Desde hace tiempo se sabe, que la microbiota intestinal posee una asociación de simbiosis en nuestro organismo. Estos microorganismos compuestos por bacterias, virus, parásitos han sido objeto de diversos estudios. En uno de los más recientes se logró determinar que, muchos alimentos de la dieta occidental promueven la inflamación intestinal de bajo grado.
De este importante tema ya he hablado en otras ocasiones, sobre todo desde el punto de vista de los alimentos chatarra y sus efectos sobre la salud. Sin embargo, toca nuevamente esta puerta, motivada por la inquietud de Eve, una seguidora de California.
Ella me comentaba que desde siempre ha sido fanática de la lectura, manualidades y elaboración de postres. La pasión por estos hobbies, los adquirió desde niña, alentada por su abuela paterna.
Ella me comenta, que seguir esta tradición realmente ha sido gratificante. Sin embargo, como posee la tendencia hacia el sedentarismo y al consumo excesivo de postres endulzados, experimenta a menudo de sobrepeso.
Ella me mencionó, que el año pasado la madre de una amiga le sugirió algunos cambios en su dieta. Esto le causó una gratificación asombrosa, al observar que lograba perder peso. Sin embargo, me confesó que su falta de constancia juega en su contra y vuelve nuevamente a ganar peso.
Y precisamente por ello hace contacto conmigo, a fin de que le asesore con nociones que le permitan ser más firme en su decisión de modificar su régimen alimenticio.
A sabiendas de las últimas investigaciones realizadas, acerca del microbiota y los alimentos, decidí enviarle información acerca de ello. Consideré importante incluir, resultados recientes obtenidos acerca del impacto de la alimentación sobre la salud.
Incluso, resalté el efecto de determinados alimentos sobre la microbiota intestinal y ciertas enfermedades inflamatorias. Dada la prevalencia de “dietas desequilibradas” en el mundo actual, comparto esta información.
Recordando algunos elementos acerca de la microbiota o flora intestinal
Como he mencionado en otras ocasiones es importante resaltar, que el microbioma humano es una vasta población de microorganismos. Ellos viven, crecen y se multiplican en la parte interna y externa del cuerpo humano.
En los últimos años se han intensificado los conocimientos acerca de la microbiota intestinal, gracias al empleo de tecnologías novedosas.
Vale destacar, que en el intestino se puede hablar de la existencia de un ecosistema, el cual es clave en el mecanismo de defensa inmunitario. El mismo lo conforman la mucosa intestinal, el sistema inmunológico intestinal y la microbiota intestinal.
La mucosa representa una enorme superficie de intercambio, a manera de un filtro, permitiendo el paso de ciertos nutrientes.
Por otra parte, el sistema inmunológico intestinal defiende de las posibles agresiones, permitiendo a su vez la tolerancia de los alimentos. Se sabe que alrededor del 60 % de las células inmunitarias se concentran en el intestino.
A su vez, la microbiota intestinal, estimada en unos 10 billones de bacterias, posee diversos roles esenciales. Uno de ellos, consiste en formar un efecto de barrera frente a potenciales patógenos que puedan causar infecciones.
Esto lo logra, al adherirse a la mucosa intestinal, donde también logra fortalecer y estimular el sistema inmunológico y a digerir diversos compuestos presentes en los alimentos. De esta forma, se obtienen y asimilan diversos micronutrientes importantes.
Vale destacar, que las alteraciones en la microbiota pueden generar una serie de patologías. Dentro de ellas, pueden presentarse algunas de bajo riesgo como los gases intestinales. Sin embargo, muchas veces ocurren otras de mayor riesgo como la intolerancia alimentaria e inflamaciones crónicas.
Las inflamaciones crónicas a su vez, pueden favorecer la presencia de trastornos graves como lupus, artritis y enfermedades cardiovasculares. Incluso, en condiciones extremas, puede conducir al padecimiento de cáncer.
¿Cómo se relaciona la microbiota intestinal con nuestro organismo?
La ciencia ha logrado detectar hasta ahora, que la microbiota intestinal posee una relación simbiótica con nuestro organismo. Ello le permite participar en la regulación de diversas funciones importantes, como la inmunitaria, metabólica y la de barrera.
También se ha encontrado que, la inflamación intestinal y la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) se relacionan con la disbiosis. La disbiosis, es considerada una alteración de la flora intestinal.
Vale destacar, que dichos desequilibrios en la barrera intestinal, además de los cambios asociados con los metabolitos, así lo confirman. De hecho, estudios recientes han determinado que la alimentación es un factor determinante en la alteración de la microbiota.
Hasta ahora se sabe que, la dieta occidental y la inflamación intestinal de bajo grado están implicadas en un número creciente de enfermedades inflamatorias.
El aumento de la incidencia de estas enfermedades sugiere que, algunos factores específicos como la alimentación, cambios ambientales, exposición a los antibióticos, alteraciones del sueño, actividad física y estímulos patológicos pueden inducir cambios en la composición de la microbiota intestinal.
Según se ha establecido, la microbiota intestinal se relaciona con la digestión de nutrientes no digeribles. No obstante, ella también participa en la absorción, metabolismo y almacenamiento de los nutrientes ingeridos. Esto, puede llegar a afectar ocasionalmente la fisiología de nuestro organismo.
La inflamación intestinal: clave de algunas patologías
De acuerdo a la ciencia, el ingreso bacteriano a través de la mucosa gastrointestinal genera procesos inflamatorios. Esto fue confirmado mediante pruebas de laboratorio empleando células intestinales de pacientes con Enfermedad de intestino irritable.
Se observó que, la bacteria Escherichia coli estimuló la producción de citoquinas proinflamatorias. Sin embargo, otros géneros de bacterias como Faecalibacterium, Lactobacillus y Bifidobacterium, mostraron una inhibición sobre la respuesta inflamatoria intestinal.
Estas bacterias incluso lograron estimular la producción de citoquinas antiinflamatorias. Se ha observado, que cuando en la dieta se incluyen altos niveles de grasas malas, se produce una reducción de estas citoquinas antiinflamatorias.
Se ha establecido que, algunos metabolitos producidos por estas bacterias sirven como mediadores para la prevención de procesos proinflamatorios.
Vale destacar que, también la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) se desequilibra cuando se consume una dieta alta en grasas. Esto se comprobó al evaluar los niveles de butirato en dietas altas en grasas malas.
Se ha comprobado, que el butirato es el AGCC más importante en la diferenciación de linfocitos T reguladores (denominadas Tregs). Estas células ayudan a controlar las repuestas inmunitarias, favoreciendo el equilibrio del sistema inmunitario a nivel intestinal.
Muchos estudios han logrado establecer, que la microbiota intestinal (MI) y el sistema nervioso central (SNC) se comunican mediante vías de señalización. Dichas vías se denominan, como “eje intestino-cerebro”.
En este eje participan de forma bidireccional diferentes factores inmunológicos, conexiones neurológicas directas y señales endocrinas. Este eje permite que la MI transmita al Sistema Nervioso Central (SNC) información específica, en función de los alimentos y nutrientes presentes en el sistema digestivo.
Tal pronto el SNC recibe la información se produce una respuesta sistémica. Así, al producirse una disbiosis se producen una serie de mensajes que pueden causar estrés proinflamatorio, estrés oxidativo, degeneración celular o desequilibrios energéticos.
Estudios recientes descubren hallazgos importantes
Hasta los momentos, la mayoría de los estudios se habían centrado en las propiedades antiinflamatorias de una serie de compuestos aislados. Según los expertos, el tipo de alimento, la cantidad y el momento de su ingesta influyen sobre la composición y la función de la microbiota intestinal.
De hecho, la composición de la microbiota intestinal puede transformarse gradualmente hasta convertirse en una comunidad microbiana compleja y establecida. Ello dependerá de la dieta que realicemos, favoreciendo el crecimiento de los microorganismos más adecuados para metabolizar los grupos de alimentos de consumo habitual.
Por ello, si se siguen patrones dietéticos basados en frutas, vegetales frutos secos , se podría aumentar la capacidad antiinflamatoria de los nutrientes. Esto se lograría, gracias a la participación de la microbiota intestinal.
Precisamente este año, científicos de la Universidad de Groningen, Países Bajos, corroboraron los efectos de la alimentación sobre la salud. Los resultados de este estudio, se publicaron en una revista especializada del British Medical Journal. Esta es la primera vez, que se realiza un estudio considerando diversos patrones dietéticos y una serie amplia de alimentos.
En el estudio participaron 1.425 personas y se logró evaluar la interacción entre la dieta habitual, bacterias intestinales y procesos inflamatorios. Los participantes padecían de patologías intestinales como enfermedad de Crohn (EC), colitis ulcerosa (CU) y síndrome del intestino irritable (SII). Se incluyeron también, personas sanas sin patologías intestinales.
Algunas generalidades del estudio en referencia
Los científicos solicitaron la entrega de una muestra de heces para el análisis microbiano a cada uno de los participantes. Además de ello, la ingesta dietética fue evaluada a través de un Cuestionario de Frecuencia Alimentaria (FFQ) semicuantitativo.
Este cuestionario, fue realizado en concordancia con la muestra fecal y se diseñó y validó por la división de Nutrición Humana de la Universidad de Wageningen, mediante métodos estandarizados.
Este instrumento permitió evaluar la frecuencia de consumo de un determinado alimento durante el mes anterior, además de la cantidad habitual ingerida. Asimismo los alimentos específicos fueron compilados en 25 grupos de alimentos, cuantificados a su vez en gramos por día.
Al realizar el análisis de los datos se encontraron 38 asociaciones entre la ingesta dietética y diversos grupos de bacterias. También se logró detectar la asociación entre 61 alimentos y nutrientes individuales con 61 especies de bacterias. Esto incluía además 249 procesos metabólicos en el universo de los participantes del estudio.
Los resultados mostraron que, una alta ingesta de alimentos de origen animal o procesados, estimulan respuestas inflamatorias. Aquí se incluyen también las bebidas alcohólicas destiladas y el azúcar. Es decir, se correspondió a entornos microbianos inflamatorios intestinales característicos.
Hallazgos que deben ser considerados para una adecuada salud intestinal
Es importante resaltar, que cuando se realiza una mayor ingesta de alimentos de origen animal, procesados, alcohol y azúcar, se produce un entorno microbiano proinflamatorio.
De acuerdo a los investigadores, los alimentos procesados y los alimentos de origen animal, se vincularon a bacterias oportunistas. Dentro de ellas se mencionaron los géneros Ruminococcus y Firmicutes, las cuales poseen actividad proinflamatoria.
Los frutos secos, el pescado azul, las frutas, verduras, caldo de pollo de hueso, se relacionaron con una mayor abundancia de bacterias benéficas. Entre ellas la Faecalibacterium, las cuales son capaces de generar ácidos grasos de cadena corta (AGCC). Ellos favorecen el control de los procesos inflamatorios y protegen la integridad de la mucosa intestinal.
El vino tinto, se asoció con una mayor abundancia de diversas bacterias que producen ácidos grasos de cadena corta. Además de ello, la ingesta de café también se asoció con una mayor abundancia relativa de Oscillibacter una bacteria asociada con algunos metabolitos antiinflamatorios.
Cabe destacar que los productos lácteos fermentados, como el yogur y suero de leche se asociaron fuertemente con bacterias antiinflamatorias como Bifidobacterium, Lactobacillus y Enterococcus.
Las legumbres (arvejas, lentejas y garbanzos), nueces y pescado se asociaron con una menor abundancia de bacterias “oportunistas”. Se observó que las mismas, inducían una importante actividad antiinflamatoria.
Debemos resaltar que, el grupo de alimentos compuesto por gaseosas, mayonesa, carnes, y papas fritas, estuvo vinculado a bacterias “hostiles”. Ellas generan ciertas toxinas, que poseen efecto inflamatorio, entre ellas destacan la especie Clostridium bolteae, y los géneros Coprobacillus y Lachnospiraceae.
Según los investigadores, en ausencia de fibra dietética, estas bacterias se alimentan del moco intestinal, causando su erosión.
Concluyendo
Puede sonar asombroso y aunque no lo creamos, la microbiota intestinal funciona casi como otro órgano de nuestro cuerpo. Esto lo menciono, porque la relación del eje intestino-cerebro, es un hecho científico. Gracias a estos “sensores biológicos” nuestro cerebro puede monitorear los eventos que ocurren con el metabolismo de los nutrientes.
Desde hace mucho tiempo, diversos estudios habían detectado la interrelación de determinados nutrientes con algunos procesos de disbiosis de la microbiota intestinal. Sin embargo, este novedoso estudio de alcance amplio consideró diversas dietas, nutrientes y enfermedades intestinales preexistentes. Ello sin duda, ha sido realmente muy esclarecedor.
Una de las riquezas aportadas por este importante trabajo, fue demostrar objetivamente que es posible modular la microbiota intestinal. Esto es posible realizarlo empleando dietas con altos contenidos de frutos secos, verduras, legumbres, cereales y pescado.
Además de ello, dándole mayor relevancia a la ingesta de alimentos de origen vegetal, respecto a los de origen animal. De esta forma, estaríamos previniendo procesos inflamatorios intestinales, los cuales se asocian de forma directa con diversas enfermedades crónicas.
Para Eve la información recibida, la cual comparto en el post, fue de mucha ayuda. Ella me comentó hace poco, que de acuerdo a lo aprendido, se decidió por una dieta mediterránea.
Ahora, nunca deja de incorporar muchas frutas, legumbres, pescados grasos y eventualmente un buen vino tinto californiano. Ella está feliz, se alimenta con comida saludable, sin dejar de ser apetecible y ha logrado mantener una silueta libre de grasa.
“Las dietas a largo plazo enriquecidas con legumbres, verduras, frutas y frutos secos; una mayor ingesta de alimentos de origen vegetal sobre los de origen animal, con preferencia por los lácteos fermentados bajos en grasa y el pescado; al tiempo que se evitan las bebidas alcohólicas fuertes, la carne procesada con alto contenido en grasa y los refrescos, tienen un potencial para prevenir los procesos inflamatorios intestinales a través del microbioma intestinal”
Dr. Rinse K Weersma
Universidad de Groningen, Países Bajos
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https://gut.bmj.com/content/70/7/1287https://www.biocodexmicrobiotainstitute.com/es/intestinal