Cómo Reducir Las Transaminasas Altas Y Mejorar La Salud

Según los especialistas, las transaminasas elevadas son un signo de daño o inflamación hepática. Las transaminasas son enzimas que ayudan al hígado a descomponer sustancias y eliminar toxinas del organismo.

Cuando las células hepáticas están lesionadas o inflamadas, liberan más transaminasas en la sangre, este efecto se detecta realizando un análisis de sangre. Según los expertos, conocer las causas de este desequilibrio podría permitir el empleo de ciertas alternativas para corregir dicho efecto.

De este tema, que impacta a muchas personas, le voy a hablar a solicitud de Carol, una seguidora de Indiana. Ella es una emprendedora mujer de mediana edad, esposa y madre de familia. Carol me contactó para aclarar algunas dudas relacionadas con la presencia de transaminasas elevadas.

Ella desde joven, oyó hablar acerca de este compuesto, porque su padre en cierta época abusó del alcohol. Y afortunadamente, pudo parar a tiempo y no llegó a desarrollar cirrosis hepática.

Ella me comentó que, ocasionalmente en los chequeos rutinarios, su esposo solía presentar valores elevados de este compuesto. Y esto a ella le llamaba la atención porque su esposo no tomaba alcohol.

Carol básicamente solicitó mi apreciación acerca de este hecho, y si existía alguna alternativa para tratarlo. Yo le contesté rápidamente, y le resalté que había muchos factores diferentes al alcohol que podían alterar las transaminasas.

Así, para darle un mayor nivel de puntos educativos, le envié un dossier donde le expliqué más detalladamente acerca de ello. Incluso, le incluí algunas estrategias para prevenir y tratar el desequilibrio de las transaminasas.

Dada la gran variedad de desencadenantes de los desequilibrios de las transaminasas, estimé importante compartir esta información en mi página.

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Generalidades acerca de las transaminasas

Las transaminasas son enzimas que intervienen en la síntesis y el metabolismo de los aminoácidos, componentes básicos de las proteínas. Existen diferentes tipos de transaminasas, en función del aminoácido y del alfacetoácido implicados en la reacción. Algunas de las transaminasas más comunes son:

  • Aspartato transaminasa (AST): Es denominada también, glutamato-oxalacetato transaminasa (GOT). La AST se encuentra en varios órganos y tejidos como el hígado, corazón, glóbulos rojos y músculos esqueléticos. Los niveles elevados de AST en la sangre pueden indicar daño o muerte celular.
  • Alanina transaminasa (ALT): Es conocida como glutamato-piruvato transaminasa (GPT). Esta enzima, se encuentra principalmente a nivel de hígado y riñones, donde participa activamente en la gluconeogénesis o producción de glucosa a partir de fuentes no carbohidratadas. Según los expertos, niveles elevados de ALT en sangre pueden indicar lesiones o enfermedades hepáticas.
  • Gamma-glutamil transferasa (GGT): Esta enzima se encuentra presente en diversos tejidos. A saber, el hígado, páncreas, riñones, corazón y cerebro. Niveles elevados de GGT sanguínea pueden indicar enfermedad hepática, pancreatitis, obstrucción de las vías biliares o abuso de alcohol.

Vale destacar, que los valores normales de transaminasas en sangre varían en función de diversos factores. Ello incluye, el método de medición, edad, sexo y otros factores.

Causas más frecuentes del desequilibrio de las transaminasas

Enfermedades genéticas

Cuando el hígado está dañado o inflamado, estas enzimas pueden pasar al torrente sanguíneo y causar transaminitis o hipertransaminasemia.

Algunas de las enfermedades genéticas que pueden causar transaminitis son:

Hemocromatosis

Esta patología ocasiona que nuestro organismo absorba excesos de hierro de los alimentos, almacenándolo en diversos órganos. Principalmente es absorbido a nivel del hígado, pudiendo dañar las células hepáticas y provocar cirrosis, cáncer o insuficiencia hepática.

La hemocromatosis suele heredarse como un trastorno autosómico recesivo. Ello significa que ambos progenitores deben ser portadores de un gen mutado para que la enfermedad se manifieste.

Enfermedad celíaca

Este trastorno autoinmune estimula que el sistema inmunitario reaccione al gluten. Esta proteína está presente en ciertos cereales como el trigo, cebada y centeno. Dicho efecto genera inflamación y daños en el intestino delgado, afectando la absorción de nutrientes y ocasionando diversos síntomas.

La celiaquía también puede afectar a otros órganos, como el hígado. Algunas personas celíacas presentan transaminasas elevadas, que pueden normalizarse tras seguir una dieta sin gluten.

Deficiencia de alfa-1-antitripsina (A1A)

Esta enfermedad se caracteriza por una baja producción de la proteína A1A. Esta es responsable de proteger pulmones e hígado de los daños causados por unas enzimas denominadas proteasas. Sin una cantidad suficiente de A1A, las proteasas pueden destruir el tejido pulmonar y provocar enfisema.

Asimismo, pueden dañar las células hepáticas y causar cirrosis o cáncer de hígado. La deficiencia de A1A se hereda como un trastorno autosómico codominante. Ello implica, que ambos progenitores deben ser portadores de un gen mutado para que ocurra la enfermedad.

Enfermedad de Wilson

Esta afección se caracteriza por la imposibilidad de nuestro organismo de eliminar correctamente el cobre de los alimentos. Ello ocasiona, que este elemento se almacene en diversos órganos, especialmente el hígado y cerebro.

El exceso de cobre puede dañar las células hepáticas y provocar cirrosis, insuficiencia hepática o cáncer de hígado. También puede afectar al sistema nervioso y causar síntomas neurológicos o psiquiátricos. Esta enfermedad se hereda como un trastorno autosómico recesivo.

Hepatitis autoinmune

Se trata de una enfermedad en la que el sistema inmunitario ataca las células hepáticas y provoca inflamación y daños. Se desconoce la causa exacta de la hepatitis autoinmune, pero los factores genéticos pueden desempeñar un papel.

Si no se trata, la hepatitis autoinmune puede provocar cirrosis, insuficiencia hepática o cáncer de hígado.

Alcohol

Diversos estudios han logrado corroborar, que la ingesta de alcohol se asocia a un aumento de los niveles de ALT, AST y GGT y a una disminución de ALP. Sin embargo, también puede verse afectada por la ingesta de alcohol, la actividad de la fosfatasa alcalina (ALP). Esta enzima, se encuentra en el hígado y otros tejidos.

Dicho efecto ocurre, en forma dependiente de la dosis. Ello significa que cuanto más alcohol consume una persona, mayor es el riesgo de daño hepático.

Sin embargo, no todas las personas que beben alcohol desarrollan lesiones hepáticas o elevaciones de las transaminasas.

Hay factores individuales que pueden influir en la susceptibilidad a los daños hepáticos relacionados con el alcohol, como las variaciones genéticas, estado nutricional, coinfecciones y microbiota intestinal.

Un estudio publicado el 2022 en Frontiers in Medicine, demostró el efecto de la microbiota sobre la susceptibilidad individual a la lesión hepática alcohólica.

Las bacterias Faecalibacterium prausnitzii y Roseburia hominis, mostraron un efecto protector sobre el hígado de los bebedores de alcohol. A su vez, se encontró una asociación positiva entre quienes presentaban ALT y AST con la bacteria Ruminococcus gnavus.

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Ello contribuyó con la inflamación hepática. Por lo que es importante vigilar la función hepática de las personas que beben alcohol con regularidad. Esto permitiría limitar o evitar el consumo de alcohol si hay signos de lesión hepática.

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Trastornos metabólicos

Los trastornos metabólicos son un grupo de enfermedades que afectan al metabolismo de la glucosa, los lípidos y otras sustancias del organismo. Los trastornos metabólicos pueden aumentar el riesgo de diabetes, enfermedades cardiovasculares y mortalidad.

Algunos de los trastornos metabólicos más comunes son el síndrome metabólico (SM), la enfermedad del hígado graso no alcohólico (HGNA) y enfermedad hepática relacionada con el alcohol (EHA).

Los trastornos metabólicos pueden elevar las transaminasas al provocar acumulación de grasa, estrés oxidativo, inflamación y fibrosis en el hígado. Estos procesos pueden dañar la función y la estructura de las células hepáticas, provocando la filtración de transaminasas al torrente sanguíneo.

Por ejemplo, la HGNA se caracteriza por un depósito excesivo de grasa en las células hepáticas, lo que puede desencadenar inflamación y estrés oxidativo.

La EHA está causada por el consumo crónico de alcohol, que puede inducir hígado graso, hepatitis alcohólica y cirrosis. El SM es un conjunto de factores de riesgo metabólico, como la obesidad central, hipertensión, dislipidemia e hiperglucemia, que pueden predisponer a la HGNA y la EHA.

Diversos estudios han demostrado que los trastornos metabólicos se asocian a niveles más elevados de transaminasas que los controles sanos. Una revisión sistemática publicada el 2023 en Diabetology & Metabolic Syndrome, mostró hallazgos interesantes.

Entre ellos que las personas con SM, presentaban niveles más elevados de ALT, AST y GGT que las personas sanas. Los investigadores concluyeron, que los trastornos metabólicos pueden elevar las transaminasas causando diversas formas de lesión o disfunción hepática.

Hepatitis vírica y hepatitis autoinmunitaria

La hepatitis vírica y la hepatitis autoinmune son dos tipos diferentes de inflamación hepática que pueden afectar a los niveles de transaminasas. Dicho efecto, se denomina transaminitis.

La hepatitis vírica está causada por la infección con virus como los de la hepatitis A, B, C, D o E. Estos virus pueden desencadenar una respuesta inmunitaria que daña las células hepáticas y provoca inflamación.

El grado de transaminitis depende del tipo y la gravedad de la infección vírica, así como de otros factores como el consumo de alcohol, uso de medicamentos o las enfermedades hepáticas coexistentes.

La hepatitis autoinmune es una enfermedad poco frecuente. Ello ocurre por un ataque erróneo del sistema inmunitario sobre las células hepáticas, provocando inflamación crónica y cicatrices.

Medicamentos

Algunos medicamentos pueden provocar transaminitis al interferir en el funcionamiento normal del hígado o causar lesiones hepáticas directas. Algunos medicamentos comunes, que ocasionalmente provocan elevaciones en las transaminasas incluyen:

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  • Medicamentos para la tensión arterial.
  • Medicamentos con estatinas (atorvastatina).
  • Medicamentos para enfermedades autoinmunes (metotrexato).
  • Medicamentos para el reflujo ácido (omeprazol).
  • Analgésicos (paracetamol o aspirina).
  • Antidepresivos (bupropión).
  • Antiepilépticos (carbamazepina y fenitoína).
  • Antiinflamatorios no esteroideos.

El grado y duración de la transaminitis causada por medicamentos varían en función del tipo, dosis y duración del fármaco. También influye, la susceptibilidad y la función hepática de la persona.

En la mayoría de los casos, la transaminitis es leve y reversible cuando se interrumpe o reduce la medicación. Sin embargo, en algunos casos raros la transaminitis puede evolucionar a daño hepático grave o insuficiencia hepática.

Toxinas

Las toxinas son sustancias que pueden dañar las células hepáticas y provocar inflamación. Cuando las toxinas dañan las células hepáticas, las transaminasas pasan al torrente sanguíneo y elevan sus niveles.

Algunos ejemplos de toxinas que pueden elevar las transaminasas son el alcohol, drogas, pesticidas y productos químicos industriales.

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¿Cómo reducir el nivel de transaminasas?

Tratamientos tradicionales

El tratamiento de la transaminitis depende del agente causal de la enfermedad. Algunos de los posibles tratamientos son:

  • Flebotomía: Consiste en extraer sangre de una vena para reducir la cantidad de hierro en el organismo. La flebotomía se utiliza para tratar la hemocromatosis.
  • Terapia de quelación: Consiste en tomar medicamentos que se unen al exceso de cobre o hierro y ayudan a eliminarlos del organismo. La terapia de quelación se utiliza para tratar la enfermedad de Wilson o la hemocromatosis que no responde a la flebotomía.
  • Terapia de sustitución de alfa-1-antitripsina: Consiste en recibir inyecciones de alfa-1 antitripsina derivada de plasma humano o de tecnología de ADN recombinante. El tratamiento sustitutivo con alfa-1 antitripsina puede ralentizar la progresión del daño pulmonar y hepático en personas con deficiencia de alfa-1 antitripsina.
  • Fármacos inmunosupresores: Son medicamentos que suprimen el sistema inmunitario y reducen la inflamación. Los fármacos inmunosupresores se utilizan para tratar la hepatitis autoinmune y algunos casos de enfermedad celíaca que no responden a una dieta sin gluten.
  • Dieta sin gluten: Consiste en evitar los alimentos que contienen gluten, como el trigo, cebada y centeno. Una dieta sin gluten puede mejorar los síntomas y reducir la inflamación en las personas celíacas.
  • Reducir o evitar el consumo de alcohol: El alcohol es una de las causas más comunes de daño hepático. Incluso, puede empeorar cualquier afección hepática existente. Se sabe, además, que la ingesta de cantidades moderadas de alcohol podría a la larga, afectar las células hepáticas. Por ello, se recomienda limitar el consumo de alcohol.

Tratamientos alternativos

Seguir una dieta equilibrada y nutritiva

Para mantener el hígado sano y evitar o revertir la enfermedad del hígado graso, hay que alimentarse adecuadamente.

Una buena dieta para el hígado, incluye mucha fruta y verdura, proteínas magras, cereales integrales y grasas saludables. Algunos alimentos excelentes para el hígado son las verduras con azufre (como el ajo y la cebolla), verduras con glucosinolatos (como el brécol y la col) y el té verde.

Estos alimentos ayudan al hígado a eliminar toxinas y a combatir la inflamación. Es muy importante, evitar el consumo o consumir menos alimentos procesados, azucarados, salados, fritos o que contengan mucha carne roja. Estos alimentos pueden hacer que el hígado trabaje más y se deteriore más rápidamente.

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Practicar ejercicio con regularidad

La actividad física puede ayudar a quemar el exceso de grasa a nivel hepático, mejorando así la circulación sanguínea. También coadyuva en la disminución de los niveles de colesterol y la tensión arterial. Ellos son considerados, factores de riesgo de la enfermedad del hígado graso y otras dolencias a nivel del hígado.

Los expertos sugieren realizar al menos 150 minutos de ejercicio de intensidad moderada a la semana. En su defecto podrían realizarse 75 minutos semanales de ejercicio de intensidad vigorosa.

Beber suficiente agua

Según los especialistas, el agua favorece la eliminación de toxinas y la metabolización de las grasas, especialmente a nivel hepático. Además, ayuda a prevenir la deshidratación, que puede afectar el adecuado desempeño del hígado.

Se recomienda beber diariamente unos ocho vasos de agua. En caso de hacer ejercicio o la presencia de calor, la ingesta debe ser mayor.

Emplear alternativas botánicas y suplementos

Se ha determinado, que ciertas plantas y suplementos pueden tener un efecto protector sobre el hígado. Esto podría favorecer la reducción de los niveles de transaminasas.

No obstante, deben emplearse con precaución y bajo supervisión médica. Ello permitiría evitar interacciones con otros medicamentos o la presencia de efectos secundarios.

Dentro de las alternativas naturales resaltan, el cardo mariano, cúrcuma, alcachofa, diente de león, regaliz y N-acetilcisteína. Incluso, algunos estudios han encontrado una relación entre el consumo de café y la disminución de los niveles de transaminasas.

Ello posiblemente se deba a los efectos antiinflamatorios y antioxidantes que protegen el hígado. Estos remedios podrían ayudar a reducir las transaminasas altas y mejorar la salud hepática. Sin embargo, no sustituyen al consejo médico.

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Concluyendo

De acuerdo a lo mostrado, las transaminasas son enzimas que catalizan la transferencia de grupos amino entre distintas moléculas. Ellas se encuentran principalmente en el hígado, donde intervienen en el metabolismo de los aminoácidos y la desintoxicación.

Es importante que quienes presenten las transaminasas altas o cualquier síntoma de enfermedad hepática, consulten prontamente al médico. Sobre todo, si presentan ictericia, dolor abdominal, hinchazón, náuseas, vómitos, fatiga o pérdida de peso.

Su médico le realizará un examen físico, y le pedirá más pruebas para determinar la causa de sus transaminasas altas, prescribiendole el tratamiento adecuado.

Afortunadamente, existen diversos tratamientos que permiten reducir los niveles de transaminasas. Dentro de ellos podemos mencionar, la reducción del consumo de alcohol, seguir una dieta saludable y practicar ejercicio.

También se recomienda emplear alternativas botánicas y suplementos: cardo mariano, cúrcuma, alcachofa, diente de león, regaliz y N-acetilcisteína. Es importante resaltar que muchos especialistas coinciden en beber cantidades adecuadas de agua.

Para Carol la información recibida, la cual comparto en el post, fue decisiva. Ella me comentó, que gracias a ella, su esposo volvió al médico para chequeos más exhaustivos.

Esto permitió detectar, que padecía enfermedad celíaca. Carol se contentó mucho porque simplemente ajustando su dieta, logró equilibrar sus niveles de transaminasas.

“Creemos que, tras una verificación más exhaustiva, la administración de probióticos o las pautas dietéticas pueden utilizarse para regular la microbiota y, de este modo, proteger el hígado de los bebedores de alcohol”.
Mengfan Jiao
Primer Hospital Afiliado de la Universidad de Zhengzhou, China

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