☑️ El COVID-19 y Las Enfermedades Cardiovasculares

La enfermedad por coronavirus de 2019 (COVID-19), fue declarada como una pandemia por la OMS, el once de marzo 2020. Esta medida, se efectuó, dada la rápida propagación del virus a nivel internacional. Cabe destacar, que la lucha contra este nuevo virus, no ha cesado, desde que el mismo fue detectado. Muchos esfuerzos, han invertido los gobiernos del mundo, en conjunto con los organismos internacionales.

Observando las cifras crecientes, sobre todo en los Estados Unidos y otros países, es imprescindible, mantener mucha disciplina. Sobre todo, a nivel de los trabajadores de la salud y los investigadores de todas las áreas. Por supuesto, debemos estar conscientes, que esta pandemia, ha representado una amenaza cabalgante para la salud de todas las personas a nivel internacional. Dentro de estos afectados, existe un grupo de pacientes que ameritan ciertos tratamientos especiales. Tal es el caso, de quienes padecen de Enfermedades Cardiovasculares (ECV).

Este tema tan delicado, sale a relucir, debido a la solicitud de una vecina cuyo padre padece ECV. Ella me comentó preocupada, que ha escuchado que el COVID-19, puede generar ciertos procesos delicados en pacientes con ECV. Por ello, solicita información de cómo manejar casos como el de su padre.

Siempre lo menciono y me convenzo que en verdad, no existen las casualidades. Precisamente, hace unos diez días, tuve acceso a un importantísimo artículo del Journal of the American College of Cardiology. Y, afortunadamente, dicho material, me sirvió de referencia actualizada para elaborar para ella, un extracto muy interesante sobre este tema. Así de esta forma, tomando la base enviada a mi vecina y algunas referencias válidas, elaboré un sencillo artículo. Lo comparto en mi blog, a sabiendas de que puede llenar algunos vacíos y responder algunas inquietudes.

La ciencia no baja la guardia y siempre piensa en el bien común

El interesante trabajo, al que tuve acceso, se intitula: “Consideraciones cardiovasculares para pacientes, trabajadores de la salud y sistemas de salud durante la pandemia de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19)”. Para su elaboración participaron investigadores de prestigiosas instituciones como: el Hospital Presbiteriano de Nueva York, la Universidad de Columbia y  la Fundación de Investigación Cardiovascular de Nueva York. Aparte de ello, también se sumaron la Escuela de Medicina de Yale, Universidad Sapienza de Roma, Hospital General de Massachusetts y la Escuela de Medicina del Monte Sinaí, entre otros.

Este interesante documento, está sustentado en la recolección de datos cardiovasculares de la investigación de COVID-19 en todo el mundo. Claro está, tal y como se encuentra hasta este momento. En él, se encuentra información relevante para quienes cuidan pacientes cardiovasculares y también para los pacientes. Incluye además, información de interés para el área hospitalaria y los sistemas de salud. Considerando, si actualmente están encarando la situación del nuevo coronavirus, o las consideraciones potenciales de que ello ocurra. Sobre todo, en función de las consecuencias procesales y logísticas, que deberán se atendidas con la presencia de este peligroso virus.

Los autores, están conscientes de que la pandemia de COVID-19, representa una enorme amenaza para la salud a nivel global. Así, manifestaron: “La comunidad cardiovascular desempeñará un papel clave en el manejo y el tratamiento de los pacientes afectados por esta enfermedad”. Incluso, destacaron la importancia, del uso eficiente de los recursos, incluyendo las nuevas tecnologías como la telesalud. Están seguros, que el cuidadoso apego a las medidas preventivas, permitirá una transición adecuada, desde este momento crucial, hasta que se contenga el brote del COVID-19.

Factores relevantes acerca del COVID-19

De acuerdo a las observaciones realizadas desde la detección del nuevo coronavirus, se sabe que su infectividad, es mayor que la de la influenza. Además de ello, la tasa de mortalidad asociada con COVID-19, también es considerablemente más alta que la de influenza estacional. De acuerdo a la OMS, la tasa de mortalidad por influenza estacional de menos del 0.1%. Pudiendo en ocasiones alcanzar cifras más altas, sobre todo en pacientes de edad avanzada. Se incluyen además pacientes con comorbilidades (presencia de dos o más enfermedades) y la existencia de un ineficiente servicio asistencial.

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De acuerdo a las estadísticas, la tasa de mortalidad del COVID-19, en Wuhan, fue del 1,4%, llegándose a obtener valores del 8% en Italia. Aunque suene ilógico, los otros coronavirus zoonóticos, como el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) 2002-2003 y el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS-CoV), tuvieron tasas de mortalidad más altas. Se llegó a cuantificar en su momento, 9,6% y 34,4%, respectivamente

Sin embargo, vale destacar, que COVID- 19, ha provocado mayor cantidad de fallecimientos, que ambos coronavirus anteriores en conjunto. Esto se debe, a su mayor poder de infectividad y una mayor tasa de ataque. Hasta ahora, para explicar la inconsistencia de la variabilidad de la tasa de infectividad del COVID-19, se esgrimen algunas razones:

  • Existe una gran proporción de pacientes en quienes la enfermedad puede ser asintomática o levemente sintomática.
  • No existen capacidades de prueba adecuadas en muchos países del mundo. Se ha observado, que esto lleva a un diagnóstico muy deficiente, especialmente en pacientes con enfermedades menos graves subyacentes
  • Por lo general, de acuerdo a la experiencia acumulada, se ha observado que las complicaciones y el deceso, se producen tardíamente, respecto del momento del contagio. Por lo general, la muerte se produce unas dos o tres semanas después de la infección.

COVID-19 a veces inadvertido

Hay un detalle, que puede complicar aún más la situación. Se trata de una característica inherente a este nuevo coronavirus. El posee la capacidad de generar infección asintomática hasta en un 20% de las personas. Esto por supuesto, acarrea consecuencias que pueden complicar aún más la situación, por una mayor propagación de la infección. Incluso, la sintomatología clínica del COVID-19, posee muchas variantes.

De acuerdo a un estudio realizado en China, con una gran cantidad de pacientes, encontrando cierta variabilidad. De esta forma, partiendo de total de 72.314 pacientes con COVID-19, se determinó que la sintomatología clínica leve, estuvo en el orden del 81,4%, de los casos. A su vez, la severa en el 13.9% y la crítica en 4.7% Esto incluyó un total de 44.672 confirmados por laboratorio, 16.186 como sospechosos y 10.567 diagnosticados de forma clínica.

Hasta los momentos, las características clínicas leves del nuevo coronavirus, expresan síntomas que se manifiestan también en otras infecciones virales. De esta forma es posible presentar fiebre, fatiga, tos, disnea, mialgias y procesos diarreicos. A nivel de exámenes de laboratorio, pueden presentarse valores bajos de linfocitos en sangre, lo cual es sugestivo de linfopenia. En los casos de mayor gravedad, se asocian incluso a la carga viral. En estudios realizados, se detectó que la carga viral media de los casos graves fue alrededor de 60 veces mayor a la de los casos leves. Para los investigadores, esto significa, que las cargas virales más altas, poseen una correlación con resultados clínicos graves.

Se ha observado, que cuando se presentan casos graves, el nuevo coronavirus, puede desencadenar neumonía, además de síndrome de dificultad respiratoria aguda. Esta última puede presentarse, con o sin shock distributivo y cardiogénico. Se ha observado, que los pacientes adultos mayores, con comorbilidades médicas preexistentes, conforman la población más vulnerable.

Hallazgos interesantes sobre los efectos del COVID-19 sobre la ECV

Hasta ahora, he ido desenredando el ovillo hasta llegar a la población de personas vulnerables. Ella está formada, por el universo de personas, que posee alguna de las enfermedades cardiovasculares (ECV), conocidas. A saber, cardiopatía coronaria, enfermedades cerebrovasculares, arteriopatías periféricas, trombosis venosas profundas, embolias pulmonares, cardiopatía reumática y congénita.

Ahora bien, de acuerdo a los patrones de enfermedad observados actualmente, se hace necesario que los especialistas cardiovasculares se involucren activamente en la atención de pacientes con COVID-19. Esto se debe, a que esta infección, puede afectar directamente la enfermedad cardiovascular. De hecho, se ha establecido que la enfermedad cardiovascular preexistente puede predisponer a la infección por COVID-19.

El 2018, se comprobó, que el infarto de miocardio, puede ser causado por el efecto de ciertas infecciones respiratorias agudas. Incluso, estudios anteriores, habían sugerido una asociación entre la influenza y el infarto agudo de miocardio. Es importante destacar, que el COVID-19, produce también, infecciones respiratorias agudas y a veces graves. De esta forma, personas con ECV infectadas con el nuevo coronavirus, poseen un riesgo elevado de resultados adversos. Incluso, se ha determinado, que la infección, en sí misma, está asociada con muchas complicaciones cardiovasculares.

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Existen reportes de la superposición de sintomatologías entre síndrome coronario agudo (SCA) y COVID-19. Por supuesto, en la mayoría de los casos, los síntomas predominantes de COVID-19 son respiratorios. Sin embargo, ciertos investigadores reportaron el caso de un paciente en Italia con dolor torácico y cambios electrocardiográficos. Luego de pruebas de cateterismo, se encontró que el paciente no tenía enfermedad coronaria obstructiva, sin embargo, resultó positivo para COVID-19. Hay que estar preparados, pues en la medida que el nuevo coronavirus continúe infectando a pacientes con factores de riesgo, se seguirán presentando casos de SCA. Sobre todo, en pacientes con ECV significativa o establecida.

¿Cuál es la prevalencia de ECV en pacientes con COVID-19?

Se han hecho realmente grandes esfuerzos, para adelantar un trabajo como el logrado hasta ahora. A pesar de la falta de pruebas generalizadas, así como el monitoreo a nivel de ciertos países y la recopilación de datos estandarizados, se ha avanzado. Incluso, preocupa muchas veces, el posible sesgo de muestreo en pacientes enfermos y hospitalizados con más comorbilidades, como CVD. Esto, lamentablemente, ha complicado los esfuerzos para estimar con precisión la prevalencia de CVD en pacientes con COVID-19.

Aunado a ello, existe también, una forma muy diferente de la realización de las pruebas en los diversos países. De acuerdo a estudios verificados, se ha encontrado una asociación entre ECV preexistente y la presencia de COVID-19 grave.

Mediante un metaanálisis, que incluyó un total de 1.527 pacientes con COVID-19, se logró determinar la prevalencia de ECV. De esta forma, se encontró que la prevalencia de hipertensión fue de 17,1% y la de enfermedades cardíacas y cerebrovasculares del 16,4%. La diabetes, a su vez, presentó una prevalencia del 9,7%. Un hallazgo interesante, fue el hecho de que los pacientes con ECV, presentaron mayores probabilidades de requerir ingreso en la unidad de cuidados intensivos (UCI).

Incluso, se encontró que, de los 44.672 casos confirmados por laboratorio en Wuhan, los pacientes con ECV preexistente, presentaron mayores tasas de letalidad. De esta forma, en pacientes con ECV, la letalidad fue del 10,5%. Le siguieron la diabetes y la hipertensión, con 7,3% y 6%, respectivamente. Cabe destacar, que estos valores superaron la tasa de letalidad promedio, que estuvo en el orden del 2,3%.

De acuerdo a estudios realizados, utilizando un universo más pequeño de personas, se han obtenido resultados muy parecidos. Corroborando así, que los pacientes con ECV preexistente, poseen un mayor riesgo de presentar complicaciones al contraer coronavirus.

La ECV nos hace más vulnerables al COVID-19

Los investigadores han determinado, que la ECV prevalente, podría emplearse como un marcador de envejecimiento. Incluso, podría considerarse como un mecanismo de desajuste inmunológico acelerado, pudiendo relacionarse indirectamente con el pronóstico de COVID-19.

Aparte de las afecciones, que COVID-19, genera sobre los pacientes con factores de riesgo de ECV, se debe considerar en grupos más vulnerables de pacientes. En este caso, es referido a pacientes en espera para trasplante de corazón. De acuerdo a informes obtenidos de pacientes trasplantados en China, se sabe que estos presentaron síntomas típicos de la enfermedad con COVID-19. Uno de ellos, tenía la enfermedad en un grado leve y otro de forma grave. Estos pacientes, fueron tratados con inmunosupresores basales y altas dosis de esteroides, antibióticos e inmunoglobulina intravenosa, logrando sobrevivir ambos.

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Es muy importante, por lo tanto, que los equipos médicos de asignación de corazón, consideren una serie de estrategias. Dentro de ellas, se deben contemplar, aquellas que permitan detectar la infección grave en los receptores. Por supuesto, sin descartar los corazones de los donantes, considerando la alta prevalencia del COVID-19, de forma asintomática. Durante la pandemia de influenza H1N1, se realizaron muchos procedimientos interesantes. Esto permitía detectar si los donantes, eran sintomáticos o si presentaban antecedentes de exposición significativa. De esta forma, se lograba prevenir la infección en el receptor.

Es también importante señalar, que los procesos de isquemia miocárdica están relacionados con los niveles de troponina. La troponina, es una proteína globular, presente en el músculo cardíaco, cuando su nivel es elevado, es indicativo de daños al miocardio. De acuerdo a estudios realizados, considerando 341 pacientes, se detectó una mayor presencia de troponina I cardíaca en pacientes con casos grave de COVID-19. Ello, en comparación con quienes presentaron la enfermedad de forma leve.

Algunas consideraciones clave emanadas de la Sociedad Cardiovascular

  • Establecer mecanismos de protocolo de intervención, para el diagnóstico, seguimiento y aislamiento de pacientes infectados con COVID-19 y que presenten ECV
  • Establecer y desarrollar protocolos específicos de infarto agudo de miocardio, en especial: Intervención coronaria percutánea (PCI) e injerto de revascularización coronaria (CABG) para el brote de COVID-19
  • Se debe prestar atención en el tratamiento de pacientes con hipertensión. Es importante que ellos, aunque presenten infección por el nuevo coronavirus deben recibir tratamiento con inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina y los bloqueadores del receptor de angiotensina
  • En caso de presentarse un shock, se debe evaluar si se continua o suspende la administración de convertidores o de bloqueadores de angiotensina
  • Los pacientes hipertensos, con régimen médico deben continuar monitoreando su tensión arterial en casa
  • Realizar esfuerzos, a fin de proporcionar y expandir el conocimiento e infraestructura para la realización de visitas electrónicas y telesalud
  • Cumplir a cabalidad las pautas para el uso óptimo de los equipos de protección personal
  • Preparar y disponer de suficiente cantidad de equipos de protección personal, para las familias de los pacientes y del personal de atención médica
  • Profundizar el proceso de mejora educativa del paciente y de los acompañantes con respecto a las indicaciones de cuarentena

Concluyendo

Hasta el 29 de marzo, el reporte del informe de la OMS, mostraba que a nivel mundial, existían 634.835 casos confirmados y 29.957 muertes. Sin embargo, el panel de control CSSE de Johns Hopkins contabilizó para ese momento, un total de 721.584 casos confirmados y 33.958 decesos. De hecho, Estados Unidos tiene actualmente 85.996 casos confirmados según el panel de control CSSE de Johns Hopkins. De acuerdo a las cifras manejadas, esto superaría el número de casos confirmados en China, que ascienden a 81.894. Del total de casos reportados en Estados Unidos, 39.140 de ellos, son de Nueva York y 6.876 de Nueva Jersey.

Hemos sido testigos, de que la pandemia de COVID-19, ha afectado a cientos de miles de pacientes. Esto representa, una enorme amenaza para la salud a nivel de todos los continentes. Esta enfermedad infecciosa, no solo afecta el sistema respiratorio, sino que además de ello, posee implicaciones a nivel cardiovascular. Afortunadamente, siempre la ciencia, esta alerta de los detalles, que a veces escapan de quienes están en las rutinas diarias del cuidado de pacientes. Así de esta forma, a inicios de marzo, se elaboró un documento, tomando como base, datos de investigación cardiovascular, en el marco de COVID-19. Como se apreció, el mismo, busca llamar la atención de diversas instancias implicadas en las patologías cardiovasculares. Sobre todo, los profesionales e instituciones especializados en el área cardiovascular.

A mi vecina, lo compartido, le ayudó en gran medida. Lo que preparé para ella, es en gran medida lo que presento en el post. Me comenta, que desde que su padre leyó acerca de las complicaciones que puede generar el COVID-19, es más cuidadoso. El ahora, no abusa de alimentos salados como lo solía hacer a escondidas y monitorea su tensión de forma más disciplinada.

“Estos virus – Influenza, Covid-19 y Coronavirus – pueden desencadenar inflamación en el cuerpo. Esa inflamación puede dañar el corazón, las arterias del corazón y todas las arterias del cuerpo, aumentando así el riesgo de sufrir lesiones cardíacas”

Dr. Mohammad Madjid

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