Algunos estudiosos, como el psicólogo de orígen ruso, Urie Bronfenbrenner, lograron captar que las preferencias alimentarias pueden cambiar a lo largo de la vida. El formuló una teoría, que muestra un modelo ecológico sobre las preferencias alimentarias, siendo muy influenciada por la genética, edad y género.
Este tema realmente es fascinante, de él se hablará debido a la solicitud de Joyce, una seguidora de California. Ella es una joven madre de dos hijos, un niño de doce años y una niña de ocho años. Ella estableció contacto conmigo a inicios de febrero, porque se dio cuenta que su hijo, había comenzado a ganar peso. Esto le preocupó mucho, pues ella no quiere que sea obeso como su esposo.
Joyce me comentó, que a su hijo le encantaba ingerir refrescos acompañados con rosquillas. Sobre todo, al momento de ver la televisión o mientras realiza sus tareas. De acuerdo a lo intercambiado, decidí enviarle cierta información relevante. Considero que la misma, debe tomarse en cuenta para la formación de hábitos alimenticios adecuados en nuestros niños.
Si bien no todas las personas son padres, todos poseen algún familiar con niños, que necesitan ser guiados adecuadamente en su alimentación. Por ello, decidí compartir este artículo en mi página.
¿Qué tan importante son los hábitos alimentarios?
De acuerdo a la teoría del psicólogo Bronfenbrenner, las preferencias alimentarias están correlacionadas de forma directa con la elección de los alimentos, y esto determina la calidad de la dieta.
Podemos mencionar, que el entorno más cercano al niño, es decir su “nicho ecológico”, está conformado por la familia y sus compañeros. A su vez, este nicho se encuentra muy influenciado por los medios de comunicación, comunidad, sociedad y oferta de alimentos. Cabe destacar, que este entorno se hace cada vez más complejo con el tiempo.
Las primeras experiencias que un ser humano recibe sobre los alimentos y la forma de alimentarse, provienen de los padres. Aunque no estemos conscientes de ello, los niños toman como modelo los comportamientos alimentarios de sus padres. También, imitan su estilo de vida y sus actitudes con respecto a la aprobación o rechazo de su imagen corporal.
De acuerdo a los expertos, los hábitos alimentarios se generan durante la infancia temprana (0 y 8 años). Se ha logrado observar, que una forma inteligente de prevenir conductas alimentarias erróneas, es mediante intervenciones con los padres. Esto potencialmente lograría establecer patrones más saludables y evitaría el desarrollo de sobrepeso en los niños.
Factores a considerar en la construcción de buenos hábitos alimentarios
Existen muchos factores que inciden en los hábitos alimenticios, incluso ellos interactúan entre sí. Dentro de estos, vamos a mencionar los que se consideran más relevantes.
Grupo familiar
Según algunos estudios, se ha demostrado que el entorno familiar influye sobre las conductas saludables de niños y adolescentes. Debemos establecer, que el entorno familiar se considera un sistema en sí mismo. Esto se debe, a que representa mucho más que la suma de personas. Entre otras cosas, podemos mencionar la existencia de un “clima de salud familiar”.
Podría decirse que el clima familiar es un reflejo de la experiencia individual presente en la vida familiar diaria. Además de ello, incluye la valoración de temas de salud, las rutinas de comportamiento, además de los procesos de interacción.
Todo lo que se ha mencionado hasta ahora, engloba ciertos conceptos psicosociales que incluyen el funcionamiento familiar, sus conflictos y la cohesión entre sus miembros. Además de ello, la comunicación, el nivel socioeconómico y las prácticas y estilo de los padres, poseen un papel preponderante.
Es fundamental tener en cuenta la capacidad de los niños de imitar las acciones de los miembros de la familia. Esto se observa con mayor frecuencia en quienes ejercen el rol de cuidadores, en especial sus padres.
Algunos estudios han permitido corroborar que, un sistema familiar positivo podría ser parte importante de procesos beneficiosos para el niño. Sobre todo, al modelar actitudes adecuadas en cuanto al empleo de alimentos saludables y la adopción de conductas alimentarias provechosas.
Estilo de crianza
Aunque los estilos de crianza, no se presentan ciento por ciento puros, se puede mencionar que existen cuatro tipos de crianza o prototipos parentales. Dentro de ellos tenemos:
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Autoritativo
Los padres que emplean esta metodología son exigentes, pero incluyen altos niveles de receptividad, además presentan altos niveles de control y calidez para con sus hijos. Se considera el más equilibrado, pues sabe balancear la presencia de un control fuerte y una alta disponibilidad. Además de ello, siempre están dispuestos a dialogar, explicando los motivos de las diferentes decisiones. Los niños criados con este estilo, presentan por lo general alta autoestima y empatía hacia las demás personas.
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Permisivo
Los padres permisivos son menos exigentes, poseen altos niveles de receptividad, por lo general se muestran indulgentes y evitan la confrontación. Además de ello, presentan altos niveles de receptividad y reciprocidad, estableciendo pocos o ningún tipo de límites. Esto perjudica a los niños, pues presentan luego dificultades para un adecuado desempeño académico.
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Autoritario
Los padres autoritarios tienden a ser exigentes, con altos niveles de control, además de mostrar bajos niveles de afecto y receptividad. Este estilo de crianza, ocasiona problemas de autoestima y sumisión, incluso suelen presentarse casos de rebeldía durante la adolescencia.
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Desinteresado o negligente
Este tipo de crianza se caracteriza por no proporcionar atención y ni receptividad al niño. El control es muy relajado, por lo general desatienden al niño, no le brindan contención y pocas veces están disponibles para ellos. Por lo general, los niños tienden a crecer abandonados, no saben cumplir normas, poseen baja autoestima y problemas para interactuar socialmente.
De acuerdo a estos modelos, los niños criados bajo el esquema autoritativo poseen mayor autodisciplina, madurez emocional y autoeficacia. Además de ello, poseen la capacidad de mejorar sus conductas alimentarias, lo cual se asocia con menor riesgo de obesidad.
Influencia materna
La mayoría de las veces las madres son las que determinan el volumen de alimentos que consumen sus hijos. Sin embargo, aún existen vacíos con relación a los factores que influencian la cantidad de comida a administrar.
De acuerdo a investigaciones recientes, las madres presentan variaciones dictadas muchas veces por las percepciones al momento de ofrecer alimentos a sus hijos. Esto influye en el tamaño de las porciones ofrecidas, en función si el niño es un buen comensal o un mal comensal o “quisquilloso” para comer.
Se ha observado que algunos de los elementos que condicionan esta decisión, toma en cuenta lo que agrada o desagrada a los niños.
Además de ello, considera algunos alimentos que el niño haya ingerido a lo largo del día. Vale destacar, que poseen también una enorme influencia las expectativas y preocupaciones de la madre e incluso el género. De esta forma, se ha observado que las madres administran mayor cantidad de alimentos calóricos a los niños, en comparación con la cantidad suministrada a las niñas.
Influencia paterna
Se ha observado que los padres, ejercen una gran influencia en la alimentación de los niños pequeños. Por lo general, el padre presiona más que la madre para que el niño coma, sin tomar en cuenta su independencia. Por lo que es infrecuente, que controle la ingesta de alimentos y ponga límites al acceso de los mismos.
Este comportamiento permisivo, podría desequilibrar la capacidad del niño para comer considerando las sensaciones de hambre y saciedad. Esto puede incidir en un aumento del peso del niño.
Comer en familia
De acuerdo a los expertos, los comportamientos individualistas afectan el clima familiar. Dentro de las características físicas del entorno familiar, se incluyen el acceso y disponibilidad de los alimentos. Pero eso debe reflejarse en un escenario de comida compartida en familia. De hecho, este escenario es el apropiado para que los padres realicen el seguimiento de normas y comportamientos.
Por ello, es importante destacar que las comidas y las interacciones que se realizan durante las mismas, son eventos importantes en la vida del niño. Un hecho importante, es que el desayuno y las comidas en familia, promueven el consumo de alimentos más saludables.
Se ha logrado observar que, tanto la calidad de la dieta como las prácticas alimentarias están correlacionadas con el nivel sociocultural familiar. Incluso se ha corroborado que los niños y adolescentes que participan en menos comidas familiares, ingieren pocos alimentos saludables.
Incluso se ha determinado que los jóvenes adultos que consumen más raciones de frutas y verduras a diario, son quienes más compartieron comidas en familia.
Preferencias por los alimentos
La ciencia ha determinado que se desarrolla antes de nacer, es decir desde que estamos en el vientre. Una de las vías es mediante la ingesta del líquido amniótico, el cual puede estar impregnado de ciertos compuestos. Dentro de ellos, destacan algunos con propiedades aromáticas como la cebolla, el ajo y ciertas especias como el anís. Esto ha llamado la atención de los investigadores como una forma de programación prenatal.
Mediante este procedimiento, se podrían condicionar ciertas preferencias por alimentos más nutritivos.
Por ejemplo, algunas verduras presentan ciertos sabores amargos, por ello, cuando se consumen por vez primera, suelen rechazarse. Sin embargo, se comienzan a aceptar en a medida que se ingieren con mayor regularidad.
Vale destacar que los bebés cuando son amamantados, continúan exponiéndose a los sabores de los alimentos ingeridos por la madre. Tanto es así que los bebés que son alimentados con fórmulas, se acostumbran a su sabor y se les dificulta recibir una dieta más variada.
El rechazo por nuevos alimentos se denomina neofobia alimentaria y es más frecuente entre los dos y seis años. Los bebés que han sido alimentados con una variedad de alimentos sólidos, aceptan de mejor forma, nuevos alimentos. De hecho, los niños que presentan mayores niveles de neofobia, suelen rechazar con más frecuencia las verduras.
De allí, la importancia de administrar desde temprana edad, una gran variedad de frutas y verduras.
Etapa infantil, desarrollo de la obesidad
Según los expertos, la etapa infantil se considera un periodo crítico para el desarrollo de la obesidad. Lamentablemente las dietas occidentales, que incluyen la presencia de alimentos procesados poco saludables, han promovido graves problemas de salud.
Se incluyen también las comidas rápidas, precocidas, snacks ricos en grasas trans, carbohidratos y gaseosas. También se incluye, el exceso de ocio electrónico(pantallas) y el sedentarismo.
La presencia de alimentos ricos en calorías presentes en enlatados, empaquetados y congelados, pueden predisponer a la sobrealimentación. Sobre todo, cuando el niño posee una baja capacidad de respuesta a las señales internas de saciedad y una alta capacidad de respuesta a las señales externas de la comida.
Esto generalmente se traduce, en altos niveles de recompensa subjetiva. Ella se experimenta cuando se ingieren alimentos que agradan y se otorga preferencia a los que poseen altas calorías.
Medios de comunicación masiva
Casi todas las personas conocen la influencia de los medios de comunicación, en especial el de la televisión. En particular, se ha observado que los anuncios publicitarios logran estimular el consumo de aperitivos y alimentos altos en calorías. Además de ello, logran incidir en la disminución de la ingesta de frutas y hortalizas.
Se ha establecido que los niños europeos y estadounidenses se encuentran muy expuestos a los medios de comunicación. De acuerdo a informes recientes, se ha observado que los niños de Estados Unidos, entre 8 a 18 años, se exponen a más de siete horas diarias a los medios electrónicos. Por ello, se ha recibido mucho apoyo para crear “entornos libres de comida basura” para los niños. Especialmente de grupos profesionales y consumidores.
Estrategias prácticas para mejorar la conducta alimentaria de los niños
Al observar los elementos a considerar para la construcción de buenos hábitos alimentarios, podemos enumerar una serie de estrategias prácticas provenientes de dichos elementos.
- Predicar con el ejemplo y mostrar conductas alimentarias positivas (por ejemplo, seguir una dieta sana)
- Adquirir para el hogar solo alimentos saludables
- Evitar visitar los lugares de comida rápida y chatarra
- No moldear las conductas de los niños con comida (el empleo de la comida para calmar las emociones y “mejorar las cosas” se asocia a un aumento del IMC en niños de 3 a 34 meses)
- Servir porciones moderadas durante las diferentes comidas (al servir pequeñas porciones, sin que se prohíba el acceso a estos alimentos, ofrece a los niños oportunidades para desarrollar autonomía y autorregulación de las conductas alimentarias)
- Enseñar a los niños a reconocer la sensación de saciedad
- Procurar acercarse a un estilo de crianza autoritativo (este estilo de crianza disminuye el riesgo de obesidad infantil y juvenil y se asocia a un mayor consumo de alimentos saludables)
- Animar a los niños a probar nuevos alimentos (de acuerdo a las investigaciones, se ha comprobado que los niños requieren hasta quince exposiciones a un nuevo alimento antes de “confiar” en él)
- Repetir en la dieta de los niños alimentos saludables (en especial frutas y hortalizas)
- No presentar escenas de disgusto por los alimentos delante de los niños
- Realizar de forma permanente y disciplinada comidas en familia
- Desayunar diariamente en familia
- Permitir que el niño exprese su punto de vista acerca de los alimentos
- Socializar en familia durante las comidas creando un entorno positivo
- Mantener el televisor apagado durante las comidas
- Reducir el tiempo de exposición de pantalla en los niños y reforzar hábitos saludables para ir a la cama.
Concluyendo
De acuerdo a las diversas investigaciones acumuladas hasta la actualidad, se podría mencionar que son muchos los factores que influyen en los hábitos alimentarios. Todos ellos, aunque fueron presentados de forma individual, se encuentran interactuando entre sí. Un elemento muy importante dentro de las conductas alimentarias, está relacionada con un adecuado ambiente familiar.
De acuerdo a diversos estudiosos, el sistema familiar donde se desenvuelve la vida del niño, posee un papel preponderante. Es notable que en este entorno, es posible mejorar no solo la nutrición familiar, sino también la salud física y emocional.
Se ha podido determinar que los padres y las madres actúan de forma diferente con sus hijos. Generalmente, los padres suelen actuar de forma más indulgente y ejercen un control menos activo sobre la ingesta de alimentos. Según los expertos es muy importante, aportar a los niños un control estructurado, lo más parecido al modelo autoritativo.
Estos elementos deben ser considerados teniendo presente, que el primer modelo a seguir para los niños son sus padres y cuidadores. De allí que si los padres se alimentan de forma desequilibrada sus hijos serán más propensos a seguir dietas que inducen la obesidad.
Lo que expresé en el post, es la misma información que compartí con Joyce. Para ella, fue bastante aleccionadora la información recibida.
Aproximadamente un mes después de haber hecho contacto conmigo, recibí muy buenas noticias de su parte. Su esposo participó activamente en el restablecimiento del peso adecuado de su hijo. Joyce emocionada me comentó que ello se logró, predicando con el ejemplo y liberando su hogar de comida obesogénica.
“Los comportamientos alimentarios evolucionan durante los primeros años de vida; los niños aprenden qué, cuándo y cuánto comer a través de experiencias directas con la comida y observando los comportamientos alimentarios de los demás”
Dra. Leann Birch
Universidad Estatal de Pensilvania
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