de amortiguación y aislamiento.
La piel del rostro tiene características diferentes según la región, el individuo y los factores externos. Así, la piel del contorno de los ojos es más fina y delicada que la de la frente o mejillas. El tipo de piel (seca, grasa, normal o mixta) depende de la cantidad y distribución del sebo producido por las glándulas sebáceas.
El color de piel (o fototipo) depende de la cantidad y tipo de melanina producida por los melanocitos epidérmicos. A su vez, el envejecimiento cutáneo depende de factores intrínsecos (genéticos) y extrínsecos (ambientales), que afectan la estructura y función de la piel con el paso del tiempo.
Factores que inciden sobre la salud de la piel del rostro
Existen diversos factores, tanto internos como externos, que influyen negativamente sobre el cutis.
Dentro de los factores internos destacan la genética, hormonas y ciertas enfermedades. Por ejemplo, la genética puede determinar el tipo de piel, el envejecimiento biológico y la predisposición a enfermedades cutáneas como la dermatitis atópica o la psoriasis.
A su vez, las hormonas pueden provocar cambios en la piel como el acné, hiperpigmentación o sequedad. Incluso, algunas enfermedades como la diabetes, o la insuficiencia renal pueden perjudicar la función y la salud de la piel.
Dentro de los factores externos figuran la exposición solar, contaminación ambiental, tabaco, alcohol y estrés. Según la ciencia, la exposición al sol es una de las principales causas del envejecimiento prematuro de la piel. Dicho efecto deteriora las fibras de colágeno y elastina, generando pérdida de fuerza y elasticidad.
La exposición al sol también puede provocar diversos efectos adversos. A saber, cáncer de piel, pecas, arrugas, pigmentación y dilatación de los vasos sanguíneos.
La contaminación ambiental puede exponer la piel a sustancias químicas nocivas, partículas y radicales libres. Dichos factores, pueden causar inflamación, irritación, alergias y estrés oxidativo.
A su vez, fumar puede reducir el flujo sanguíneo a la piel, ocasionando una disminución sustancial de oxígeno y nutrientes. Ello acelera la degradación del colágeno, provocando arrugas, flacidez, tono apagado y desigual de la piel.
Cabe destacar, que el alcohol puede deshidratar la piel, haciéndola más propensa a la sequedad, descamación y agrietamiento. Además, puede dilatar los vasos sanguíneos de la cara, provocando enrojecimiento, rubor y rosácea.
El estrés puede afectar la piel desencadenando o empeorando afecciones inflamatorias como el acné, eccema o psoriasis. Incluso, puede alterar la función de barrera de la piel, haciéndola más vulnerable a infecciones e irritantes.
¿Cómo podemos proteger la piel del rostro?
Para proteger la piel del rostro de estos factores negativos, es importante adoptar un estilo de vida saludable y una rutina de cuidado de la piel adecuada. Algunas de las recomendaciones son:
- Evitar la exposición excesiva al sol y utilizar protección solar con FPS 30 o superior todos los días. Te recomiendo emplear una formulación mineral sin aditivos: ELIXIR MINERAL SUNSCREEN SPRAY SPF30. Lo puedes adquirir en VitaTienda.com.
- Limpiar el rostro dos veces al día con un limpiador suave que se adapte a su tipo de piel.
- Hidratar el rostro a diario con una crema o loción que contenga ingredientes hidratantes como el ácido hialurónico o la urea. Una alternativa novedosa es mi fórmula patentada, SILK FACE SERUM, con aminoácidos, fibras y proteínas de la seda en una solución molecular lípida. Es apropiada para personas que padecen de psoriasis, rosácea, acné, melasma y otras condiciones delicadas de la piel.
- Exfoliar el rostro una o dos veces por semana con un exfoliante suave o un peeling químico para eliminar las células muertas y mejorar la textura de la piel.
- Emplear antioxidantes como la vitamina C o E para combatir los daños causados por los radicales libres y potenciar la producción de colágeno.
- Evitar fumar y limitar el consumo de alcohol a niveles moderados.
- Controlar los niveles de estrés practicando técnicas de relajación como la meditación, yoga o ejercicios de respiración.
- Seguir una dieta equilibrada que incluya frutas, verduras, cereales integrales, proteínas magras y grasas saludables.
- Beber mucha agua para mantener la piel hidratada.
- Consultar a un dermatólogo si presenta algún problema o afección cutánea que requiera atención médica.
También, puedes ayudar a tu piel, desde adentro empleando SILK COLLAGEN POWDER. Esta fórmula apoya una piel radiante, las proteínas de sericina de seda no solo hidratan, sino que también potencian la producción natural de colágeno de la piel desde el interior, promoviendo una piel vibrante y revitalizada.
Profundizando acerca de la limpieza facial
De acuerdo a los expertos, la piel del rostro requiere cuidados adecuados para mantener su salud y aspecto. El uso de productos para el cuidado cutáneo, puede influir en la diversidad molecular y microbiana de la piel.
También está muy asociada a su hidratación, pH, producción de sebo y sensibilidad. Por ello, es importante elegir productos adecuados al tipo de piel, su estado y necesidades.
Algunos de los beneficios de la limpieza facial son:
Elimina las células muertas de la piel
De acuerdo a los expertos la limpieza elimina las células muertas de la piel que pueden interferir en la absorción y eficacia de los productos tópicos para el cuidado de la piel. Ello favorece el adecuado desempeño de los productos y tratamientos antienvejecimiento.
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Asimismo, permite que la piel esté en mejores condiciones para ciertos procedimientos como exfoliaciones químicas, microdermoabrasión o tratamientos con láser. Dichos procedimientos, son una herramienta importante para mejorar los signos del envejecimiento.
Ayuda a mantener el tamaño adecuado de los poros
La limpieza reduce la acumulación de sebo y residuos en los poros. Estos factores, cuando no se controlan, pueden hacer que los poros parezcan más grandes y notorios, promoviendo procesos inflamatorios.
Al mantener los poros limpios, también podemos prevenir la inflamación y la infección que pueden provocar acné o cicatrices.
Favorece la hidratación adecuada de la piel y evita la producción excesiva de grasa
La limpieza equilibra los niveles naturales de grasa e hidratación de la piel. Dichos factores son esenciales para una piel sana y suave. Si la piel está demasiado seca, puede volverse escamosa, irritada o propensa a las arrugas. Si es demasiado grasa puede brillar, engrasarse o sufrir brotes.
¿Cuáles criterios deben ser considerados al momento de realizar la limpieza facial?
Elegir un limpiador suave
Un limpiador suave es un producto que elimina la suciedad, grasa, maquillaje y otras impurezas de la piel sin dañar ni alterar su función de barrera natural.
La función de barrera de la piel, es su capacidad para protegerse de las amenazas externas. Entre ellas podemos señalar las bacterias, irritantes, alérgenos y pérdida de agua.
Un producto con estas características ayuda a mantener la hidratación, pH, microbiota e inmunidad de la piel. Por ello, cuando empleamos limpiadores demasiado agresivos, podríamos dañar la función de barrera de la piel.
Ello ocasionaría mayor susceptibilidad a la permeación, inflamación, infección, sequedad, picor e irritación. Este efecto negativo podría empeorar algunas afecciones cutáneas, como el eccema, acné, rosácea y piel sensible.
Por esto mismo, es importante elegir un limpiador suave que se adapte a tu tipo de piel y necesidades. Dentro de las características que posee un limpiador suave destacan:
- pH entre 5 y 7.
- Baja concentración de tensioactivos (detergentes que crean espuma y eliminan la grasa).
- Sin productos químicos agresivos ni fragancias que puedan causar reacciones alérgicas o sensibilización.
- Con ingredientes hidratantes y calmantes de enrojecimiento e inflamación (por ejemplo, glicerina, ácido hialurónico, ceramidas, aloe, manzanilla y té verde).
- Debe ser capaz de limpiar eficazmente la piel, sin despojarla de sus aceites naturales, ni alterar el equilibrio de la microbiota.
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- Al elegir un limpiador suave, que se adapte a tu piel, ayudarás a preservar su salud y belleza. Un limpiador suave puede ayudar a prevenir o reducir problemas comunes de la piel. A saber, el acné, sequedad, sensibilidad y envejecimiento prematuro.
De hecho, un limpiador suave también puede mejorar la eficacia de otros productos para el cuidado de la piel que se aplican después de la limpieza. Entre ellos, los tónicos, sueros, cremas hidratantes y protectores solares.
No limpiarse en exceso
La piel del rostro no debe limpiarse en exceso. Ello podría ocasionar daños en la barrera cutánea, sequedad, irritación, inflamación, acné, erupciones, e incluso desencadenar dermatitis atópica.
La barrera cutánea es la capa más externa de la piel, que la protege de patógenos nocivos y factores ambientales. También ayuda a mantener la producción natural de grasa y los niveles de pH de la piel.
Cuando la barrera cutánea se ve comprometida, la piel se vuelve más vulnerable y sensible a las infecciones y alergias.
El exceso de limpieza puede producirse por exceso de lavado de la cara, empleo de productos agresivos o alcalinos, niveles elevados de agua caliente o agentes espumantes. Estos factores, pueden favorecer la pérdida de lípidos e hidratación natural de la piel, dejándola deshidratada y tirante.
Dichos efectos pueden propiciar que la piel produzca más grasa para compensar la pérdida de hidratación. Ello ocasiona la obstrucción de los poros y aparición de granos.
Asimismo, el exceso de limpieza puede provocar enrojecimiento, descamación, picor, quemazón y sensación de escozor. Incluso, podría empeorar afecciones inflamatorias ya existentes, como el eccema.
A fin de evitar una limpieza excesiva, no se debe lavar la cara más de dos veces al día. Los momentos más adecuados son, por la mañana y por la noche. También es importante emplear limpiadores suaves, con pH equilibrado y sin espuma, adecuados para su tipo de piel.
Igualmente, es fundamental evitar el empleo de agua caliente o frotar la cara con demasiada fuerza. Se recomienda secar la cara dando golpecitos con una toalla suave, para posteriormente aplicar una crema hidratante. Si la piel se encuentra húmeda, se logrará una mayor fijación de la hidratación.
De acuerdo a los especialistas, es conveniente utilizar protector solar durante el día para evitar los daños ocasionados por el sol.
Emplear limpiadores faciales adecuados al tipo de piel
Unos buenos limpiadores faciales son los que se adaptan a su tipo de piel, su estado y sus preferencias. Como se resaltó, estos deben ser suaves, eficaces y no irritantes. También deben eliminar la suciedad, maquillaje e impurezas sin despojar a la piel de su humedad y aceites naturales.
He aquí algunos ejemplos de ingredientes que deben poseer los limpiadores faciales.
Para pieles sensibles
Existen diversos limpiadores enriquecidos con proteínas de soja, extracto de pepino y agua de rosas. Ello permite calmar, nutrir y equilibrar la piel. Además, eliminan el maquillaje y las impurezas sin resecar ni irritar la piel.
Para pieles grasas
Existen diversos limpiadores que contienen fórmula de gel a espuma conteniendo tensioactivos suaves y glicerina para limpiar la piel sin despojarla de sus aceites naturales. Muchos de ellos, también contienen extractos de frutas y antioxidantes para proteger la piel de las agresiones medioambientales.
Para pieles secas
Diversos productos diseñados para pieles secas, poseen una alta capacidad hidratante. Muchos de ellos contienen ceramidas, ácido hialurónico y glicerina para hidratar, permitiendo restaurar y proteger la barrera cutánea. Además, presentan un pH suave que respeta la acidez natural de la piel.
ELIXIR 44 KIT es una fórmula exclusiva de mi laboratorio que incluye dos cremas de rápida absorción. Estas cremas combinan compuestos científicamente probados con ingredientes naturales altamente concentrados, ofreciendo hidratación profunda y favoreciendo un cutis flexible y suave.
Además, ayudan a lograr una tez más luminosa y combaten los signos del envejecimiento, apoyando la función de la barrera cutánea. Su mezcla efectiva nutre la piel con los nutrientes esenciales que necesita para lucir radiante.
Para pieles mixtas
Existen diversas fórmulas, elaboradas con poca espuma, que permite limpiar la piel sin obstruir los poros ni resecarla. Por lo general, son formulaciones no comedogénicas e hipoalergénicas, adecuadas también para pieles sensibles.
Para pieles con tendencia acneica
Algunas formulaciones contienen peróxido de benzoilo al 10%. Ello permite eliminarlas bacterias que causan el acné, disminuir los procesos inflamatorios y destapar los poros. Existen además ciertas formulaciones con pH equilibrado, que evitan el exceso de sequedad e irritación.
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Concluyendo
De acuerdo a lo mostrado, la limpieza facial es un paso esencial en toda rutina de cuidado de la piel. Este proceso ayuda a eliminar la suciedad, grasa, maquillaje y los contaminantes de la superficie de la piel.
Dichos factores contribuyen en la obstrucción de los poros, además de ocasionar erupciones, apagar el cutis y acelerar el envejecimiento.
También, la limpieza ayuda a exfoliar las células muertas, que pueden inhibir la producción de colágeno y reducir la elasticidad de la piel. Limpiar el rostro con regularidad puede mejorar la salud, aspecto y longevidad de la piel de muchas maneras.
Dentro de los beneficios de la limpieza facial, resaltan el mantenimiento de los poros limpios y prevención de infecciones. Unos poros limpios favorecen el desempeño de las cremas hidratantes y sueros empleados sobre el rostro.
Incluso puede prevenir los brotes de acné, al combatir las bacterias y eliminar el exceso de grasa. Asimismo, la limpieza facial puede favorecer la producción de colágeno, estimular la renovación celular y la circulación sanguínea.
Todos estos procesos, redundan en una piel con tonos homogéneos, bien hidratada y con un adecuado pH y elasticidad.
Para Amara la información recibida, la cual comparto en el post, fue de una gran utilidad. Ella se comunicó conmigo hace poco, y me comentó que compartir la información con su hija fue algo muy placentero.
Sobre todo porque su hija pudo ver más allá, descubriendo un secreto a la vista. Que esta sencilla rutina, además de cuidar su cutis, podría mantener su lozanía a lo largo de los años.
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