Hoy quiero hablarte sobre un vegetal que ha sido tratado con cierta injusticia. Se trata de la cebolla, un poderoso súper alimento que de niños rechazábamos porque es picante, huele mal, me hace llorar, ¡huy, y el aliento!. Pero nada, la cebolla es un vegetal que nos aportan montones de nutrientes y es una medicina preventiva de primera.
Conociendo los grandes beneficios de la cebolla no puedo eliminarla del menú ya que esta ofrece evitar enfermedades serias como el cáncer.
A ver, esta mañana me junté con un par de amigas y nos dijimos, “vamos a darnos un gustito esta tarde. Vamos a consentir nuestros paladares”. Así tomamos la ruta a una cafetería donde sirven unos estupendos emparedados de pavo sin gluten.
Mientras esperábamos nuestros bocadillos escuchamos a un grupo de adolescentes quienes pedían a la camarera sus hamburguesas y emparedados sin cebollas, y pensé ¡Gran error!
La cebolla es miembro del género Allium, es prima del ajo, el cebollín, el poro, el chalote y el ciboulette. Esta familia es rica en compuestos azufrados, responsables de su olor característico y el secreto de sus beneficios para la salud.
Un detalle que llamó mi atención cuando investigué sobre la cebolla es su trayectoria histórica. Este fue el primer vegetal cultivado por el hombre. Así que la cebolla viene a ser como el patriarca de los huertos.
Desde tiempos antiguos, el hombre descubrió sus beneficios para la salud y por supuesto, su rico sabor en diversas preparaciones. Según investigaciones sobre este vegetal, pudo ser cultivada hace algo más de 5 mil años.
La comían con mucho gusto en el Antiguo Egipto desde los faraones hasta el pueblo llano. Era un bocado esencial para los legionarios romanos y los gladiadores (junto al ajo).
Los hebreos seguramente la llevaron deshidratada a su largo éxodo de 40 años. La llevaron a bordo de las carabelas de Colón durante su azaroso viaje hacia el Nuevo Mundo. La cebolla no sólo era un alimento que saciaba y nutría, también, por su jugosidad, calmaba la sed.
¡Guau!, se las trae la humilde cebolla ¿no lo crees? Es que hasta recibió el honor de protagonizar una de los más hermosos poemas de Miguel Hernandez, interpretado musicalmente por el cantautor catalán Joan Manuel Serrat en Nanas de la Cebolla.
Y en algunos países de habla hispana se utiliza un refrán popular que dice “Contigo pan y cebollas”. Esta es una forma de expresar el amor total, abnegado y sin límites en frases como “no me importa vivir en la miseria, comiendo solo pan y cebollas, siempre que esté contigo”.
Contra las excusas de “me produce mal aliento”, “me pica”, “me da acidez, me cae pesadísima”, “es que me irrita los ojos cuando la pico”. Te doy 10 buenas razones para comer cebollas:
La cebolla aporta beneficios a la salud de los huesos y al tracto digestivo.
Es recomendada en la prevención de crisis asmáticas, baja los niveles de colesterol y triglicéridos. Asimismo, reduce los síntomas de la osteoporosis, mantiene un aparato gastrointestinal sano. Además, muy importante, ¡Disminuye las réplicas del VIH!
Las enfermedades neurodegenerativas tienen un peligroso contrincante en la cebolla, reduce la formación de cataratas. Además permite la mejor absorción del calcio y el magnesio
Este delicioso vegetal, siempre presente en ensaladas, guisos, estofados, sopas y, claro, en una hamburguesa, posee una serie de características y detalles muy interesantes.
Para los antiguos egipcios la cebolla simbolizaba la eternidad. Formaba parte de los alimentos que eran enterrados con los faraones para alimentarlos y fortalecerlos durante su viaje a la otra vida.
En la India, formaban parte no solo de la cocina, eran infaltables en las recetas médicas. Los sanadores conocían sus propiedades diuréticas, el corazón, los ojos y las articulaciones.
En la Edad Media, a pesar de ser conocida como la Era Oscura de la historia de la humanidad, dentro de los rudimentos científicos aparece la cebolla como un excelente remedio contra dolores de cabeza, mordeduras de serpientes, quemaduras y pérdida del cabello.
Y ya en el Nuevo Mundo, los nativos de muchas culturas prehispánicas utilizaron la cebolla silvestre. Aunque aún no la cultivaban, su cultivo fue introducido por los europeos, en cataplasmas, tintes y hasta juguetes.
La cebolla es fácil de cultivar, se adapta a diferentes tipos de suelos y climas. Su crecimiento es más rápido que el de otros vegetales, soporta más tiempo sin dañarse y se puede deshidratar, pulverizar y concentrar. También es muy fácil su traslado.
En la medicina casera, la cebolla se utiliza en cataplasmas para reducir el ardor de las quemaduras leves y favorecer la cicatrización. También en infusión junto al jengibre, miel y limón para combatir la gripe y como expectorante natural.
Los tipos de cebolla más comunes son la amarilla, la blanca y la roja. La Cebolla Amarilla es más dulce, y la más utilizada en la cocina, es la mejor para caramelizar por su sabor suave y poco invasivo. Es crujiente y jugosa, ideal para consumir cruda, a la parrilla o frita.
La gran excusa para no preparar, y por lo tanto no consumir cebolla, es que nos hace llorar cuando la picamos; pues te doy unos consejitos para evitar esta molestia.
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